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Indignacion por el presupuesto para la danza

La seudocultura en las plazas

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Mis proyectos en los últimos años han sido siempre fuera del país, no porque yo lo hubiera buscado, sino porque recibí invitaciones para dar clases en el Ballet del Teatro Municipal de Santiago de Chile; en la Compañía Nacional de Danza, de México; en el Ballet Nacional del Sodre, en Uruguay, y en compañías de Estados Unidos, Puerto Rico, Perú, Jamaica, Venezuela. Por mis anteriores compromisos como director del Ballet del Teatro Argentino de La Plata, no podía acudir a algunas propuestas para dar clases y hacer montajes. Ahora sí estoy pudiendo hacerlo con, por ejemplo, la Compañía de Danza de San Pablo, Brasil, y con Neglia Ballets, en Buffalo, Estados Unidos. También daré clases en el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, a mitad de año.

Mi salida del Teatro Argentino ya estaba pensada desde antes de fin de 2012, por estos proyectos personales y problemas que me hacían pensar en la no continuación como director. Hoy mis sentimientos con el Argentino son mezclados. Por un lado, es una institución enorme donde se pueden hacer cosas fantásticas, como sucedió bajo la dirección de Marcelo Lombardero desde 2008; por otro, el ballet está un poco relegado con respecto a otras áreas. En este momento, muchos bailarines de la compañía están deprimidos por la falta de continuidad en las funciones de ballet. De por sí, habitualmente bailan poco por las escasas funciones y además no tienen oportunidad de interpretar obras de los grandes coreógrafos de la actualidad. ¡Cómo es posible que ni en el Argentino ni el Colón se hayan bailado obras de William Forsyhte, Jirí Kylián, Nacho Duato, Angelin Preljocaj, Mats Ek…! Cuando yo dirigí el Ballet del Colón, por segunda vez, en 2000, logré traer Notre Dame de Paris, de Roland Petit, coreógrafo que hasta ese entonces nunca había puesto una obra en el Colón, y esa obra en ese momento ni siquiera era de lo más nuevo.

Con la compañía de La Plata, lo único que pude hacer fue soñar. El único ballet programado para 2012 como gran producción era Zorba el griego, pero esa producción y la venida del coreógrafo se cancelaron, así como se canceló una gira que teníamos a Rosario y también, algunas óperas: todo por falta de presupuesto. En cambio, respecto al Colón, yo creo que sí, esta compañía podría tener un repertorio diferente; sólo que, claro, la dirección del ballet tendría que tener un concepto artístico más de avanzada.

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Marcelo Lombardero, antes de su salida en febrero pasado, trató hasta último momento de no soltar el timón. Me había pedido que yo esperara un poquito más también, pero preferí salir antes. Leandro Iglesias permanece al frente del teatro porque cree sinceramente que puede salvar parte de la temporada del Argentino. También ha recibido acusaciones de mala administración, pero sé que él tiene todas las cuentas en regla.

Respecto del dinero, ya en 2012 desde la Provincia de Buenos Aires bajaron el presupuesto en un porcentaje muy fuerte en relación con otros períodos. Por eso se cancelaron obras y se hizo una temporada más corta, lo que produjo un efecto malísimo para todas las actividades del teatro. Los cuerpos artísticos resienten su trabajo diario de entrenamiento físico, y las secciones técnicas trabajan menos, pues no hay mucho para coser, arreglar o reparar. Todo esto crea abandono y malestar. Y encima es costosísimo para el Estado, que los mantiene sin hacerlos producir.

Sobre el futuro del Argentino, soy un poco pesimista, porque este teatro había alcanzado, en estos últimos años y con esta dirección, niveles muy altos. Para mantenerlos, no sólo hace falta un presupuesto acorde, sino también gente capacitada para dirigir.

El tira y afloje entre el gobierno nacional y el gobierno provincial es malo no solamente para el Argentino de La Plata. Este conflicto tipo “te doy dinero, pero no gastes mucho” o “te lo prometo y después no te lo doy” es gravísimo para todas las áreas del gobierno provincial. Yo puedo hasta llegar a entender que el presupuesto del teatro se baje, pero me subleva que se gaste dinero en actos pseudo-culturales en las plazas, parques o clubes de barrio donde se lleva salsa, rock o a Los Wachiturros, con la mentira de culturizar al pueblo. Es al revés: al pueblo hay que traerlo a los teatros donde pueda ver espectáculos realmente culturales.

*Maestro, coreógrafo, ex director del Ballet Estable del Teatro Argentino de La Plata en 2011-2012.