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Je suis Pepe

Tras la denuncia del fiscal Nisman, muchos se acuerdan de Eliaschev, pero pocos resisten el repaso del archivo.

En estos días de luces y raids mediáticos, el fiscal confesó que se equivocó en no creerle a Pepe.
| Cedoc

Ahora que de repente el fiscal Alberto Nisman quiere meter presa hasta a la Presidenta por encubrimiento en el caso AMIA, muchos se acuerdan de Pepe Eliaschev. Pero pocos resisten el repaso del archivo, en este tema al menos.

En la mitad de la última semana de marzo de 2011 me llamaba Pepe, algo inhabitual en él. “Tengo algo muy importante para publicar, un título de tapa”, dijo. “¿No lo querés incluir en tu columna dominical?”, pregunté. “No, es un tema muy importante y necesito mucho espacio”, respondió, lacónico. Obviamente, tampoco me quiso decir el tema.

Sin ningún otro intercambio, me envió su extensa nota al mediodía del viernes 25 de marzo. La leí primero con atención, luego con asombro. Lo llamé. “Esto es gravísimo. ¿Tenés algún documento que podamos replicar? Porque te van a salir a desmentir”. “No. Ahí doy información precisa y pongo en juego mi nombre y mi trayectoria”.

Decidimos hacer el título principal de tapa y la apertura del diario del sábado 26 con la nota de Pepe. La seguimos al día siguiente y él retomó la cuestión el sábado 2 de abril. Lamentablemente, la revelación de Pepe en PERFIL causó menos impacto del que imaginábamos y merecía.

El ex periodista y canciller Héctor Timerman hizo lo de costumbre. No sólo negó la precisa información publicada sino que, sobre todo, cargó contra su autor, al que (des) calificó como “pseudoperiodista”.

En 2011, Nisman mostró un descreimiento total de lo publicado.

El propio fiscal Nisman subestimó la investigación de Pepe, al que llamó pour la gallerie a que declarara en la fiscalía, un hecho que dejó a Eliaschev con un sabor amargo: no se sintió escuchado. De hecho, como se muestra en esta misma edición de PERFIL, Nisman mostró en ese entonces un descreimiento total de lo publicado por este diario. Justo es decir también que, en estos días de luces y raids mediáticos, el fiscal confesó que se equivocó en no creerle a Pepe.

Tampoco las entidades representativas de la comunidad judía en Argentina tomaron la cuestión con seriedad. En algunos casos, varios de sus dirigentes estaban demasiado pendientes de sus oscilantes relaciones con el Gobierno. Otros, de las internas dentro de esas organizaciones. Más de uno, nunca públicamente, hasta se animaron a achacarle a la investigación de Pepe intencionalidad de favorecer a determinado grupo comunitario.

Sin embargo, lo que más le dolió a Pepe fue la casi total invisibilidad que le otorgaron sus colegas. De los medios oficialistas, recibió sólo ataques personales, que buscaron limar su credibilidad. De los críticos al Gobierno, apenas alguna mención minúscula. Claro, aún no había llegado con su tradicional Esto que pasa a Mitre, lo que lo excluía de la potente propaladora radial, gráfica, televisiva y digital del Grupo Clarín.

Intuyo que ahora tendría una mueca irónica al leer sobre las novedades de “su” tema. Y, exigente como era con los estándares profesionales, se disgustaría un poco con algunas reivindicaciones hipócritas. También, con ciertos profesionales que deberían explicar sus vínculos con la ex SIDE y el rol que tuvieron en la escandalosa e inconducente investigación del peor atentado terrorista de la historia argentina.