En una semana rica en mensajes del Gobierno hacia el empresariado, lo que quedó no fue lo que se
dijo sino la percepción que ese heterogéneo público tiene sobre el presente y el futuro de la
economía argentina.
Mientras los empresarios hacían la amansadora de costumbre en el acto de la UIA, la pregunta
que circulaba de mesa en mesa no eran especulaciones políticas sobre el nombre del próximo
presidente sino cuál de los dos cónyuges K sería el principal orador.
En el Precoloquio de IDEA, al que concurrió la candidata oficial como invitada estrella, si
bien lo medular estuvo de parte de la presentación de investigadores del ITBA sobre la problemática
energética, oír en ese ámbito a Cristina Fernández de Kirchner era el plato fuerte. La pregunta
sobre inflación no se hizo esperar y la respuesta de la senadora se alineó con la política de su
marido: se refirió al INDEC. La época en que el villano de la película era el secretario Guillermo
Moreno parece haber quedado atrás. Y no porque se lo haya castigado (había apuestas de que no
pasaba el invierno), sino porque sus energías se canalizan ahora en dos frentes: el control de los
precios por su medición y la batalla contra Shell. Mientras el Presidente elogiaba la credibilidad
del INDEC, en una mesa de la reunión convocada por la UIA, Hugo Moyano ponía a todos los institutos
estadísticos en la misma bolsa, mediocre y falaz: todos mienten, aduciendo que hasta en los Estados
Unidos los indicadores no reflejan la realidad. En lo que el líder camionero sí tiene razón es en
que la evolución económica dispar de ingresos entre las capas de la población hace que la inflación
de unos no sea la de otros... pero de allí a que no sea la de ninguno hay un gran trecho. Tanta es
la tarea de demolición institucional que se realizó sobre el ente que los sustitutos del índice de
precios florecen: inflación en provincias, precios mayoristas, extrapolación del IVA, por citar los
más recientes. Reemplazar a los casi 90.000 puntos de medición que realiza el INDEC para establecer
el IPC no es ni fácil ni barato. El camino más lógico es el ahora anunciado: normalizarlo, pero no
“desnoventizarlo”, como soslayó K desde el atril, como si los números tuvieran signo
ideológico. Una pista de este cambio podría ser el sorprendentemente realista aumento de la canasta
básica de agosto (2,2%) aunque el índice general siga maquillado en un curioso 0,6%.
En este punto se conecta el otro flanco vulnerable en las cuentas empresarias: la eficiente
acción sindical por lograr aumentos consistentes de salarios, recuperando poder e ingresos desde el
bajón de la crisis de 2002. Tanto que es un secreto a voces que en las compañías world class la
tarea para el hogar es la de remozar la pirámide salarial, achatada tras sucesivos aumentos de
convenio.
También pesa el temor a que las soluciones a la crisis energética no alcancen a llegar a
tiempo para evitar otra emergencia como la de julio pasado, esta vez con la demanda estacional del
verano. En este contexto se puede leer el conflicto abierto entre Shell y el Gobierno. En voz baja
muchos empresarios consideran a su presidente, Juan José Aranguren, como un titán, pero a la hora
de la verdad, queda solo en su pelea. Nadie quiere quedar expuesto en la línea de tiro oficial. La
noticia de que Petrobras también sería inspeccionada en el sugestivo raid ambiental de la
secretaria Romina Picolotti y de que Esso haría pronto las valijas se descifraba en un ambiente
enrarecido. Lo cierto es que ni hay caza de brujas en el sector ni tampoco una empresa petrolera se
vende de un día para otro como un auto. Es quizás la maniobra de distracción para ajustar cuentas
con la angloholandesa que, recordemos, sufrió el primer boicot K un mes luego de haber quedado
expuesta la voluntad de PDVSA.
También cabe destacar la promesa presidencial de que su eventual sucesora volverá a las
fuentes controlando un superávit del 4% del producto, piedra angular de la política económica K:
generar un colchón que asegure la docilidad provincial, la orientación de la obra pública y el
sostenimiento de un tipo de cambio más cerca de los deseos industriales (que incluso tuvieron como
postre la cesión de un terreno recientemente desalojado en Parque Patricios para un predio ferial).
Las buenas formas mostradas en el encuentro de IDEA por la senadora siembran en un terreno abonado
por la desconfianza. Hará falta mucho más que un medido lifting comunicacional para ganarse la
voluntad de los que toman decisiones de canalizar inversión y generar empleo en la Argentina.