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Fuego contra fuego

Por Alfredo Leuco. Como el juez, la Presidenta redobla la apuesta pero se equivoca. Desorientación, instituciones y revanchas.

TACONES CERCANOS Juez Bonadio
| Pablo Temes

¿El juez Claudio Bonadio es capaz de citar a declaración indagatoria a la mismísima Cristina Fernández de Kirchner? ¿Esa movida es posible legalmente? La respuesta a esas dos preguntas es: Sí. El tema es que si la Presidenta se niega a concurrir a sede judicial, el juez le tiene que pedir el desafuero. Hay que recordar que, según la ley, la Presidenta sólo tiene inmunidad de arresto, no de proceso. Y que la prescripción por el delito de enriquecimiento ilícito recién corre dos años después de dejar el cargo. Políticamente, se generaría un terremoto institucional y tal vez el magistrado dejaría esa instancia como el último as en la manga para enfrentar la persecución a la que lo están sometiendo desde la inmensidad del aparato del Estado. Un juez federal experimentado no debería dar un paso en falso. Después de la etapa de recolección de pruebas en la que está ahora, podría citar a Lázaro Báez, por ejemplo. O a Osvaldo Sanfelice (a) “el Bochi”, socio de Máximo y uno de los mejores amigos de Néstor Kirchner. Ni hablar del escándalo que explotaría si se convoca a Tribunales a declarar a alguno de los hijos del matrimonio presidencial.

Las torpezas políticas de Cristina afloraron en el peor momento económico de su gobierno. Y justo cuando avanza la causa de megacorrupción más importante de toda la historia argentina y que involucra a toda su familia. En estas situaciones de crisis, a la hora de actuar bajo presión, es cuando se ve si un gobernante tiene condiciones de estadista o si sus colaboradores son más inútiles que fieles.

Ring. El error más grave fue ponerse a la altura de un juez federal y cambiar piña por piña en el medio del ring. Cristina lo quiso acribillar desde el Twitter porque tenía el 20% de una estación de servicio floja de papeles. Mandó a su jauría a decirle pistolero, golpista, carancho judicial. Fue una grosera falla de apreciación. Creyeron que el juez federal era un pecho frío que iba a recular ante los primeros tiros, como lo hicieron tantos empresarios, periodistas y opositores tímidos para el coraje. Esa no es la personalidad del juez. Para matar con su pistola Glock a dos personas que lo atacaron hay que tener el corazón muy duro y la cabeza muy fría. Así es Bonadio. No hablo de su moral ni de su capacidad técnica. Me refiero a su áspera fama de rebelde y chúcaro. Cristina cayó en su propia trampa porque Bonadio está dispuesto, igual que ella, a redoblar la apuesta ante cada ataque. Néstor Kirchner era un experto en hacerse el loco, el imprevisible, el que era capaz de hacer cualquier cosa, para meterle miedo a su rival. “Con Néstor no se jode”, decían los integrantes de la larga lista de dirigentes que se autoencarcelaron en el silencio, como Esteban Righi y Sergio Acevedo, entre otros. Temían la obsesión por la venganza y el ensañamiento del ex presidente. Todo indica que con Bonadio “tampoco se jode”.

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La desorientación de la Presidenta, que decide por sus odios y sin escuchar a nadie, la empujó a subir al escenario mayor a Margarita Stolbizer. La jefa del GEN es la Madre Teresa de Calcuta al lado de Cristina si se comparan sus bienes. La cadena de hoteles Kirchner and Báez Resort All Inclusive de Santa Cruz no puede competir en una infografía con la sencilla casa de Morón en la que vive desde hace 23 años, ni con la de Haedo que tiene Margarita. Ni hablar del Tyguan modelo 2011 contra cualquiera de los vehículos de alta gama de la Presidenta.

La diputada, forjada en la intransigencia y las manos limpias, fue feroz a la hora de replicar: “El ladrón cree que todos son de su misma condición” y atribuyó la acumulación de fortunas inmensas del matrimonio Kirchner a la “avaricia ilimitada que me lleva a imaginarlos sentados sobre una montaña de dinero como el Tío Rico de las historietas”. Quedó grabada en la retina de los televidentes de Jorge Lanata aquella imagen de Néstor gozando hasta el éxtasis cuando abrazaba una caja fuerte. Es la lógica del usurero: una sobredosis de bulimia por el poder y el dinero. Cristina le dijo a un compañero de militancia de la juventud que los grandes recursos eran los que le permitían hacer política con independencia. Tal vez se les fue la mano.

Stolbizer, en su proyecto de ley de creación de un contrato de fideicomiso ciego mientras duren los mandatos de los altos funcionarios, recuerda que el ex presidente “ realizó una compra de 2 millones de dólares, como parte del manejo privado de sus bienes”.

Vaciamiento. El conflicto de poderes que desató el oficialismo fomentó un festival de denuncias de unos contra otros judicializando la política y politizando la Justicia de una manera liviana que vacía de contenido los valores republicanos. No tuvo pelos en la lengua el doctor Ricardo Recondo después de ganar con el 50% de los votos la elección que le permitirá quedarse dos años al frente de la Asociación de Magistrados nacional: “Fue una paliza y un plebiscito a favor de la independencia y en contra de quienes quieren vender la Justicia”. Y no tuvo problemas en mencionar a Alejandra Gils Carbó y a Gabriela Vázquez como las vanguardias de ese operativo.

Bonadio tiene la suerte de que el Gobierno no dispone de los votos necesarios en el Consejo de la Magistratura para sancionarlo. Salvo que pongan una valija desbordante de dólares negros, algo que nunca hay que descartar con un gobierno que tiene un lema que lo articula: “Todo se compra”.

En la angustia por lo que viene, hay operadores de Cristina que están ofreciendo el 2 x 1, un intercambio de prisioneros, o de cabezas, las de Norberto Oyarbide y Amado Boudou, a cambio de la de Claudio Bonadio. Tal vez por eso Julián Alvarez deslizó como al pasar que, tal vez, el vicepresidente esté bien procesado, aunque por ahora está bien guardado y no abre la boca.

Nadie cree que este avance sobre las posiciones de Cristina y sus muchachos sea producto de una súbita fiebre republicana que intenta mejorar la calidad de las instituciones. Es apenas la respuesta a tantos años de humillación y a varios intentos de copar y cooptar la Justicia. Alguien que fue denigrado en público, en general, no se olvida más en la vida.

De todos modos, Cristina podría dormir tranquila. Hay una oposición entretenida en debates internos y con un gran nivel de responsabilidad ciudadana. Nadie quiere que Cristina termine antes o en llamas su presidencia.

Todos apuestan a la racionalidad. Además, no hay antecedentes de que un juez federal haya citado a declaración indagatoria a un presidente en ejercicio. Pero, con Bonadio, nunca se sabe. En eso es igual a Néstor, “con ellos no se jode”.