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Europa, dividida: ¿quién mueve la pieza?

“Salimos de la UE, no de Europa”. Una simple frase que hace agua por donde se la mire.

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Turquía amenaza con reintroducir la pena de muerte y pone en tela de juicio su ingreso a la Unión Europea (UE). Niza se convierte en la ciudad centro de investigaciones de atentados terroristas. Se amplía el estado de emergencia en Francia hasta enero de 2017. Alemania sufre un trágico ataque a pasajeros de parte del autodenominado Estado Islámico.  El Reino Unido rompe con Europa. Todo hace pensar en un recrudecimiento de los nacionalismos catapultados en parte por la oleada migratoria que se desató en los últimos años. Sumado a ello, la crisis económica ha abierto una tirante grieta en términos de tensión social entre los sectores de menos recursos y la clase media. Pareciese que el modelo de institucionalidad comunitario no ofrece los resultados esperados.

“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza de polvo y tiempo y sueño y agonía?” (Ajedrez, de Jorge Luis Borges).
La jugada no le salió bien a David Cameron. En el afán por complacer al Partido Conservador convocó a un referéndum en pos de contener el crecimiento del partido anti-UE de derecha UKIP y unir a su partido. Hoy el Reino Unido afronta un escenario desgarrador. El pasado 19 de julio el Fondo Monetario Internacional rebajó las previsiones de crecimiento para la UE a raíz del Brexit. Se calcula 1,4%, dos décimas menos que el 1,6% anterior. En palabras de Christine Lagarde: “El resultado del voto en el Reino Unido, que sorprendió a los mercados financieros mundiales, implica la materialización de un importante riesgo a la baja para la economía mundial. En consecuencia, las perspectivas de la economía mundial para 2016-2017 se han deteriorado, a pesar de los resultados más favorables de lo esperado registrados a principios de 2016”.

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La incertidumbre que cobra pasos agigantados hace tambalear la institucionalidad comunitaria.
Para nuestra región la lectura es otra. La UE profundiza su liderazgo al destinar el 10% del total de su inversión directa extranjera a Latinoamérica por delante de China, Rusia y la India juntas. La inversión supera los 500 millones de euros. Los socios comerciales más importantes en la zona son Brasil, México, Chile, Argentina, Colombia y Perú.
El “sálvese quien pueda” bajo la lógica individualista ha repotenciado los atisbos nacionalistas y ha hecho languidecer el espíritu de unidad que se gestó allá por los años 50 en pos de acabar con los conflictos mundiales. La paz y la cooperación han cohesionado culturas diversas. Hoy las oleadas de inseguridad suscitadas por los dilemas migratorios irresueltos dejan al descubierto cierta debilidad constitutiva en el sentido de pertenencia comunitaria. No existe un bien común superior a proteger sino más bien un interés individual a defender.

La Comisión Europea calcula que el Brexit le costará a la UE un 0,5% del PBI. Volvemos a las ponderaciones económicas. Los males endémicos no siempre son económicos sino más bien existenciales.
Si bien el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, considera que aún no cuenta con “información suficiente para actuar”, el Consejo de Gobierno del BCE se mostró dispuesto a actuar con total libertad de modo tal de garantizar el pleno funcionamiento de la economía comunitaria.

El enfrentamiento simbólico discursivo que han protagonizado la flamante primera ministra británica, Theresa May, y el presidente François Hollande  en torno al Brexit implicará evaluar qué fórmula se aplicará. ¿Quién apura a quién? Hollande insiste en que se respeten las cuatro libertades: libre movimiento de bienes, servicios, capitales y personas. En tanto May limita las condiciones al hacerse eco del referéndum del pasado 23 de junio que enarboló la bandera de la restricción de inmigración procedente del continente. “Salimos de la UE, no de Europa”. Una simple frase que hace agua por donde se la mire.

 

*Analista política internacional.
(Twitter: @GretelLedo).