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inflacion y salarios

La puja pone en riesgo el crecimiento

Los salarios crecen de acuerdo con la inflación real de la economía. Es un paradigma lógico de quienes desean mantener el valor real del ingreso en un país donde la inflación es superior a un dígito. Es por ello que las negociaciones entre sindicatos y cámaras empresarias que han comenzado en estos días oscilan entre estimaciones y proyecciones que no cuentan con un termómetro oficial que los mida. Ya nadie toma en serio al INDEC, no sólo al IPC, sino tampoco a otros indicadores como desempleo o crecimiento.

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Los salarios crecen de acuerdo con la inflación real de la economía. Es un paradigma lógico de quienes desean mantener el valor real del ingreso en un país donde la inflación es superior a un dígito. Es por ello que las negociaciones entre sindicatos y cámaras empresarias que han comenzado en estos días oscilan entre estimaciones y proyecciones que no cuentan con un termómetro oficial que los mida. Ya nadie toma en serio al INDEC, no sólo al IPC, sino tampoco a otros indicadores como desempleo o crecimiento.

En lo que hace al año 2007, la inflación oficial fue del 8,5% y la real osciló en torno del 23 al 26%. Los aumentos salariales en promedio alcanzaron el 22,3% tomando en cuenta las actividades industriales más representativas y los servicios.

Este promedio de ajustes, pudo haber dejado por debajo muchos asalariados con ajustes inferiores a la inflación, y éstos pueden ser los sectores más demandantes. Es de esperar que el año 2008 se reproduzca la misma situación. La inflación oficial proyectada es del 7,7%, y la real no es inferior al 25% tomando los estudios de los economistas más reconocidos. A la vez, los gremios ya plantearon la necesidad de defender el valor real del salario y mejorar la distribución del ingreso, parafraseando el discurso oficial. El Poder Ejecutivo piensa en un incremento retráctil del 15%, y la UIA se instaló entre el 12 y el 15% contemplando la situación especial de los distintos sectores de la actividad.

También se menciona como objetivo ideal que los acuerdos pasen a ser de dos años en lugar de uno como se venía pactando. Seguramente, todos van a buscar mecanismos de diferimiento de los incrementos, que los mismos sean escalonados y en base al empleo de prestaciones no remunerativas.

A la vez, el Ministerio de Trabajo ha reafirmado la vigencia de la libre discusión de los salarios, conforme a las posibilidades de cada sector, modelo que se contrapone con los controles y restricciones a los precios, controlados por la Secretaría de Comercio.

El resultado de este cuadro es realmente incierto. Nadie puede concentrarse en la búsqueda del resultado óptimo conforme a los intereses que representa.

La solución está ligada a un eje, que permita mantener a la economía en crecimiento con estabilidad. Para ello, los ajustes no deben contemplar la inflación futura anticipándola, sino que deben procurar un equilibrio con los incrementos obtenidos desde el año 2002 a la fecha y su relación con la inflación real.

En ese contexto, las empresas necesitan paz social, lo cual no está desconectado de la necesidad de mejorar la productividad, en un marco en el que las empresas están reduciendo sus ganancias por el aumento de los insumos y el costo laboral. En síntesis, si los ajustes fueran superiores al 15%, la inflación puede potenciarse, y con ello, se compromete no solo el crecimiento, sino en especial, la mejora de los salarios reales de los que trabajan en relación de dependencia.

Julian A. De Diego, Asesor laboral de empresas. Profesor titular de Derecho del Trabajo de la Universidad Católica Argentina.