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La derrota del "estilo C"

Por Germán Angeli (*) | Del cambio de aire, a reforzar la lógica binaria K. Cómo se diluyó el rol de Jorge Capitanich.

Capitanich en noviembre de 2013. Inauguraba el "estilo C".
| Cedoc.

Parece que fue ayer cuando Jorge Capitanich asumía, fines de noviembre de 2013, la jefatura de Gabinete de ministros. Habían salido del Gobierno de Cristina hombres y mujeres fuertes, de estrecha confianza de la Presidenta: Juan Manuel Abal Medina, Mercedes Marcó del Pont y Guillermo Moreno. También le habían dado salida a Hernán Lorenzino, el titular de Economía, autor del "papelón inflacionario" con una periodista griega.

Cristina volvía al escenario político luego de una licencia médica. El 8 de octubre de ese año, la Presidenta había sido operada de un hematoma craneal, en la Fundación Favaloro. Había enviado un mensaje por televisión desde Olivos y había protagonizado la jura de los nuevos ministros, en el Salón Blanco de la Casa Rosada. Entre ellos, la de Capitanich. Nada más.

La figura del flamante jefe de Gabinete llegó para traer cierto alivio a Cristina Kirchner. Sería un apoyo luego de la derrota electoral de ese año y de evidentes problemas económicos. Para Capitanich, el "ascenso" significaba un escalafón desde donde proyectar su candidatura presidencial. 

Nadie imaginaba dos semanas antes de estos cambios que el Gobierno iba a comenzar a brindar conferencias de prensa, con preguntas abiertas. En sus primeras 48 horas, Capitanich habló dos veces con periodistas acreditados en Casa Rosada y prometió que el ritual se repetiría todos los días. Su llegada representó un cambio de estilo en el mundo kirchnerista. Un "Estilo C".

Hoy, el jefe de Gabinete rompió un ejemplar de Clarín por errores en dos de sus notas. Acusó al "medio opositor" de ser "mentiroso". "Todo es basura y mentira", dijo sobre una columna de opinión de Eduardo van der Kooy y sobre otra nota firmada por Nicolás Wiñazki y Daniel Santoro. Luego tomó las hojas y las rompió ante cámara, en varios pedacitos. 

La incongruente reacción de Capitanich, por más que sea en contra del archienemigo mediático del kirchnerismo, es propia del estilo K. Pero no deja de sorprender que lo haga a menos de una semana de que la propia Presidenta haya insinuado teorías en torno a la muerte del fiscal Nisman, y que todas ellas fueran desmentidas en menos de 24 horas. O que desde medios oficialistas se haya publicado un video afirmando que Diego Lagomarsino participó en marchas de Cromañon, para alimentar así la teoría K de que el asesor informático de Nisman es un espía encubierto. Quien aparece en las imágenes es en realidad Pablo Plotkin, periodista de la revista Rolling Stones. Parafraseándolo a Capitanich, eso también "es mentira y basura". 

El jefe de Gabinete pudo haber desmentido el contenido de las notas y haber solicitado la rectificación pero eligió el show y la confrontación mediática. Así es como mejor se refuerza la lógica binaria K (amigo - enemigo). El renovado marketing político que inyectó en sus primeros días se diluyó. Su viraje comunicacional significa la total derrota de lo que alguna vez se denominó -si existió- "estilo C". 

Actualización (martes): Esta columna fue escrita y publicada ayer, lunes 02 de febrero. Pero la realidad argentina es tan cambiante, que vale una actualización. Esta mañana el jefe de Gabinete agregó una nueva “mentira y basura” originada desde el propio Gobierno a las ya señalada en esa nota de opinión.

Hoy Clarín dejó expuesto al jefe de los ministros K al publicar los documentos que ratifican que el fiscal Nisman había pensado en solicitar la detención de la Presidenta. En lugar de reconocer el error y disculparse por la el exagerado montaje de ayer, volvió a pegarle al grupo Clarín. 

(*) Editor General de Perfil.com. En Twitter: @germanangeli