Aunque no llegó a cumplir 50 años como presidente de Cuba, no hay duda de que Fidel Castro ha
registrado un récord que nadie (afortunadamente) superará en materia de permanencia en el poder. El
régimen que Fidel erigió en casi 17.000 días de gobierno ya no puede encontrar justificación a su
encierro, a su desigualdad, a la opresión sofocante y despótica que ejerce invocando algunos logros
indudables en el terreno de la educación o la salud: producir súbditos o prisioneros saludables o
cultivados no puede ser considerado una virtud.
Tanto el Comandante como yo hemos expuesto con franqueza nuestras profundas diferencias. La
frontalidad de nuestros choques no incluyó nunca la falta de respeto. Una vez coincidimos en
un ascensor. “Oye, chico –me dijo–, me cuentan que estás haciendo declaraciones
duras en contra de mí”. “Mira, Fidel –le respondí–, será mejor que no mires
el diario porque si lees lo que dije sobre tu gobierno se producirá algún cortocircuito”. Nos
reímos mucho. En otra ocasión, me llamó por teléfono para pedirme que viajara a la cumbre que se
realizaría en La Habana. Le dije que no iría: “Sabes que tengo un profundo afecto por Cuba
–le dije–, pero no puedo viajar donde impera una tiranía. En la Argentina hemos sufrido
mucho bajo regímenes dictatoriales”. “Oye, chico –me retrucó–, estás
equivocado: no hay régimen más democrático que el cubano”. El me enviaba a menudo los
excelentes cigarros Cohiba que por fortuna no perdieron su calidad ni siquiera con el comunismo. Yo
le retribuía con algunos magníficos productos de La Rioja. Así como votamos en Naciones Unidas a
favor de la vigilancia del ejercicio de los derechos humanos en la isla, también nos opusimos
siempre al embargo estadounidense, una medida que Castro utilizó todo el tiempo como excusa para
explicar sus desastres económicos.
Siempre consideré que Cuba es una totalidad formada por la suma de la isla y la diáspora. En
la reunión de la inmensa energía social, hasta ahora reprimida por el régimen, con esa otra energía
movida por la cultura y la práctica del capitalismo (la Cuba del exilio) reside la clave para que
sea uno de los países más pujantes de América.
*Ex presidente de Argentina y actual senador por La Rioja.