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La suma de todos los miedos

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La distancia que quedó entre las PASO y las elecciones dejó un vacío en términos políticos que trae incertidumbre en materia económica. Las recurrentes crisis bancarias y de deuda y cómo se han correlacionado unas con otras en nuestra historia provocan que el riesgo de un evento de impago de deuda se sume al riesgo de una crisis bancaria y, como si no fuera suficiente, el riesgo de ir a un régimen de alta inflación. La suma de todos los miedos convierte esta situación en una película de suspenso y drama.

Sobre el riesgo de incumplimiento de pago de la deuda, el FMI viene advirtiendo sobre su sostenibilidad. La depreciación actual del peso llevó al ratio de deuda a PBI a ubicarse cerca del 100% simplemente por el efecto de la devaluación y la composición de la deuda en dólares que tiene nuestro país (74% del total). Buena parte es con organismos, principalmente con el FMI, producto del stand by firmado por US$ 57 mil millones. Pasando a un programa de facilidades extendidas, tendrá la posibilidad de repagar la deuda contraída en un plazo de entre cuatro y diez años, en lugar de la situación actual (crédito stand by), que contempla que los pagos se realizan a los tres años de concluidos los desembolsos. Por supuesto, la tasa de interés se incrementaría, estimamos que en torno a 100 bps, debido a las condiciones del acuerdo y a las experiencias de otros países.

El problema es la deuda en manos del mercado, y está concentrada en el corto plazo; solo mirando 2020 tenemos vencimientos con el mercado por amortización de capital por más de US$ 15 mil millones. Si la economía no crece, por más esfuerzo fiscal que se intente lograr, la deuda no es atendible. De ahí que el triunfo de Alberto Fernández haya redundado en una menor probabilidad de acceder a los mercados internacionales para refinanciar la deuda con acreedores privados, y ello haya hecho que los títulos operaran a niveles de default.

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Dadas las cotizaciones actuales, creemos que hay espacio para lograr un reperfilamiento de la deuda que permita extender los plazos de pago con títulos con cupones acordes a la tasa de crecimiento de la economía argentina. No obstante, deberán tener un período de gracia para darle tiempo al país para empezar a generar recursos con los que pueda atender los pagos.

Acerca del riesgo de una crisis bancaria, es el que menos miedo debería traer. Los bancos están líquidos, no hay descalce de monedas ni de plazos. Lógicamente existen riesgos de profecías autocumplidas, pero así y todo debería ser de una magnitud impresionante para tener riesgos de incumplimiento del banco con sus depositantes.

No obstante, ese riesgo está concatenado con otro igual de importante: el de ir a un régimen de inflación más elevada, considerando la escasa demanda de circulante que existe en la economía y la incertidumbre que genera la administración económica de la próxima gestión.

Si se reduce la renovación de los plazos fijos y se acota el rollover de los vencimientos de las Letes y Lecaps, lo más probable es que se quiera dolarizar parte de esa liquidez, por lo que podría redundar en un tipo de cambio más alto, menos reservas en el BCRA y la consecuente mayor inflación.

Hasta el momento la película es de suspenso; creemos que el único de los tres grandes miedos que tiene fundamentos es el de la sostenibilidad de la deuda. Una crisis bancaria podría darse en el sentido de una fuerte salida de depósitos, algo que viene ocurriendo en las primeras semanas tras las PASO pero sobre la cual esperamos que, una vez estabilizado el tipo de cambio, se desacelere.

En caso que el tipo de cambio no encuentre techo, ahí sí la película podría ser de terror. Algo que ni Alberto F ni Macri necesitan en este contexto ni de cara al futuro mandato. De ahí que ambos candidatos hayan decidido y entendido que necesitan poner paños fríos, cuidar las reservas y estabilizar el tipo de cambio.

La inflación sufrirá un salto discreto pero dejará una base muy alta hacia delante; ese problema trascenderá los próximos tres gobiernos, pero el foco de la próxima gestión deberá estar centrado en recuperar el crecimiento. Si no, será imposible atender la trayectoria de la deuda pública.

* LCG.