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La personalidad autoritaria (I)

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Escuela de Frankfurt. Max Horkheimer y Theodor Adorno, investigadores. | Cedoc Perfil
Terminada la Segunda Guerra Mundial, analistas políticos, filósofos, pensadores sociales y psicoanalistas se preguntaron por qué surgió el nazismo en Alemania, uno de los países más racionalistas de Europa. Se produjeron textos como el de Wilhelm Reich La psicología de masas del fascismo; el de Erich Fromm La psicología del nazismo, el de Franz Neumann Pensamiento y acción del nacional socialismo; el de Max Horkheimer y Adorno Elementos del antisemitismo, el de Hanna Arendt Los orígenes del totalitarismo.

Pero tal vez el más sólido, que permite también entender el desarrollo de la personalidad autoritaria en nuestros países fue The Authoritarian Personality, publicado en Nueva York en 1950. El libro, editado por Theodor Adorno, fue fruto de un ambicioso programa de investigaciones que se inició en 1944 coordinado por Max Horkheimer, con el financiamiento del American Jewish Committee. A diferencia de otros textos de la Escuela de Frankfurt, éste dio mucha importancia al trabajo empírico. Tanto quienes quieran aprender a analizar la realidad política usando las encuestas como herramienta científica, como quienes pretendan comprender la génesis del autoritarismo deberían tenerlo como lectura obligatoria.

Horkheimer plantea en la introducción que la persona con mentalidad autoritaria suele ser “ilustrada y supersticiosa, orgulloso de su individualismo, pero temeroso de ser diferente a los otros, celoso de su independencia y proclive a ejercer y a someterse ciegamente al poder y a la autoridad”. En el primer capítulo los autores distinguen entre comportamiento y personalidad. Una cosa es que alguien se comporte de manera autoritaria y otra que tenga una personalidad autoritaria, que es una disposición permanente a adoptar determinada interpretación de las ideologías. Normalmente la personalidad de los violentos de derecha y de izquierda son semejantes y distinta de quienes son líderes democráticos. Muchos de mis compañeros de universidad cantaban canciones del cantautor de las FARC Paulus Gallinazo, entre ellas La ciudad llamada Paulus, que  tenía una estrofa que se repetía una y otra vez: “hay que matar, hay que matar, hay que matar”. Nunca mataron a nadie y finalmente se hicieron ecologistas porque eran de izquierda pero no tenían una personalidad autoritaria.

Si alguien desciende de irlandeses, cree que es superior porque se siente araucano y tiene una mentalidad autoritaria, es capaz de matar a los blancos para que devuelvan la tierra, la electricidad y los celulares que arrebataron a los pueblos ancestrales durante la conquista. Si eso falla, puede aprovechar de su mestizaje para ir al Reino Unido y exigir que los anglos y los sajones vuelvan a Dinamarca y devuelvan la isla a los celtas. En Ecuador Rafael Correa fue un presidente autoritario que mezcló ideas de todo tipo. Desde que asumió Lenin Moreno, que es definidamente de izquierda pero sensato, el país fortalece su democracia. El problema no depende tanto de las ideologías, como de la personalidad de los líderes. Antiguos guerrilleros de izquierda terminaron simpatizando con un gobierno de extrema derecha como el de Irán, mirando con simpatía a los fundamentalistas del ISIS, o con grupos racistas bolivianos o chilenos. Varios de los que participaron en atentados terroristas en Europa dieron la vida por un Islam que no conocían. Eran personas marginales, con una biografía compleja, con una personalidad autoritaria que podía adoptar cualquier forma ideológica o religiosa que justifique sus acciones sangrientas. Quienes pueden matar a sus adversarios creen que los demás son iguales: si participan del asesinato de un juez incómodo, suponen que mandatarios pueden mandar a matar a cualquiera.

La ideología está conformada por un sistema de valores, actitudes y opiniones “relativamente organizado y estable acerca del hombre y la sociedad, la política, la economía”. Este libro no se pregunta por qué surgen determinadas ideologías, sino por qué ciertos individuos se integran a proyectos violentos y otros no. La cuestión de fondo es por qué ciertas personas se hacen antisemitas, etnocentristas, conservadoras, promueven la violencia, mientras que otros no tienen en su cabeza estos elementos y prefieren actuar de manera democrática. La hipótesis general que manejan los autores es la de que “las convicciones políticas, económicas y sociales de un individuo conforman un conjunto amplio y coherente de creencias unidas par una ‘mentalidad’ o ‘espíritu común’ que expresa profundas tendencias de la personalidad. En realidad, los individuos de extrema derecha fácilmente se convierten con extremistas de izquierda, en extremistas religiosos o en extremistas de extrema cualquier cosa. Seguiremos desarrollando los elementos de la personalidad autoritaria.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.