COLUMNISTAS
economia y geopolitica

¿La segunda crisis del petróleo?

El descongelamiento de relaciones entre Washington y Teherán sacudió Medio Oriente, con su reflejo inevitable sobre los precios del crudo, ante la dura actitud de Arabia Saudita.

default
default | Cedoc

Luego de la confirmación de la Agencia Internacional de Energía Atómica del cumplimiento de parte de Irán del acuerdo nuclear que se firmó en julio de 2015 entre la República Islámica y el grupo conocido como P+1 (los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania), el sábado 16 de enero de 2016 Estados Unidos levantó las sanciones impuestas y liberó bienes congelados con un alcance de decenas  de miles de millones de dólares.
Para el gobierno de Hassan Rouhani, el desmantelamiento de 13 mil centrifugadores y el despacho fuera del país de 10 mil kilos de material radiactivo resultaba mucho más beneficioso que la persistencia en continuar el enriquecimiento, como insistían los sectores más radicales en el país. La administración de Obama no tardó en celebrar el Día de Implementación, como se popularizó en los medios de comunicación el 17 de enero, reivindicando una postura que defendió frente a la tremenda presión interna de los Republicanos, externa de Israel y de la monarquía saudí, y combinada de los Republicanos y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
La liberación de estadounidenses que Irán había encarcelado el mismo día, un evento no necesariamente vinculado al levantamiento de las sanciones, pero con un timing favoreciendo a Obama –probablemente fue un gesto de reconocimiento de parte de Rouhani–, era un motivo adicional para la celebración. El Día de Implementación no significa un realineamiento de las alianzas en Medio Oriente; y la evolución de los vínculos en términos de re-generación de confianza mutua y cambio de percepciones depende de muchos factores, empezando por la administración que ocupará la Casa Blanca después de las elecciones presidenciales del corriente año. Pero el 17 de enero inauguró el descongelamiento de las relaciones entre Washington y Teherán que se cortaron 35 años atrás, e Irán ha dejado de formar parte del “eje del mal” que definió George W. Bush en enero de 2002 en pleno ascenso de la llamada “guerra contra el terrorismo” como preludio a los torpes ensayos de legitimación de la ya decidida intervención militar en Irak de 2003.
A 180 grados del júbilo en Washington y Teherán, el Día de Implementación fue caracterizado sin vueltas de “negro” por el laborista Efraín Sneh, un ex ministro que hace veinte años alertó a Itzhak Rabin sobre el programa nuclear iraní y desde entonces seguía su evolución con mucha preocupación. Sneh, evidentemente, expresaba fielmente la postura de Netanyahu y buena parte de la sociedad israelí. La adquisición del arma nuclear no es el problema, dice Sneh en una entrevista difundida el 18 de enero; el levantamiento de sanciones permite a Irán salir del aislamiento, mejorar su economía y ser capaz de perseguir su fin último que es ascender como potencia regional y global. Por motivaciones ideológicas muy distintas de Israel, la preocupación de Arabia Saudita por el levantamiento de las sanciones a Irán es la misma sospecha de las ambiciones geopolíticas del régimen de los ayatolás. Sólo por el ejercicio de una constante presión internacional que mantiene a Irán en una condición de paria es posible evitar lo que Sneh considera una amenaza para toda la humanidad.
El levantamiento de las sanciones presenta ciertamente a Irán la oportunidad de mejorar su economía al borde del colapso; y, considerando a los rusos y a los europeos que están ya tocando su puerta para explorar las áreas de cooperación para inversiones e intercambios comerciales, razones para tener expectativas no le faltan a Teherán; es probablemente la razón por la cual el canciller iraní, Javad Zarif, se encontraba en Davos participando del Foro Mundial Económico. Pero la tarea podría resultar más dificultosa de lo que parece. A los informes preocupantes del Fondo Monetario Internacional, que alerta acerca de una caída de la economía mundial, y los de la organización OxFam, cuya última investigación revela que el uno por ciento de los más ricos pronto concentrarán una riqueza equivalente al total del 99 por ciento restante, se suma la caída del precio del barril del petróleo debajo de los 27 dólares, que sacudió los mercados internacionales, para aumentar el pesimismo general. Todavía dependiendo bastante de la exportación del crudo, Irán esperaba el levantamiento de las sanciones para poder operar en el mercado internacional; vender petróleo ya no le resultaría tan rentable como entre 2003 y 2013, cuando el barril en alza y sobrepasando los 100 dólares inspiró confianza al antecesor de Rouhani para apostar a una política de poder que terminó arruinando la economía; además, cuanto más crudo inyecte Irán en los mercados, más bajo se mantendrá el precio.
Luego de generar especulaciones acerca del barril arriba de  los 150 dólares y según algunos analistas,  llegando a 500, el precio del crudo empezó a caer con los demás recursos naturales a partir de 2011. A las razones económicas de naturaleza cíclica, coyuntural o estructural que explicaron el descenso a 50 dólares hacia mediados de enero de 2015 se les sumó la decisión de Arabia Saudita de no disminuir la producción para frenar la caída del precio.
En su momento, Pierre Terzian, especialista de economía política de hidrocarburos, sostuvo que la movida saudita no se explicaba sólo por el cálculo económico, y que probablemente había sido tomada previa consulta con Washington, consciente del golpe que significaría para las economías de Rusia, Irán y Venezuela, entre otros. La fórmula había sido probada ya en 1986, recordó Terzian advirtiendo que, como en aquel entonces, será imposible prever las consecuencias o controlar el impacto.
A un año de la decisión saudita era previsible que todas las economías que dependen del petróleo estén en problemas. Menos se sabe si estamos en vísperas de una recesión mundial por una segunda crisis petrolera, esta vez por el precio bajo. O, si, como Terzian no descartaba, en dos años más haya un fuerte aumento en previsión del cual países como China habían comenzado a almacenar el crudo.

*PhD en Estudios Internacionales de University of Miami. Profesor de Relaciones Internacionales  de la Universidad de San Andrés.