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Gobierno-chacareros: el gran bonete

Viví el año 66 pensando que los 60 iban a durar para siempre. La Noche de los bastones largos unió a militares, grandes industriales, medios de comunicación y la Sociedad Rural para ungir a un títere que ordenara “su” país. Se inauguró una pendiente explosiva.

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Viví el año 66 pensando que los 60 iban a durar para siempre. La Noche de los bastones largos unió a militares, grandes industriales, medios de comunicación y la Sociedad Rural para ungir a un títere que ordenara “su” país. Se inauguró una pendiente explosiva.
En los 70 creí que la revolución estaba a la vuelta de la esquina. Recibí a Perón en Ezeiza bajo las balas de Osinde y sus secuaces. Se inauguraba la patria peronista, una nueva forma de populismo que nos tatuó a fuego. El golpe militar del 76 fué armado, revindicado y puesto en marcha, otra vez, por personeros de la Sociedad Rural, ciertos medios de comunicación y grandes industriales que se restregaban las manos por anticipado.
Padecí mis propios desaparecidos y el horror cotidiano. Queda pendiente que aquellos que reivindican un pasado inexistente, sean desenmascarados por los organismos de derechos humanos.
Llegó el golpe civil de Menem, con un pelele al servicio de la especulación financiera y su banda de maleantes donde la pizza con champagne se comió nuestros ahorros y terminamos a los cacerolazos y desesperados en el 2001.
De la corrupción no se salvó ningún gobierno.
Kirchner fue una bocanada de aire freso, impulsada por el viento a favor de los comodities en el mundo, un dolar competitivo y el cambio en China, que nos recolocó en el mundo. Usó, asimismo, un autoritarismo militante propio de un caudillo de provincia que no ve más allá de los límites del horizonte en el que vivió. No conozco proyectos a mediano y largo plazo ni objetivos coordinados para el crecimiento ¿Y cuando se acabe la soja? ¿Y cuando el campo, como ahora, no utilice valor agregado en productos que podríamos exportar? La Presidenta debe elegir. O gobierna para el peronismo con matones como D’Elía y Moyano (¿dónde guardan la escritura de la Plaza de Mayo?) o se decide a ser la dirigente de todos los argentinos. Debe reconocer sus errores, porque demostraría inteligencia, y no profundizarlos como una adolescente.
¿Por qué no dicen nada de Acindar, la minería, la pesca y otras compañías que ganan fortunas exportando y ponen precios monopólicos que encarecen el mercado interno?
Hoy dijo el matón que usan como piquete de lanza que tiene un “odio visceral por la oligarquía”. A un psicópata se lo trata o se lo apresa, no se le palmea el hombro como hace el gobierno. A la Presidenta le cabe la mayor responsabilidad. Es su obligación llamar a negociar sin pulseadas y con cintura política.
No circulan las encuestas en los diarios porque hay presiones, ¿pero sabe cuánto ha descendido su popularidad Sra. Cristina? Ud. las conoce. No sólo no se vuelve de la violencia y de la muerte, sino tampoco de un país que ustedes han ayudado a emerger y que no cuidan para que no vuelva al sepulcro. ¿Quiénes la asesoran?
Y los chacareros, no se confundan ni confundan a la gente. Los usan aquellos que los explotan y no pueden dar la cara. Y los volverán a extorsionar. Ustedes necesitan negociar sus propios créditos y retenciones entendiendo que estirar de la cuerda –dejar al pueblo sin comida y medicamentos– irá en su contra a medida que pasen los días. Hoy la gente los apoya, mañana los repudian. Así funcionan las masas. Así funciona nuestro país.