COLUMNISTAS
infiernos

La derecha psicodélica

default
default | Cedoc

La literatura da para todo tipo de mutaciones. Platero, el burro de Juan Ramón Jiménez, se convierte en el líder de una distopía y podría llamarse tranquilamente William Burro. Se acaban de cumplir cien años del nacimiento de William Burroughs, un escritor central de la derecha psicodélica americana. A diferencia de los escritores de izquierda que tienen que dar cuenta de un mensaje social, los escritores de derecha suelen escribir mejor porque no tienen ese Super yo hostigándolos. Burroughs fue un hombre delgado, parecido a un visitador médico y adicto a las armas. Mató a su mujer Joan, en México, mientras jugaban a dispararse con una manzana en la cabeza. Burroughs le erró. Hay una parte de su obra que es sencilla y precisa, casi convencional: Yonqui, Queer. Hay otra parte a la que podríamos considerar experimental: El almuerzo desnudo, la trilogía Nova. Burrouhgs, al igual que Maradona, es creador de sentencias, títulos y apodos geniales. El término heavy metal con el que se va a bautizar a ese género musical, surge de su libro La máquina blanda. “El lenguaje es un virus del espacio exterior” es también una hermosa frase que podría ser un graffitti en todas las ciudades del fin del mundo. En el libro El trabajo, de conversaciones con Daniel Odier, Burroughs propone la utopía de un mundo formado por colonias donde los jóvenes son separados de sus madres. En un libro de Víctor Bockris, Burrougs es retratado encerrado en un bunker, armado con gas mostaza y bastones. William Burrougs fue un astronauta de a pie que conectó con el viaje mental de muchos contemporáneos y trató de hacerle trampas al lenguaje mediante recursos técnicos de escritura sofisticados. A veces, leerlo es difícil, como el discurso de un amigo que entró en un brote psicótico. Como en la psicosis, lo que dice enmascara una pérdida, una verdad central. Y no es romántico, es horrible: explica que la vida es un infierno sin posibilidad de buen final.