COLUMNISTAS
reforma laboral

Hablando en el ascensor

Algunas personas tienen una particular fobia a ese momento y ruegan viajar solos para no afrontar los sudores fríos que les provoca el desafío del breve tránsito en compañía.

default
default | Cedoc

No resulta novedoso comentar las dificultades que presentan las conversaciones en un ascensor. Ese cubículo suele ponernos en aprietos desde el saludo inicial hasta que se baja el último pasajero (acaso el elevador encierre a los pasajeros más pasajeros).

Algunas personas tienen una particular fobia a ese momento y ruegan viajar solos para no afrontar los sudores fríos que les provoca el desafío del breve tránsito en compañía.

En las previas a las PASO, el oficialismo tenía dudas de cuántos y quiénes subirían al ascensor, quiénes bajarían  en los primeros pisos y con quiénes tendrían que dialogar. Superadas las PASO, el panorama fue despejándose y hoy la fobia a los ascensores, al menos para el oficialismo, ha quedado atrás.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

La polarización sigue su curso con los beneficios a la vista para Cambiemos. El justicialismo se encuentra en una encrucijada de identidad de difícil resolución. A lo largo de la historia, los analistas políticos, los periodistas e incluso los otros partidos han tratado de explicarse, sin resultados concretos, el fenómeno del peronismo, si es un movimiento o un partido, su ideología y su comportamiento institucional.

El problema que solíamos tener los no peronistas era comprender qué era el peronismo. Hoy son los peronistas los que no comprenden al peronismo y no encuentran respuestas a su propia identidad. Son justicialistas  que deambulan en un peronismo trizado.

La crisis del justicialismo tiene, entre otras implicancias, una derivación en el movimiento obrero.

El sindicalismo, al no tener un PJ fuerte detrás, está navegando en aguas turbulentas, a lo que se suman los aprietes amenazantes de la Justicia, la eternización en el poder y la creciente desvalorización en los medios, con su consecuente impacto en la sociedad.

Los casos más resonantes de dirigentes sindicales y malversaciones van limando la confianza de los trabajadores, lo que reduce la participación y genera dudas a la hora de dar ideas renovadoras. Muchos sindicatos conservan sus aparatos, pero el trabajador necesita ver que éstos están al servicio de los reclamos genuinos del mundo laboral y no para sostener estructuras de poder. El gremialismo es un actor clave, debilitar su tarea pone en peligro el equilibrio en la sociedad. Los sindicalistas pueden ser prescindibles, el sindicalismo no.

La discusión de la reforma laboral exige un gremialismo despierto cuya tarea no impida la generación de trabajo, pero que no signifique nivelar para abajo las condiciones de los trabajadores.

Mientras en algunos países se discute la reducción de horas laborales sin disminución de los salarios, para permitir mayor cantidad de empleo, aquí se propone el aumento optativo de la edad jubilatoria, lo que obstaculiza el acceso al trabajo de los jóvenes.

La jubilación se ha convertido en una línea que divide el purgatorio del infierno. Los que optarán por seguir trabajando, más allá de la edad jubilatoria, lo harán para evitar la abrupta disminución de sus ingresos. Es inevitable comparar el salario de actividad con una jubilación en baja y desmejorando.

La prueba de esto es que el Estado no dará la opción a los trabajadores de la administración pública de posponer su jubilación. Resulta, a simple vista, más barato para el Estado jubilar a sus agentes que pagar el sueldo.

De aprobarse estas propuestas estaríamos frente a una clara muestra de desigualdad laboral.

Dignidad es entender que los humanos no tienen precio. Como trabajadores queremos dignidad, sabiendo que la persona está por encima de su tarea y que es necesario poner la mirada en la mujer y el hombre que trabajan.

Hay que sumarse a la actividad sindical venciendo realidades negativas y prejuicios, recreando las prácticas gremiales para generar instituciones de trabajadores abiertas y reivindicativas. Eso sí, no dejemos de tocar el botón que llama al ascensor.

*Secretario general de la Asociación del Personal de los Organismos de Control (APOC) y secretario general de la Organización de Trabajadores Radicales (OTR Capital).