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Diario Libre

Fraude cuando les conviene

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Boletas que se pierden, resultados que llegan por fax (?) en lugar de hacerlo por correo oficial, colectoras, clientelismo y voto manual, todo eso sazonado con la habitual paranoia argentina y la desconfianza de todos los datos oficiales. El resultado, después de cada elección, son las eternas denuncias de fraude.

El fantasma del fraude convive con las pequeñas localidades, y quizá en algunas de ellas sea posible alterar un poco el resultado electoral, pero es virtualmente imposible de realizar a gran escala: si el Gobierno que fuera pudiera alterar un resultado del 20% al 50%, hasta sería capaz de gobernar bien. Pero eso nunca sucede.

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Últimamente las denuncias de fraude han corrido junto a acusaciones del Gobierno de intentos desestabilizadores del sistema, y el oficialismo demostró tener mala memoria; en realidad: una cosa es el fraude ajeno y otra el fraude propio.

Cuando el escrutinio provisorio de Chubut le dio la victoria a Martín Buzzi, hombre del gobernador Das Neves, fue el Gobierno nacional el que salió a gritar “fraude”. En ese caso, se ve, no comprometía la democracia de nadie. Es más, la Presidenta recibió a Carlos Eliceche, el rival, y lo avaló para que siguiera con el reclamo. Buzzi había logrado triunfar por un margen ajustado: 1.532 votos de diferencia. Cristina le dijo que diera batalla sin declararse perdedor.

El aparato de propaganda K difundió las objeciones: en la mesa 183 de Puerto Madryn, Buzzi obtuvo 888 votos contra 107 de Eliceche. Según Casa Rosada, no existió ninguna urna que recibiera más de 300 votos. Hubo mesas en las que el FPV no recibió voto alguno: la 334 de José de San Martín, la 722 de Rawson y la 1256 de Comodoro. En la mesa 1034 de Paso de los Indios hubo 102 votos para Buzzi, 49 para Eliceche y 155 en blanco.

“Fraude electoral comprobado, ocultado por los medios dominantes”, dijo entonces TVR. El mundo del revés. Finalmente, el 29 de junio todo se solucionó: Buzzi hizo público su alejamiento del sector de Das Neves y se alineó con Cristina. Ya nadie desestabilizaba, y la democracia estaba chocha.

Fuente: Diario Libre.