COLUMNISTAS
ANOMIA Y GRIETA (II)

La polarización de las elecciones

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Renacimiento. Los números electorales de Unidad Ciudadana tienen explicación. | Telam
Hace pocos días dijo una candidata “teníamos a Cristina Kirchner totalmente acabada en enero y el gobierno de Macri la resucitó porque le interesaba competir con ella”. El análisis de la política basado en fantasías sin lógica lleva a conclusiones equivocadas. Ni Cristina estaba destruida en esa fecha, ni ella habría sido recibida con arcos de triunfo en los municipios del conurbano. Si competían en una elección, Cristina le habría aplastado.

Cuando un peronólogo dice que Cristina Kirchner es un Frankenstein creado por el gobierno de Macri, no recuerda que el peronismo existe desde hace décadas, y tiene su base en los mismos distritos que el kirchnerismo. Sólo su exagerada admiración por Macri puede llevarle a pensar que haya sido capaz de crear al peronismo cuando todavía no había nacido. Los procesos políticos y electorales tienen explicaciones que son más complejas que tienen que ver con la existencia de fenoles sociales.

El peronismo no se evaporó porque perdió  las elecciones en la provincia de Buenos Aires o porque a Daniel Scioli le faltaron tres puntos para ser presidente. En la sociedad argentina existe una polarización entre posiciones que expresan distintas visiones de la realidad, las conservadoras y las que patrocinan el cambio.

Por una lado Mauricio defiende un cambio complejo. Después de un año y medio de gobierno mantiene mejores niveles de popularidad que todos los mandatarios del continente y es el presidente latinoamericano con más impacto en el mundo. Esos son datos concretos que permiten apreciar cuan importante es el proceso que conduce. Muchos argentinos creen que el cambio que ha iniciado este gobierno les va a permitir vivir mejor y que con él Argentina podrá afrontar las transformaciones dramáticas que se desataron en el mundo, y se situará entre los países más prósperos e importantes. Quieren tener mejores computadoras, baratas, para competir en una economía globalizada y progresar. Creen que la pobreza se irá superando en la medida en que el país sea más rico y haya más bienes  para distribuir. Esos argentinos tienen la ilusión del cambio y respaldarán a Cambiemos en las urnas.

Por otro lado está Cristina Kirchner con su propuesta que tiene el apoyo de otra cantidad importante de votantes. Hay un conjunto de valores, actitudes y creencias consolidados a través de siete décadas, que dan fuerza a esa posición conservadora. Quisieran que exista para siempre un Estado proteccionista, recelan de la actividad privada, preferirían una sociedad sin mucha calidad de vida, pero con todo subsidiado, sin riesgos. Quisieran que el país se encierre sobre sí mismo, prefieren que los jóvenes tengan computadoras anticuadas y caras con tal de que se mantenga la industria nacional. La candidata que les expresa tiene un peso real en las encuestas.

En el medio de estos dos polos hay otras posibilidades que entusiasman poco. Unos querrían reinstalar un kirchnerismo moderado, un peronismo un poco gorila, bañado en confeti norteamericano. La opción luce artificial, no ocupa un lugar importante en el corazón de los electores. Tampoco puede entusiasmar a ningún idealista  votar por una izquierda arcaica que defiende a la dictadura militar venezolana. El caso de Randazzo es peculiar. El peronismo existió mucho tiempo en la provincia de Buenos Aires, no debe haber desaparecido del todo. Los ritos que lo identificaban, la marcha de los muchachos peronistas, los bombos, los estandartes, los retratos del general y de Evita fueron proscritos por los peronismos modernizados de Cristina y Massa. Quedó un espacio para reivindicar al peronismo clásico en la Provincia y en el interior que pudo ocupar Randazzo. En vez de hacerlo trata de competir otros peronismos edulcorados sin lograr diferenciarse de ellos en nada. Algunas de esas opciones menores podrán crecer solamente si los dos jugadores principales cometen errores graves que asusten a sus seguidores. 

Cristina representa la protesta. Combate a los ricos bien vistos por el establishment y respalda a otros, que pueden tener más dinero que los antiguos oligarcas, pero no están invitados a sus fiestas.  No es un tema de cantidad de dinero sino de incongruencia de estatus. En el medio están también personas que tradicionalmente no pueden estar con lo que llaman derecha, aunque sean ricos y famosos. Entre ellos están los artistas y los intelectuales que a veces son capaces de respaldar a gobiernos corruptos y brutales sólo porque son antinorteamericanos. Están también muchos jóvenes asqueados de la política, que se fastidian con las antiguas formas. Algunos de ellos viajan, se dan cuenta de que el mundo avanza a una velocidad vertiginosa mientras en nuestra America Latina seguimos empantanados en temas anacrónicos. Todos ellos terminarán decidiendo si quieren seguir en la seguridad de un mundo provinciano o si quieren aceptar el desafío de enfrentar el futuro.

*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.