COLUMNISTAS
batidas

Haciéndonos la plancha

¡Juro que no! pero como soy ateo, mi juramento no vale nada. ¿Cuánto valdrá el juramento de un creyente? Yo, por ejemplo, soy un creyente: creo que creo en mí y en un montón de cosas que posiblemente no sean como las creo ni como las veo. Tal vez esté mintiendo ahora: me desdigo de lo que digo tan rápidamente como mi mente se desliga de lo que cree ver, o de lo que cree creer.

|

¡Juro que no! pero como soy ateo, mi juramento no vale nada. ¿Cuánto valdrá el juramento de un creyente? Yo, por ejemplo, soy un creyente: creo que creo en mí y en un montón de cosas que posiblemente no sean como las creo ni como las veo. Tal vez esté mintiendo ahora: me desdigo de lo que digo tan rápidamente como mi mente se desliga de lo que cree ver, o de lo que cree creer. ¿Mi mente es yo? Creo que lo ignoro, pero siento que yo –que MI YO– está hecho de materia mental. En general, lo mental miente, pero yo, mental que se obstina en no mentir, juro que cuando escribí la columna del 24 de enero acerca de escritores cualunque y los jueces flotadores ignoraba que el Dr. Zaffaroni, juez de la Suprema Corte, cultivaba cactus y nadaba diez kilómetros semanales.
Lo supe gracias al reportaje publicado el 1º de febrero en La Nación. Nadar diez kilómetros semanales no es un récord. La nadadora Vicky Rivera les impone a mis hijitos de 11 y 13 años un régimen de dos kilómetros por sesión de entrenamiento. Yo mismo nado alrededor de quince kilómetros por semana y comparto andariveles con envidiables no fumadores que nadan cinco kilómetros diarios.
Nadar es una buena escuela para seguir a flote y hacer la plancha hasta que la corriente y las condiciones meteorológicas se vuelvan favorables. Como decía de los jueces flotadores –y, lo juro, ignorando que él nadaba– el Dr. Zaffaroni, según sus palabras, “porque no soy batidor”, propone que, como él, hagamos la plancha y convivamos con el crimen hasta que él se retire de la Corte para asesorar e intervenir en la nueva Constitución Nacional.
¿Quiénes la redactarán? Imagino al brillante jurista con Carrió, Macri, De Narváez, Reutemann, Saadi –siempre aparece un Saadi en tales eventos–, junto a Duhalde y Capitanich y me dan ganas de sumergirme bajo la próxima ola para no verlos.
Yo tampoco soy batidor. “Batir”, del latino battuere conserva la raíz “bat” de combatir, batallar, arrebatar y debate que es todo lo que elude quien elige hacer la plancha hasta nuevo aviso. De modo que vivo condenado a hacer la plancha. Nunca tuve un centavo de poder y ahora ni siquiera consigo monedas para el ómnibus.
En el barrio la falta de monedas es un tema menor si se lo compara con la inseguridad, pero suma. Cuando el hombre tiene que caminar bajo la lluvia mordiendo el chicle que le dieron como vuelto en el kiosco, y sigue implorando cambio por todos los comercios de la zona, la falta de monedas suma y parece lo más importante de la vida hasta que un motociclista trepa a la vereda y su acompañante le arrebata la mochila con los documentos y el poco papel moneda que le quedaba hasta fin de mes.