COLUMNISTAS
EL REVUELTO FRENTE INTERNO DE INDEPENDIENTE

La crispación tiene color Rojo

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Los sectores más duros de la clase media hablarían de “crispación” si hubiesen estado en la cancha de Independiente el lunes pasado. Pero no después del partido con Argentinos, que terminó 1-1, sino antes.

A las 18.15, una hora antes del comienzo, jugaban las reservas. Casi nadie sabía cómo iban, pero la intolerancia se empezó a hacer notar. “Che, 15, sos un tronco, andate”, le gritaba un plateísta desaforado a un chico que debía tener no más de 17 años y del que, por supuesto, no conocía un solo dato.

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Ahí empezó a tener más sentido algo que podía verse en la calle Alsina, yendo desde los “Siete Puentes” hacia el Libertadores de América. En una pared blanca, ubicada debajo del primer puente del Ferrocarril Roca que uno encuentra en el camino, la leyenda estaba escrita en aerosol negro: “Comparada ladrón, vas a morir”. Estamos en tiempos en que cualquier imbécil dice cualquier cosa de una persona pública sin tener un solo argumento válido, pero estaba escrita en un lugar en el que todos los hinchas y socios del club lo vieron. Esto habla a las claras de una movida organizada. Nada justifica semejante estupidez, ni siquiera una cuestión política.

No fue todo. Cerca de cien metros más adelante, en una ubicación similar, otra leyenda: “Menotti golpista”. Allí, en esas dos acusaciones anónimas –despreciables, como toda acusación anónima– puede empezarse a explicar la tumultuosa vida que vive Independiente. Una victoria o un buen empate con River mañana podrá servir como bálsamo, nunca como remedio definitivo. Independiente tiene demasiadas frentes abiertos, de difícil solución inmediata. Hoy, el equipo no goza de la confianza de los hinchas ni de la prensa. En el fútbol, todo puede cambiar en un instante, obviamente. Pero la desconfianza tiene apellidos varios: Gallego, Piatti, Mareque, Comparada.

La acusación de golpista a Menotti está directamente vinculada a la no renovación del contrato del Tolo. El DT lo negó, pero la realidad es que venía tambaleando en la consideración del mánager en el Clausura pasado y la forma en la que perdió con Argentinos en La Paternal (ganaba 3-1, perdió 3-4, sacó a Núñez, puso a un lateral) terminaron con Gallego. Comparada y Menotti hablan de “evaluación”. La realidad es que Gallego no ponía a los jugadores del “Selectivo” que dirige Cayetano Rodríguez, técnico de larga carrera e íntimo amigo de Menotti, lo que generó roces entre Cayetano y Gallego; por supuesto, Menotti jugó sus cartas en favor de su amigo, disfrazándolo de “proyecto integral”.

Menotti y Gallego se reunieron en la noche triste del 9 de mayo de 2010, tras el desastre de La Paternal. El Tolo lo negó, pero la reunión existió. Menotti le dijo que, si pensaba defenderse en una cancha tan chica, “hubieses puesto a Velázquez (Julián), que cabecea todo lo que le tiran, y no a un lateral”. Gallego sólo escuchó e intentó una débil defensa. Aclaró que había sacado a Núñez porque el delantero le pidió el cambio.

Menotti escuchó y pensó. Ya tenía resuelto proponerle al presidente no renovar el contrato de Gallego. Lo que más le molestaba era la ruptura entre Gallego y el trabajo de inferiores que, según Comparada y Menotti, es excelente. Gallego dice en la intimidad que no es tan “excelente”. Afirma que no hay pibes que rompan el molde y que casi ninguno de ellos está para explotar en Primera. Las actuaciones de Leonel Galeano y Julián Velázquez parecen desmentir a Gallego. Las insulsas apariciones de Patricio Rodríguez parecen desmentir al presidente y al mánager.

Hay otra cuestión que excede a Gallego, y que mostró algunas puntas cuando ya Garnero estaba en el club: la precaria situación económica de Independiente. Comparada quiere ocultarla, pero pasaron cosas que le corrieron el velo, como las inhibiciones que presentaron Colón y Gimnasia de Jujuy por los plases de Gandín y Busse, y el hecho de que el club no pudo retener a Ignacio Piatti.

En ese contexto, y con el estadio a medio hacer, logró hacerse de refuerzos. O de incorporaciones, el tiempo dirá. Por lo pronto, en el primer partido, con Vélez, jugaron Nico Cabrera, Battión, Pellerano y Pacheco, cuatro de los nuevos. Contra Argentinos quedaron Battión y Pacheco. Si a los cuatro que nombramos le sumamos a Maxi Velázquez (traído para suplir a Mareque antes de que Mareque se fuera, pero Mareque no se fue ni se va a ir, parece) y Parra, habrá seis refuerzos.

Hacer juicios definitivos sobre el acierto o el error de contratar a Garnero es apresurado. Van dos partidos. Independiente jugó muy mal con Vélez y mejoró sensiblemente contra Argentinos, al que debería haberle ganado.

La vida interna del club está muy revuelta. El cruce Menotti-Gallego, las pintadas, los problemas económicos, el estadio sin terminar y el equipo a medio armar, son cuestiones densas. La impaciencia de los hinchas, el rumor ante cada desacierto, el cuestionamiento prematuro al trabajo de Garnero, tienen que ver con manejos poco claros, con lo poco y mal que se informa de lo que pasa y, por supuesto, con un título que no llega hace ocho años.

Por estos días, Comparada y Menotti deberán esconder los libros de la historia de Independiente. La presión que sale de allí sólo será paliada por una victoria en el Monumental, escenario que no ha sido generoso con el Rojo en la historia. Ni siquiera cuando el equipo metía miedo de sólo nombrarlo.

Esos tiempos, los del temor que infundía la camiseta color sangre, no son éstos, claro está. Y no es la paciencia la característica más saliente de los hinchas del Rojo. Presidente, mánager y entrenador lo saben de sobra.