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Independencia económica: clave de la soberanía nacional

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FMI. El acuerdo con el Fondo es el fracaso de una política económica. | Cedoc Perfil

Ser buen líder significa conservar como aliadas a las mayorías. En palabras de Maquiavelo: “Uno que se convierta en príncipe mediante el favor del pueblo  debe conservarlo como aliado, lo cual le es fácil, porque el pueblo solo le pide no ser oprimido”. “Al príncipe le es necesario tener al pueblo de su parte, porque, si no, no tendrá remedio en las adversidades”.

Uno de los enormes desafíos para el gobernante es la conducción. El general Perón lo sostenía con claridad: “Para conducir a un pueblo, la primera condición es que uno haya salido del pueblo, que sienta y piense como el pueblo”. Vivir junto a la masa, sentir sus reacciones… ¡Cuán importante es desarrollar el arte del escucha!

El vocablo diálogo (del latín dialogus) es definido por la Real Academia Española como “la plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos”. La pregunta es: ¿Estaremos asistiendo a un diálogo de sordos?

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Indudablemente el Gobierno hace una lectura parcial de la realidad. Toda decisión política acarrea un sinnúmero de reacciones y afecciones e impactos para sectores de la sociedad. Ahora bien, ¿hasta dónde la ineficacia del manejo de la política cambiaria y monetaria traerá aparejado un achaque directo hacia la clase media?

Los tres pilares de la doctrina peronista son la justicia social, la independencia económica y la soberanía política. Bajo estos principios, la independencia económica está ligada a la autodeterminación frente a las presiones de los imperialismos; en tanto la soberanía radica en la voluntad popular que sostenía una organización política al armonizar los intereses individuales con los del bien general.

Los 57.100 millones de dólares acordados con el FMI deben leerse en clave de fracaso de una política económica o aún peor, ausencia quizás de estrategia, renuencia a presentar un plan consistente sostenible en el tiempo que involucre a todos y cada uno de los sectores productivos de un país que pide a gritos por “apostar a lo nuestro”.  El discurso del flamante presidente Emmanuel Macron: “Nous sommes la Nation française” es lo que brilla por su ausencia en nuestro país.

El navío ya perdió las velas y su timonel no sabe hacia dónde ir. Lo más peligroso de todo esto es la presencia de una tripulación a bordo sublevada con causa justa que exige cambios de rumbo. El conductor político recibe inspiración del pueblo y ejecuta sus demandas. Claro que la conducción es todo un arte. Como lo es la política. Para liderar primero hay que servir. ¿Quién es mayor, el que se sienta a la mesa o el que sirve? Se trata de un principio bíblico del brindarse sin condicionamientos.

Puede que los vacíos mentales nos lleven a situaciones de desequilibrio. El punto es cuando quien gobierna tiene el deber del atalaya, situarse por encima de las dificultades y avizorar con tiempo los peligros del desmanejo. El avance de la crisis económica al punto actual, donde la inflación ha socavado las bases de progreso de la clase media hundiendo, a su vez, a los sectores más vulnerables en un retroceso inaudito, nos permite concluir que se encuentra entre nosotros la desidia. El atalaya en tanto gobernante diligente no tuvo la pericia como para anticiparse a este escenario. Lastimosamente los diálogos no llegaron a tiempo y se prefirió una vez más bregar por el juicio de los de afuera. Hoy, la independencia económica está atrincherada.

*Analista política.
(@GretelLedo/ @influenciarORG).