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La saga de la Westöstlicher Diwan Orchester

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En 1999, junto con el intelectual palestino Edward Said, el músico argentino-israelí Daniel Barenboim fundó la West-Eastern Divan Orchestra, que reúne a músicos israelíes, palestinos y árabes. La génesis del proyecto surgió en el contexto de los eventos culturales europeos en ocasión del 250° aniversario del nacimiento de Goethe. Los organizadores pidieron a Barenboim que reuniera en un taller a jóvenes músicos del Medio Oriente. Al sumarse, Said propuso juntar a los músicos en una orquesta que interpretara una colección de poemas líricos de Goethe de 1819 inspirada en el poeta persa del siglo XIV Hafiz Shirazi y que llevaba por nombre Westöstlicher Diwan.

La noción romántica de que artistas árabes e israelíes superasen creativamente los antagonismos del Medio Oriente captó el corazón de los europeos, y lo que había comenzado como un taller experimental se transformó en una orquesta profesional compuesta por 120 músicos estables de Israel, Palestina, Jordania, Siria, El Líbano, Egipto e incluso de naciones musulmanas no árabes, como Turquía e Irán.

Barenboim llevó la orquesta árabe-israelí por todo el mundo y llegó a tocar en la Salle Pleyel en París, el Royal Albert Hall de Londres, el Mozarteum de Salzburgo, el Teatro alla Scala en Milán, el Carnegie Hall en Nueva York, el Conservatorio Tchaikovsky en Moscú, el Museo Hagia Eirene en Estambul, la Plaza Mayor en Madrid, el Teatro Colón en Buenos Aires, e incluso en la sede de las Naciones Unidas y en la Mezquita de Córdoba en España. Pero en tierras árabes la difusión fue más lenta. En 2003 dirigió la West-Eastern Divan Orchestra en Marruecos, en presencia de la reina Lalla Salma. “Un raro hechizo de armonía meso-oriental ha sido echado en Marruecos”, comentó Al-Jazeera, “en un concierto salvajemente aplaudido”. El primer concierto dado en Cisjordania junto con su orquesta multinacional ocurrió en 2005. “No es todos los días que uno ve un ensayo custodiado por soldados armados con armas semiautomáticas, pero el ambiente entre los músicos era relajado y excitado”, reportó The Guardian.

En 2008 dirigió a la orquesta árabe-israelí en el teatro de Berlín Waldbühne, edificado por el régimen nazi para los Juegos Olímpicos de 1936. La orquesta tocó obras de Mozart y Wagner, y se anunció que lo recaudado sería donado para la construcción de una sala de conciertos en Ramallah. En 2010 y 2011, llevó la orquesta a Qatar y fue bien recibida. En 2012 debió cancelar conciertos en Egipto y Qatar dada las reacciones hostiles despertadas; con la prensa árabe acusando al maestro de ser “un sionista”, se optó por abandonar el tour de promoción de armonía entre los pueblos.

En abril de 2009, el maestro dio recitales de piano y dirigió la Orquesta Sinfónica de El Cairo, en Egipto, donde tocó piezas de Beethoven. Hubo reacciones negativas, como la del secretario general de la Liga Arabe Amr Moussa, que se negó a asistir. Pero la audiencia, compuesta por miembros de la alta sociedad egipcia y diplomáticos acreditados, ovacionó al pianista y conductor. La estrella de cine Omar Sharif lo presentó diciendo: “Amo su trabajo y amo sus opiniones”.

En mayo de 2011, el maestro dirigió un concierto en la Franja de Gaza, gobernada por el movimiento fundamentalista Hamas. Era la primera vez que un ensamble internacional daba un concierto de música clásica en la Franja. Una amenaza emitida por un grupo radical islámico durante la performance hizo que los músicos dejaran inmediatamente la sala al terminar el concierto. Así relató el abrupto final The New York Times: “La orquesta fue trasladada de regreso a Rafah y reabordó su vuelo a Berlín el martes, con una escala en Viena: cuarenta horas de viaje resultó ser, para menos de una hora de música”.

Las peripecias de la orquesta y del propio Barenboim en países árabes han llevado a algunos críticos a sugerir que el proyecto orquestal mixto funciona más como una fantasía de armonía social que gratifica a sus audiencias progresistas que como un aporte positivo a la dinámica del Medio Oriente. Otros creen que es un vehículo notable para promover la paz entre los pueblos. Este año arribará a Buenos Aires para ofrecer un concierto que buscará, por algunos momentos al menos, que la música silencie melodiosamente los ruidos de la política.

*Autor de Triángulo de infamia: Richard Wagner, los nazis e Israel (Editorial Mussicatt).