COLUMNISTAS
ROSA LUXEMBURGO

Elogios a una militante e intelectual

El viernes 15 de enero se agotaron los claveles rojos en Berlín, más de cien mil personas honraron a Rosa Luxemburgo en el 91º aniversario de su muerte. No hay héroe histórico, pensador o líder de la humanidad que se recuerde así en el mundo.

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El viernes 15 de enero se agotaron los claveles rojos en Berlín, más de cien mil personas honraron a Rosa Luxemburgo en el 91º aniversario de su muerte.
No hay héroe histórico, pensador o líder de la humanidad que se recuerde así en el mundo.
Rosa, nació en Polonia el 5 de marzo de 1871, dos semanas antes que los humildes de París tomaran el cielo por asalto y proclamaran la comuna.
Fue pacifista y socialista, tuvo que dejar su Polonia natal perseguida a los 18 años por sublevar a los trabajadores desde el movimiento Proletariat. Se instala en Ginebra, Suiza para estudiar matemáticas, filosofía, ciencias políticas y economía en la única universidad mixta. Allí vive con su camarada León Jojiches “la gran historia de amor del movimiento revolucionario” durante 15 años, que quedan plasmados en el libro Cartas de Amor. Fundan en 1893 el partido socialdemócrata del reino de Polonia y Lituania, el SDKPL, de quien fue toda su vida la líder teórica.
Con 22 años, lo representa en el congreso de la Internacional Socialista.
Al decir de su biógrafo Federik Hetmann Rosa L. es: “Muy sensible al dolor y la miseria, pero aparte de la intensidad emocional de sus reacciones, la indignación despierta en ella el deseo de pensar, de conocer y de actuar en consecuencia”. En 1893 se trasladó a Alemania, centro del movimiento obrero internacional, donde al menos la revolución era posible. Se afilia al SPD, el partido socialdemócrata de Alemania, inspirado en Carlos Marx, que planteaba una sociedad más justa para los trabajadores. Lideró las posiciones de vanguardia del movimiento, lo que le valió ir nueve veces a prisión, tanto en Alemania como en Polonia, cuando volvió al calor de la Revolución Rusa de 1905. La única arma en la que creía era la huelga general, se opuso a toda manifestación de violencia armada.
Cuando en 1914, los parlamentarios socialdemócratas, su partido, votaron a favor de la Primera Guerra Mundial, sintió la gran traición de su vida, hasta pensó en suicidarse.
Rosa desconsolada, gritaba “que ningún trabajador alemán podía apretar el gatillo contra un trabajador francés o de cualquier otra nacionalidad”. Era su definición de la guerra. Fundó el Grupo Internacional anti-militarista y sus posiciones a favor de la paz le valieron cuatro detenciones entre 1914 y 1918.Junto a Karl Liebnecht y la feminista Clara Zetkin, fundan el movimiento spartaquista para que se integren los socialistas que se sintieron burlados por sus camaradas. Al concluir la confrontación armada, el 6 de enero de 1919, vio como un sector de su grupo, se movilizó y proclamaron la comuna de Berlín. El alzamiento fue duramente reprimido por oficiales convocados por el naciente gobierno socialdemócrata. Ella estuvo en el medio de las balas aún no compartiendo el método usado, por lo que le recriminó duramente a Karl Liebnecht. El 14 de enero publicó su última proclama: “El orden reina en Berlín”, donde critica a los socialdemócratas que gobiernan Alemania y una gran autocrítica sobre su grupo respecto de las vidas perdidas del 6 de enero.
El día 15 la detuvieron junto a Karl Liebnecht en el hotel Edén. Fueron duramente golpeados frente a todos los parroquianos del lugar y al subirlos al camión a Luxemburgo le partió el cráneo de dos culatazos el sargento Runge y la fusila con un tiro en la sien el teniente Souchon. El cuerpo es arrojado al canal Landwehrkanal, permanece desaparecido por tres meses, en este tiempo, un joven Bertolt Brecht de 21 años escribió: “La Rosa Roja ha desaparecido también. Le dijo a los pobres de qué trataba la vida. Así que los ricos la hicieron expulsar. Que descanse en paz.” Su compañero Karl, fue asesinado en el mismo momento y depositado en un hospital como si fuera un spartaquista desconocido muerto.
La producción teórica de Rosa L. fue inmensa, hasta se dio el gusto de polemizar con Lenin al calor de la Revolución Rusa de octubre de 1917, la que apoyó con todas sus fuerzas, pero disintió cuando se suprimió el parlamento en Moscú para darle todo el poder a los soviets, entonces, manifestó que: “La libertad sólo sirve cuando la usan los que piensan distinto”.

*Ex jefe de Gabinete de la Cancillería.