COLUMNISTAS
UN PAIS EN SERIO

Grieta para todos (y todas)

Braden o Perón, Cristina o Macri, Polino o Ventura; siempre hubo divisiones históricas. Y vivos que las aprovecharon.

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En ese caso me parece que el Presidente está buscando juntar a los intelectuales afines para crear su propia Carta Abierta. | cedoc

—¿Para vos quién inventó la grieta? –pregunta Moira, mi secretaria.

—Bueno, yo no entiendo mucho de eso, pero me da la impresión de que fue el peronismo, ¿no? –responde Herminia, la señora que limpia la oficina. Herminia es paraguaya pero hace treinta años que vive en la Argentina.

Acabo de llegar a la productora y estoy por entrar en mi oficina, pero me quedo en la puerta escuchando el diálogo, sin que me vean.

—Yo creo que siempre hubo grieta –insiste Moira–. Incluso antes del peronismo. Porque antes estuvo la grieta entre radicales y conservadores. Y antes, entre unitarios y federales. Y antes, entre patriotas y realistas. Y antes, entre criollos y pueblos originarios. Y antes…

—La grieta es una cosa muy del ser humano –agrega Herminia, que deja de limpiar y se pone a pensar en otras posibles grietas–. No sólo en el país: también en todo el mundo. En todas partes hay grietas.

—Se dice que el peronismo creó una grieta en la sociedad argentina –explica Moira–. Que a partir del peronismo la grieta pasó a ser entre peronistas y antiperonistas.

—¡Como ahora, sólo hay que reemplazar “kirchneristas” por “peronistas”! –grita Herminia, y da la impresión de haber descubierto algo.

—Sí, pero si te fijás lo que pasaba en el mundo, el peronismo nace para estar al margen de la grieta que había entre capitalismo y socialismo, entre Estados Unidos y la Unión Soviética. ¿Por qué te creés que los peronistas cantaban “ni yanquis ni marxistas”?

—¿Porque querían estar más allá de la grieta? –pregunta Herminia.

—Exacto –respondo.

—O sea que querían ir por la ancha avenida del medio –insiste Herminia–. ¡Eran massistas!

—No, te dije que cantaban “ni yanquis ni marxistas”. No eran marxistas…

—¡Dije “massistas”, no “marxistas”! –se enoja Herminia–. Por Sergio Massa. Sí, ya sé, es ridículo asignarle un “ismo” y un supuesto corpus teórico a cada candidato que aparece con un porcentaje más o menos interesante de intención de voto.

—¿“Corpus teórico”? –pregunta Moira–. ¿Dijiste “corpus teórico”, Herminia?

—Sí –responde Herminia.

—¿Y eso qué vendría a ser? –pregunta Moira.

A mí me da mucha intriga la discusión, así que decido entrar en mi oficina.

—Sí, ¿qué vendría a ser eso de “corpus teórico”? –pregunto sumamente intrigado.

—No, está bien, dejen, no importa –se excusa Herminia–. Es un poco difícil de explicar. Sobre todo para ustedes. Y además, no tiene sentido: es algo que en política hoy prácticamente no se usa.

—¿Algo que en política hoy prácticamente no se usa? O sea que vendría a ser algo así como las PASO…

—Peor. Lo del “corpus teórico” es algo que desde hace tiempo no forma más parte de la política. Como la plataforma electoral. O pensar que hay que cumplir con las promesas que se hacen en campaña.

—Bueno, pero eso hace tiempo que no se usa –dice Moira.

Me quedo pensando cuándo fue que alguien cumplió con alguna promesa de campaña, pero no se me ocurre nada.

—Pero estaban hablando de la grieta… –digo, tratando de no romper el clima–. ¿Por qué no siguen con eso?

—Es que tengo que limpiar –se excusa Herminia.

—Y yo tengo que hacer unos llamados –dice Moira.

—No, esperen, no se vayan –les pido–. Necesito escribir mi columna y preciso que opinen algo más sobre la grieta. Era muy interesante lo que estaban diciendo.

—La grieta es un curro político y un curro periodístico –dice Carla, mi asesora de imagen, que justo entra desde la calle, con la vista clavada en su celular.

Carla está mandándole un mensaje de WhatsApp a un politólogo que maneja la campaña de uno de los principales candidatos de la provincia de Buenos Aires. Es un mensaje con la imagen del negro con el pene gigante, tan popular en WhatsApp.

—Hola, Carla –saludo, como para no perder algunas costumbres–. ¿En serio decís que la grieta es un curro?

—¿A vos te parece que no? –pregunta Carla, que deja por un instante el celular y me clava una mirada fulminante.

—No, yo no digo nada –me excuso–. Pero si realmente es como vos decís, lo mejor sería denunciarla. Voy a poner eso en mi columna: que la grieta es un curro.

—¿Estás loco?

—¿Por qué?

—No conviene.

—¡Ah, ya entiendo! –exclamo–. No hay que denunciarla porque eso sería darle más importancia de la que tiene. Lo mejor es ignorarla.

—¡No, al contrario! Tenemos que seguir hablando de la grieta como si fuera la cosa más importante del mundo. Como si fuera lo que realmente rige nuestra vida, nuestro destino.

—¿Por qué? –pregunto–. Me estás confundiendo un poco.

—Muy sencillo: tenemos que hacer que la grieta continúe porque vivimos de eso. Si este curro de la grieta se acaba tenemos que ponernos a laburar.

—¡Por favor! –me quejo–. ¿Laburar? ¡Eso ni en joda!

—Por eso, si no querés laburar, si pretendés seguir siendo el mismo vago que fuiste hasta ahora, procurá mantener bien vigente esta boludez de la grieta.

—Pero el deber del periodista…

—Las opciones son muy claras –interrumpe Carla–. O seguís haciendo periodismo, y para eso tenés que seguir subido a la grietamanía, o te dedicás a otra cosa, y para eso vas a tener que buscarte un laburo serio. Vos elegís.

—¿En serio no hay otra opción?

—Bueno, siempre tenés la posibilidad de ser candidato. Pero para eso tenés que apurarte porque falta poco para el cierre de listas.

—¿Y qué quedó del periodismo serio, comprometido, cuestionador? –pregunto–. ¿Eso no existe más?

—¡Claro que existe! –exclama Carla–. Pero está reservado para unos pocos. Y esos pocos también forman parte de la grieta.

—No entiendo –admito.

—De un lado tenés a Cristina, que sólo admite ser entrevistada por Roberto Navarro…

—Ajá, ¿y del otro?

—Tenés a Macri, recibiendo en Olivos a Luis Ventura, Susana Roccasalvo, Mariana Brey, Marcelo Polino, Adrián Pallares, Angel De Brito y Carlos Monti –explica Carla.

—En ese caso me parece que el Presidente está buscando juntar a los intelectuales afines para crear su propia Carta Abierta –interrumpe Herminia, que se había quedado en silencio desde que entró Carla.

—O sea que hasta el periodismo independiente tomó partido en la grieta –digo.

—El periodismo independiente y la grieta tienen algo en común –agrega Carla.

—¿Qué cosa? –pregunto.

—Que ninguno de los dos existe, pero seguimos haciendo de cuenta que sí.

—¿Y eso es bueno o malo para la Argentina?

—Depende.

—¿Depende de qué? –pregunto.

—De si existe o no la Argentina –concluye Carla.