COLUMNISTAS

Escribir solo

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Engels con Marx, Horkheimer con Adorno, Guattari con Deleuze y tantos otros; es habitual encontrar filósofos o ensayistas que han producido lo mejor de su obra en conjunto, junto a otro. Mientras que Deleuze escribió textos individuales de la misma envergadura que los a dúo con Guattari, éste no logró nunca por sí solo escribir algo del mismo alcance que los textos en colaboración. Una mezcla de desdicha y decepción se abate sobre estos filósofos “secundarios” a los que sólo se puede leer en relación con el otro. Jean-Luc Nancy escribió varios libros cruciales junto a Philippe Lacoue-Labarthe, y otros tantos de igual importancia en solitario, entre ellos La comunidad inoperante, texto capital en el debate filosófico-literario de las últimas décadas. Lacoue-Labarthe (francés, nacido en 1940 y muerto en 2007) tuvo un recorrido quizás más diletante que el de su amigo: escribió y adaptó obras de teatro (su traducción de Antígona de Hölderlin es para muchos una obra maestra) y ejerció una carrera académica relativamente alejada de los centros –París y Estados Unidos– de la French philosophy (su sede fue Estrasburgo). Sin embargo, su obra ensayística y filosófica es de un rigor y una complejidad intelectual no menores a las de ninguno de sus compañeros de ruta. Pensada en discusión crítica con Heidegger, atento a las lecturas de Derrida y del propio Nancy, La ficción de lo político y La poesía como experiencia son quizás sus libros mayores, a los que –ahora sí– conviene leer en sistema con varios de los escritos junto a Nancy –como El absoluto literario o El mito nazi– para entender el proyecto de Lacoue-Labarthe: una crítica interna y a la vez radical al proyecto del romanticismo alemán y a sus derivas políticas.

Pensar desde el romanticismo contra el romanticismo es la tarea que guía su reflexión. Recientemente la editorial Nueva Visión, en la colección Claves que dirige Hugo Vezzetti, publicó Agonía terminada, agonía interminable. Acerca de Maurice Blanchot (seguido de La emoción), pequeño y extraordinario volumen que compila diferentes artículos de Lacoue-Labarthe sobre el autor de La escritura del desastre. Publicado en Francia en 2011, ese mismo año y en la misma editorial (Galilée) Nancy publicó Maurice Blanchot. Passion politique, en un movimiento que, antes que escritura en colaboración, podríamos nombrar como pensamiento en sincronía. En Agonía terminada…, Lacoue-Labarthe se detiene extensamente en El instante de mi muerte, breve relato de Blanchot en el que narra el momento en que estuvo a punto de ser fusilado por una patrulla nazi, de la que escapa milagrosamente. Ese texto –la experiencia de ese texto– funda en Blanchot, según Lacoue-Labarthe, un proyecto de “escritura póstuma” que radicaliza buena parte de los temas que recorren su obra: la retirada del yo, el abrirse hacia lo otro, la muerte como mito fundante de la literatura y la propia discusión sobre el mito en la política y la escritura. La idea de que “no hay obra literaria que no se desee como definitiva” permite a Lacoue-Labarthe discurrir en torno a los riesgos que bordea (¿en los que cae?) Blanchot cuando se enfrenta al mito, cuando piensa a la muerte, siempre según Lacoue-Labarthe, “no como el origen mismo (…) el comienzo, ni mucho menos la causa (…) sino más bien la condición de posibilidad” para el pensamiento y la literatura.