COLUMNISTAS
Defensor de los Lectores

La danza de los millones

“Los ‘duendes de imprenta’ no existen”, rezaba en su primera edición el Libro de estilo del diario El País de España, según la cita que hiciera allá por enero de 1990 José Miguel Larraya, ex Defensor del Lector del periódico madrileño.

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Omisión. Infografía errónea mal corregida en Economía. | cedoc

“Los ‘duendes de imprenta’ no existen”, rezaba en su primera edición el Libro de estilo del diario El País de España, según la cita que hiciera allá por enero de 1990 José Miguel Larraya, ex Defensor del Lector del periódico madrileño. Con esta definición, decía, el diario quiso “poner fin a una piadosa ficción en la que los periodistas nos hemos escudado tradicionalmente”, y concluía: “Los errores y las erratas, dos conceptos distintos que aparecen diariamente en los periódicos, son responsabilidad directa de las personas que hacemos el diario”.

Y es, en verdad, así. Lo que en esta columna he calificado no pocas veces como “conejos” escapados del teclado, como errores más o menos graves, como horrores incalificables, afecta de manera directa a los lectores de PERFIL, que demandan excelencia tanto en la administración de los datos como en el tratamiento de las fuentes y en el contenido final que les llega cada sábado y domingo. Esto exige un compromiso de hierro en cada integrante de la redacción.

Un análisis hecho por quien esto escribe en lo que va de 2018 lleva a la conclusión de que más de la mitad de los contenidos poco felices contuvieron errores de transcripción o información no certera (cuando no falsa, hay que aceptarlo). Dos de cada diez fueron nombres mal escritos, equivocados o no coincidentes con las actividades de personajes citados. Y cerca del 15 por ciento corresponde a cifras erróneas (mal cálculo de cantidades, equívocas interpretaciones o errores de concepto, transcripciones incompletas, etc.). A este último ítem corresponde lo que sucedió una semana atrás, el domingo 22, con la infografía que ilustra buena parte de la apertura de la sección Economía, en la página 22. El título de la nota (anunciada en la tapa del diario), fue “Quiénes operan la deuda que coloca Macri para mantener el dólar calmo”. El espacio, en base a datos aportados por la agencia Bloomberg, registra catorce compañías (del mundo de las finanzas), con sus correspondientes tenencias de nuevos bonos. ¿Cuál fue el error cometido? No expresar que los montos refieren a millones de dólares, con lo cual resultaban irrisorios.

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Este ombudsman pidió al editor de Economía, Jairo Straccia, una explicación acerca de la anomalía. Respondió, haciéndose cargo de su responsabilidad: “Hubo un error mío en la vorágine del cierre, al no dedicarle unos minutos a la corrección a conciencia de la tabla, y así se me escaparon dos cuestiones fundamentales: cambiar puntos donde iban comas (la fuente son las pantallas de Bloomberg, con toda nomenclatura en inglés) y agregar “millones” arriba a la izquierda, donde dice “en dólares”, para que se entendiera que estábamos hablando justamente de millones de dólares”.

Un mayor compromiso con la precisión debe ser parte de la política habitual en este diario, como también la aceptación del error cuando se comete. Hace no mucho tiempo, esta columna se ocupó de la necesidad de reconocer las equivocaciones cuando han ocurrido, en aras de solidificar la relación con los lectores y evitar la pérdida de confianza en el medio. No es muy común ver esto en otras publicaciones argentinas, aunque sí es una conducta habitual en otros países y en publicaciones que cuentan con defensores de sus usuarios. Más en tiempos de crecimiento de las fake news (noticias falsas) y la posverdad como línea editorial (más énfasis en interpretar, impactar sobre la sensibilidad del público, y menos en registrar lo que verdaderamente ocurre). Seguramente por su condición de editor de BuzzFeed, una empresa estadounidense de medios de comunicación de internet (espacio en el que es creciente la ausencia de un alto rigor en la administración de datos y cifras en periodismo), el periodista canadiense Craig Silverman se convirtió en uno de los mayores expertos en el análisis y búsqueda de errores en los medios. La corrección bien hecha, el chequeo de lo que será publicado, genera confianza en el medio, ha escrito, agregando que “los lectores no pierden la confianza cuando ven el reconocimiento de los errores; al contrario: ayudan a construirla porque la gente sabe que metemos la pata”.

Otro caso. Es correcta la crítica del lector Luis Fernando Guerrero (véase el Correo de hoy): en la página 2 del suplemento Cultura, se dice que Carmen de Patagones es “un pueblo al sur del país”, cuando esa ciudad (no pueblo) es la más austral de la provincia de Buenos Aires pero no pertenece al sur del país. Tiene razón el lector al sentirse afectado: aunque PERFIL sea un diario de circulación nacional, se suelen cometer errores de apreciación respecto de lugares de la Argentina que no pertenecen al área metropolitana. Porteñismo, al fin.