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Elecciones y decisiones

La no-grieta de Chile

Bachelet y Piñera se saludaron tras el balotaje. Un mensaje democrático que no pudieron dar Cristina y Macri. Consenso y tolerancia, frente a la violencia y la polarización.

Saludo de Bachelet y Piñera
Saludo de Bachelet y Piñera | Cedoc

"Lo felicito por su macizo triunfo. Hemos sufrido una dura derrota". No había terminado la noche cuando el senador oficialista Alejandro Guillier reconocía ante el opositor Sebastián Piñera el triunfo de la derecha en el balotaje de Chile. "Yo le tengo un gran aprecio a Guillier, más allá de nuestras legítimas diferencias, hay cosas que nos unen. Chile necesita acuerdos, más que enfrentamientos", agregó el presidente electo que regresará a La Moneda.

Los candidatos que se saludan amablemente acababan de protagonizar una segunda vuelta que se presentaba muy reñida y que definía el jefe de Estado por los próximos cuatro años. Los candidatos eran también las caras visibles de dos modelos antagónicos: Piñera representa a la centroderecha política, al neoliberalismo económico y al conservadurismo social; mientras que Guillier refleja a la centroizquierda política, al estatismo económico y al progresismo social. Eso no impidió que ambos se mostraran cordialmente en la TV.

Si algún argentino envidiaba esas imágenes, la televisión chilena guardaba todavía algo más para mostrar en la no-grieta de Chile. Hacia el final de la jornada, la presidenta Michelle Bachelet se comunicó en vivo con Piñera para felicitarlo por su triunfo.

–Quería llamarlo para felicitarlo por su triunfo y desearle una muy buena gestión en su mandato porque usted y yo queremos a Chile, queremos nuestro país y queremos lo mejor para todos –comenzó Bachelet–. Así que quería yo poder decírselo por teléfono, pero viéndonos como nos estamos viendo en la pantalla, y como nos está viendo todo Chile, y desearle muchos éxitos.

–Presidenta, la agradezco mucho sus palabras –respondió Piñera–. Nunca he tenido la menor duda de que tanto usted como yo queremos lo mejor para Chile y le quiero pedir algo, porque yo sé que su experiencia y su sabiduría como Presidenta nos pueden ayudar mucho en los caminos del futuro, así que espero tener la oportunidad de conversar con usted y recibir su sabios consejos y toda la experiencia que usted tiene como Presidenta de todos los chilenos.

–Por supuesto, Presidente –siguió Bachelet–. Así como usted sabe que, cuando ha habido temas de Estado, yo los he convocado y siempre he contado con el apoyo de usted, de sus opiniones y sugerencias, lo mismo usted podrá contar conmigo. Presidente, como es una tradición republicana, a usted le parecería bien que yo fuera mañana a verlo a su casa a una hora que concordemos para conversar sobre la coordinación sobre lo que va a ser el traspaso.

–Presidenta, la invito si quiere a tomar desayuno mañana en mi casa con los brazos abiertos –completó Piñera–.

La presidenta y el presidente electo están en las antípodas ideológicas. El pasado reciente sirve para demostrarlo: el padre de Bachelet fue torturado y asesinado por oponerse a la dictadura de Augusto Pinochet, mientras que muchos votantes de Piñera reivindican al dictador hasta la actualidad y algunos fueron a celebrar el triunfo de ayer con un busto del genocida chileno. Eso no impidió que ambos líderes se mostraran ante los chilenos superando sus diferencias para el beneficio de todos.

Mientras Bachelet y Piñera se saludan, se respetan y se invitan a tomar el desayuno, Cristina Kichner y Mauricio Macri se esmeran en polarizar a sus votantes, en alimentar la grieta y el odio. Desde hace décadas, Chile apuesta por el diálogo. En la Argentina prevalecen la radicalización y la construcción de un enemigo. No cambiamos.