COLUMNISTAS

La muerte de Nisman nos disminuye

Por Cristina Perez (*) | Parece obvio decir que nadie estápor encima de la ley. Pero resulta un territorio utópico en la Argentina de hoy.

Alberto Nisman.
| Cedoc

“La muerte de cualquier hombre me disminuye porque soy parte de la humanidad. Por eso no preguntes por quién doblan las campanas; siempre doblarán por tí.”

Ciertamente “ningún hombre es una isla” como se titula este poema de John Donne. Somos todos uno en ese instante en que nos concebimos humanos. La partida del fiscal Nisman sin embargo agrega a la consternación existencial frente a la muerte, su rol simbólico como hombre de la justicia, un bien común de las sociedades que encuentran en su amparo y en su imperio la mayor garantía para compartir un destino.

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Por lo tanto, si la vida de un hombre de la Justicia es interrumpida en forma violenta en el intercurso de su tarea de servicio, esa interrupción constituye un ataque directo a todos los miembros de la comunidad en su derecho de justicia.

Por eso, la muerte de Alberto Nisman, nos hizo morir a todos un poco como sociedad. Fue la aniquilación del camino de la Justicia en reparación por la aniquilación de vidas humanas en manos del terrorismo. Y resulta imposible pensar en otro camino que no sea la persistencia en la búsqueda de justicia y verdad para exorcisar los demonios que buscan corroer aún más a instituciones que se muestran exhaustas.

Si el ataque es contra la Justicia, como un bien inalienable, la respuesta sólo puede ser más Justicia. La Justicia no es un bien personal de jueces o fiscales pero ellos la encarnan de acuerdo al sistema que nos rige como Nación y en ese tenor deben ser sujetos de valoración más allá de sí mismos. No es fuera de ese marco institucional, sino en su pleno funcionamiento, donde puede hallarse algún antídoto.

Parece obvio decir que nadie está por encima de la ley. Pero lo evidente resulta por momentos un territorio utópico en la Argentina de hoy. Apegarse al funcionamiento republicano no es una opción, es el mandato de nuestra constitución, para todos los hombres que viven bajo su manto unificador y para los que guían los destinos de la comunidad cumpliendo roles institucionales derivados o no del voto.

A cada uno, “nos disminuye” desde lo humano la muerte del Fiscal Nisman, porque como hombres y mujeres “no somos una isla”. A todos nos disminuye como Nación la muerte del Fiscal Nisman si es que intentamos compartir un destino mejor. Ese destino no puede ser mejor si no hay garantía para la vida de quien persigue Justicia por el horrendo crimen de otras vidas.

Nisman es el muerto número 86 de la Amia. Todos somos menos sin su vida. Todos seremos menos sin verdad y Justicia por su muerte.

(*) Periodista. Publicado en www.cristinaperez.info