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La costilla del PRO

Un eventual peronismo unido en 2017 sería un problema más difícil de solucionar para Cambiemos que el cepo, la inflación y el déficit juntos.

Massa y Macri, al anunciarse que van juntos a Davos.
| Cedoc

Tanto precisaba Macri fisurar al PJ, que fisuró su propia costilla. Si no divide al peronismo, en marzo cuando comiencen las sesiones ordinarias del Congreso, gobernar le será aún más complicado. El cambio de invitación a Davos, Massa por Scioli, habla de la dificultad de su tarea. Y la cumbre veraniega de Massa con Urtubey y Bossio representa directamente su peor pesadilla: un PJ unido sumando al Frente Renovador, y hasta Rodríguez Saá, podría ser invencible en las elecciones del año próximo. Y si Cambiemos no lograra triunfar en las elecciones de 2017, sus posibilidades de llegar con éxito a 2019 serían muy reducidas. Apenas lo consoló que Scioli no aceptara ir al cónclave organizado por Massa y que el líder bonaerense de La Cámpora José Ottavis se incinerara solo en su romance con Xipolitakis.

Cuando, hace un año, Cristina Kirchner se fracturó el tobillo –también en un accidente doméstico–, fue inevitable asociarlo con la metáfora política del pato rengo al final de su mandato. La costilla de Macri fuera de servicio en la génesis de una presidencia del PRO remite a la costilla de Adán como metáfora bíblica del comienzo (aunque lingüistas hebreos sostienen que se trataba del báculo, hueso peneano presente en la mayoría de los mamíferos y justo no en el hombre).

Literalmente, María Eugenia Vidal como gobernadora de la provincia de Buenos Aires es una costilla del PRO. Y la noche que Macri se fisuró concluía un día en que quedaban doce ex empleados públicos heridos en La Plata tras un enfrentamiento con la policía, que trató de dispersar su manifestación mientras los Lanatta y Schillaci todavía ponían en ridículo a las fuerzas de seguridad.

Macri cumple hoy su primer mes como presidente y, además de precisar descansar diez días, ya tuvo que ir a hacerse un chequeo a la Clínica Favaloro después de sentir un malestar que le impidió jugar el partido de fútbol entre funcionarios con que “inauguró” la Quinta de Olivos el martes pasado; terminó también la semana fisurándose la costilla.

Aunque al nacer Antonia dijo que se sentía un padre abuelo, Macri no tiene edad para que sus huesos estén frágiles, por lo que una fisura de costilla tendría que haber sido producida por un golpe o una caída fuerte. Decir que fue jugando con la hija es la mejor versión posible porque con una nena nadie se atreve a profundizar. Pero si se hubiera comunicado que se cayó solo o practicando alguna actividad física, podría haber recibido distinto tipo de críticas. La foto que Macri tuiteó al día siguiente de su accidente, pintando con acuarelas y lápices de colores dibujos infantiles junto a su hija Antonia, revela la importancia simbólica que tiene la hija del Presidente para su imagen y explica su omnipresencia.

La fatiga y la salud de los presidentes es un tema recurrente: todos sufren en su cuerpo el desgaste

Pero cualquiera haya sido la causa de su caída y fisura, la acumulación de agotamiento, malestar físico y accidente en sólo un mes genera lógica preocupación por la fortaleza de Macri. Es enorme la cantidad de dificultades que tendrá que atravesar siendo el primer presidente que surge de un partido nuevo sin estructuras nacionales y, consecuentemente, con una reducida cantidad de legisladores. Los recurrentes problemas de salud de los presidentes refuerzan estadísticamente esos temores.

La edad de los presidentes es otro punto importante, en menos de un mes (el 8 de febrero) Macri cumplirá 57 años. Alfonsín asumió con 56, Menem asumió con 59, De la Rúa con 62, Néstor Kirchner con 53 y Cristina Kirchner con 54. Macri asumió con el promedio exacto de edad de sus predecesores, y todos ellos sufrieron en su cuerpo el desgaste que produce el ejercicio de la presidencia.

Después de cinco años de estancamiento, la necesidad de que Argentina vuelva a crecer hace que una parte significativa de la audiencia de los medios de comunicación se moleste cuando le marcan críticas a Macri, el PRO o Cambiemos. Incluso cuando no se los critica sino simplemente se expone el tamaño de los desafíos que enfrentan frente a la insuficiencia de herramientas con que cuentan, algunos lectores de PERFIL testimonian su desagrado votando –no pocas veces– en mayor proporción “no me gusta” que “me gusta” al final de las columnas de opinión, al revés de lo que sucedía cuando todavía Cristina Kirchner era presidenta. Curioso en un diario como PERFIL, donde uno de sus panoramistas de Política, Jorge Sigal, fue designado secretario de Medios Públicos, y el panoramista de Economía, Enrique Szewach, fue designado vicepresidente del Banco Nación.

María Eugenia Vidal surgió de una costilla de Macri, su temor es que Massa termine siendo otra costilla

La crítica sobre los errores ya cometidos que pueda hacerle el periodismo a un político en funciones, como la advertencia sobre aquellos que podría ahorrarse, son más útiles en un gobierno que se inicia. Pero cada uno precisa cometer él mismo sus equivocaciones. Cuando aún falta conocer la tenacidad y resistencia que opondrá la realidad, se sobrevalora la fuerza de las ideas. Esa es la fase de ingenuidad de los gobiernos recién llegados pero también la de su impulso creativo. El comienzo de lo que todavía no fue puesto a prueba orienta el pensamiento hacia lo infinito, hacia la convicción de que se realizará algo grande. La experiencia luego acomodará las expectativas pero también es cierto que sin esa ingenuidad previa se hubiera hecho imposible lanzarse a la acción; en el caso de Macri, tomando el riesgo de querer ser presidente con un partido de sólo diez años.

Probablemente, Macri haya cruzando ya la etapa de la ingenuidad, y su fatiga en diciembre como su malestar físico en enero puedan ser síntomas de un proceso de maduración política. Un eventual peronismo unido en 2017 sería un problema más difícil de solucionar para Cambiemos que el cepo, la inflación y el déficit juntos. Así como María Eugenia Vidal pudo ser una exitosa costilla del PRO, no habría peor maldición que el hecho de que Massa terminara siendo otra costilla del PRO, haciendo como hizo Menem cuando el PJ perdió con Alfonsín, acercándose en este caso a Macri para luego vencerlo como opositor.