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La "bella indiferencia" de una Presidenta ausente

Una reflexión freudiana sobre el kirchnerismo y la angustia ciudadana.

Un Jefe de Gabinete que cada mañana pretende envolver a la ciudadanía con una retórica tan ampulosa como ineficiente.
| Ricardo Ceppi

Freud utilizó la expresión “bella indiferencia” para referir a cierta distancia afectiva que caracterizaba a una de sus pacientes.

Lo que confería singularidad al caso era que aquella mujer parecía desconocer su responsabilidad sobre angustias que padecía a causa — precisamente— de algo que había realizado.

Hace apenas unas semanas comenzaba en Córdoba una ola de saqueos que mantuvo en vilo a la sociedad.

Una conjetura muy verosímil señala que fue la tentación oportunista del Gobierno Nacional (al negar el envío de la Gendarmería para infligir un daño político al Gobernador José Manuel De la Sota), lo que terminó encendiendo la mecha del incendio que pronto se propagó a otras provincias.

Sin embargo, días después Cristina apareció bailando exultante en el festejo de los 30 años de la democracia, luego de sentenciar que la seguidilla de saqueos no había sido más que un intento para desestabilizar al gobierno nacional y popular, que representaría la quintaesencia de la democracia.

Desde hace dos semanas una intensa ola de calor transformó las ciudades en virtuales hervideros. Los cortes de luz fueron multiplicándose a lo largo de los días. Niños, ancianos y familias enteras sin agua. Edificios sin ascensores. Centros de salud que no pueden atender a sus pacientes. Comerciantes que han perdido su mercadería. Calles tomadas por protestas que los funcionarios no parecen querer escuchar.

Un Jefe de Gabinete que cada mañana pretende envolver a la ciudadanía con una retórica tan ampulosa como ineficiente.

Un Gobierno Nacional cuya principal acción, hasta ahora, consistió en señalar la responsabilidad de las empresas de energía a las que amaga con quitarle las licencias. Y una Presidenta que está ausente, como en tantas otras ocasiones en que el infortunio se hizo presente.

Algún día, sociólogos, historiadores y analistas políticos teorizarán sobre el kirchnerismo.

Como ocurre con cualquier ejercicio histórico, probablemente se proceda a un análisis político-estructural de aspectos macro, tales como el modelo económico, la estructura distritibutiva, la política de derechos humanos, la tensión con los medios, el relato, la sanción de leyes sobre libertades civiles, y otras facetas políticas.

Difícilmente se centre en detalles tan precisos y reveladores como la indiferencia presidencial ante las angustias ciudadanas; sobre su profunda insensibilidad ante el sufrimiento del otro; sobre la recurrente vocación de auto situarse en esa especie de Olimpo autoconstruido, donde habitarían los espíritus más sensibles y las mentes más lúcidas.

Hace apenas unos meses, en un rapto de lucidez lingüística, Cristina sentenciaba que “La Patria es el prójimo”. Ese prójimo que hoy está abandonado a su suerte. Y sujeto a la triste indiferencia presidencial

(*) Director de González-Valladares Consultores.