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Idiotez inofensiva

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El tabloide británico Sunday Sport publicó esta semana una noticia de color. Parece que un hincha del Manchester United llamado James Haggerty encargó una pizza y cuando abrió la caja vio en el queso derretido la cara de Pep Guardiola. Como es de esperarse en las lógicas infalibles que rigen este tipo de noticias, el consumidor afectado reclamó a la pizzería por daños morales. Pidió que le devolvieran las siete libras y media de la pizza y cinco mil libras adicionales por daños psicológicos. La nota, que no vale ni la tinta que se usó en ella, ni la intoxicación por plomo que aportará su tenue mugre al planeta Tierra, merece, en cambio, creo yo, un momentito de pálida reflexión.

Imaginemos que los muchachos en la redacción de Sunday Sport no tuvieron mejor idea. ¿No la tuvieron? ¿Cuál es el proceso de selección de estupideces que llevó a pergeñar esta noticia y no cualquier otra? ¿Sólo hay “proceso creativo” en las obras logradas, o lo hay siempre, incluso en la idiotez? Nótese en el tono de mi pregunta la respuesta que yo mismo me estoy dando: hay proceso creativo –sobre todo y fundamentalmente– en la idiotez. Es eso lo que la torna peligrosa. Porque la idiotez consigue casi siempre presentarse como su contrario, como lo singular, como lo inteligente, como lo acabado. La inteligencia, en cambio, suele hacer movimientos de retirada. Por eso anda en falta y aparece poco entre los textos de este milenio.

El argumento es pavo y requirió cabezas mancomunadas en pos de una broma sustentable. Hubo que trucar la foto, encontrar un modelo con su camiseta granate, tunear el empapelado de una presunta cocina británica. Pero sobre todo, hubo que eliminar –en el arduo proceso de selección de la idea– todo peligro. Si la misma mentira hubiera sido sobre temas acuciantes (política, inmigración, islas en litigio, explotación, racismo, género) todo el proceso de creación se habría venido abajo. La nota atiende el mostrador de la corrección política. ¿Quién puede sentirse ofendido por una cosa así? El propio Guardiola no debe haber hecho más que sumar likes, entre otras cosas que debe estar sumando a dos manos el buen Pep.
Nadie sale herido. Lo cual no es poco mérito, pese a la falta de novedad: ya sabíamos de antes que el fútbol es de las cosas menos importantes que hay en el mundo. Y ésta no es más que la versión provisoria y aggiornada de las vírgenes en manchas de humedad, los Elvis en las tostadas y los Gauchitos Gil en las heces de los perros.