COLUMNISTAS
PANORAMA / dirigencia en deuda

Grandeza cero

El no debate en el Congreso puso en evidencia la pobreza de los legisladores.

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POBRE REALIDAD | DIBUJO: PABLO TEMES

Los hechos de violencia ocurridos en la Plaza del Congreso el miércoles pasado tuvieron el aire de lo insurreccional. Y esto hay que subrayarlo. Habría sido muy malo para la vida institucional de la Argentina que los violentos hubieran alcanzado su cometido, que era impedir que la Cámara de Diputados sesionara. De haberlo logrado, se habría instalado en el país un peligroso precedente: el de la violencia como metodología "válida" para imposibilitar el funcionamiento del Poder Legislativo. De ahí surge el grado de irresponsabilidad del kirchnerismo y sus sectores afines de querer legitimar estos actos de verdadero vandalismo político que nada tienen que ver con el inalienable derecho a protestar que garantiza la Constitución.

Confianza. Cuando durante el episodio de la 125 –para poner un ejemplo ilustrativo– los sectores del ruralismo se manifestaron en aquella histórica sesión del Senado del 17 de julio de 2008, lo que buscaban no era impedir que la Cámara Alta sesionase sino que se rechazara la iniciativa. Lo hicieron de manera vehemente, pero pacífica y fue esa actitud de no violencia la que le terminó dándole a esa movilizacióna su fuerza. Algo absolutamente diferente y peligroso fue lo que sucedió el miércoles. La idea de Macri huyendo de la Casa Rosada en helicóptero es algo con lo que lamentablemente todavía fantasean en el kirchnerismo duro. No parece importarles mucho las consecuencias nefastas que eso traería. Si hoy en día la Argentina es poco confiable para la inversión productiva –única manera de combatir en forma genuina la pobreza– imaginemos cuánto menos lo sería tras un nuevo trauma institucional.       

Kirchneristas duros fantasean aún con la idea de Macri huyendo en helicóptero

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El Presupuesto al que le dio media sanción la Cámara de Diputados es malo. Pero no malo por sus objetivos sino por sus números y por su significado. Ese Presupuesto representa el fracaso del plan económico impulsado por el Gobierno. Todo lo que trae éste es recesión y penuria. Marca la absoluta dependencia del país del FMI y, por ende, es producto de la desfinanciación causada y agravada por la escasa confianza que hay acerca del presente y del futuro político de la Argentina.

El tema de la confianza es clave. Esto explica porqué el impacto de este acuerdo, que en un país más ordenado habría sido muy positivo, en el nuestro no lo ha sido. En cualquier otro momento, al anuncio del FMI hecho el viernes habría seguido una caída muy fuerte del riesgo-país y una suba muy significativa de los títulos públicos y de las acciones de las empresas. Sin embargo, lo que se ha visto fue un efecto muy limitado porque este pequeño avance que significa el acuerdo está sujeto al cumplimiento del Presupuesto. Y eso genera dudas.

Vidal tiene dos frentes internos: con Macros Peña y con Nicolás Dujovne.

Incógnitas. Y una de las mayores dudas respecto de esto las plantea la compleja problemática de la provincia de Buenos Aires porque, de alguna manera, la observancia de las pautas del Presupuesto significa ponerle un cerrojo financiero muy fuerte a la Provincia, lo que lleva directamente a acotar seriamente las posibilidades de reelección de María Eugenia Vidal. El panorama de lo que se vive en el conurbano bonaerense –que es el que decide la elección– es definitivamente malo. Las necesidades de comida se han acentuado dramáticamente. Los comedores comunitarios y parroquiales no dan abasto. Sin la actualización del Fondo de Ayuda, el manejo de esta situación se complica. Concretamente, lo que faltan son unos 25 mil millones de pesos. Por eso la gobernadora –que conoce muy bien esa realidad– tiene a funcionarios de su cercanías trajinando ese territorio a fin de que nada se desmadre. Las encuestas arrojan una caída fuerte de su imagen y esto la complica, sobre todo porque en la Provincia la elección se define en primera vuelta, independientemente de cuál sea el porcentaje de votos obtenidos por el que sale primero. Hoy por hoy, esos guarismos son favorables a Cristina Fernández de Kirchner, dato que complica a Vidal. Y a Macri.

Por eso el enojo de la gobernadora con Marcos Peña no cesa, más allá de lo amigables que, sobreactuando, se han mostrado estos últimos días.

No es el único frente interno de Vidal. Otro –que no es menos importante– lo tiene con Nicolás Dujovne. Es un enojo que se remonta al borrascoso fin de semana de comienzos de septiembre cuando parecía que la suerte del ministro de Hacienda estaba echada y el Presidente le dijo a Carlos Melconian: "Preparate que el lunes vas vos a los Estados Unidos a hablar con el FMI". Esa decisión de Macri respondió a un pedido conjunto de la gobernadora y de Horacio Rodríguez Larreta. Las voces del Palacio coinciden en afirmar que Dujovne le adjudicó esa solicitud a Vidal, por lo que en su entorno están convencidos de que el hoy reempoderado ministro ha dispuesto el recorte presupuestario de la Provincia a modo de vendetta.

Por todo esto, Vidal mantiene y cuida los aceitados vínculos con Sergio Massa. Si no llegan los aportes del Fondo de Ayuda se piensa en buscar nuevas fuentes de finanaciamiento. Y para eso se necesita la aprobación del Parlamento provincial por una mayoría especial. Y eso lo da el acuerdo con Massa.  

Así las cosas, la Argentina es una incógnita. Es lo que se preguntan quienes viven en el país y quienes lo ven desde afuera. Es notable la gigantesca falta de la dirigencia política. Hay sectarismo en parte de la oposición. Hay sectarismos en el oficialismo. En muchos casos, a unos y a otros lo único que los une es el espanto hacia el otro. La palabra diálogo es eso: solo una palabra en boca de muchos desprovista de hechos. En 1939, en una conferencia en la ciudad de La Plata, José Ortega y Gasset pronunció una de sus más famosas frases, que vale la pena recordar:  "¡Argentinos a las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narciscismos. No presumen ustedes el brinco magnífico que daría este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más, en vez de vivir a la defensiva, de tener trabadas y paralizadas sus potencias espirituales, que son egregias, su curiosidad, su perspicacia, su claridad mental secuestradas por los complejos de lo personal".

Producción periodística: Lucía Di Carlo