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La TV que viene: nuevos canales y usos disruptivos

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Tras más de 45 años sin nuevos canales de televisión abierta, dentro de un mes comenzarán a sustanciarse concursos con los que se prevé abrir 82 nuevas señales, que emitirán en TDT (Televisión Digital Terrestre) y cuya recepción será abierta y gratuita. Esta noticia, que hace 30 años hubiese tenido enorme impacto en los usos y costumbres de los argentinos, hoy tiene una trascendencia limitada aunque no exenta de controversias.
La razón de que un país con cerca de 45 canales de TV abierta no sienta como una revolución comunicacional la decisión de triplicar esa oferta se debe a que, para el 85% de los hogares, ver televisión equivale a pagar a un operador de cable o satélite que ofrece en su grilla a los canales más populares junto a decenas de señales temáticas (noticias, cine, series, deportes, infantiles).
Pero además, la dieta audiovisual está cambiando desde el consumo de contenidos hoy programados por los cableoperadores o DirecTV hacia servicios “Over The Top” (OTT) que, como Netflix, distribuyen series y películas a través de internet. Los OTT tienen un menú “desprogramado”, lo que representa un quiebre sustantivo respecto del tradicional contrato audiovisual entre emisores y televidentes. Los operadores de TV paga exploran y desarrollan sus propias ofertas OTT bajo demanda, en especial aquellos que venden a la vez conexiones de banda ancha. A medida que se expande el acceso a internet y se multiplican los dispositivos de uso (computadoras, tablets, smartphones), la preferencia de contenido audiovisual “desprogramado” perturba a la industria televisiva. Mientras tanto, la TV abierta sigue liderando el rating, aunque con índices más bajos debido al constante éxodo del público.
La TDT fue adoptada en 2009 y desde entonces el Gobierno construyó una infraestructura que cubre el 82% del territorio aunque la usa menos del 10% de la población. Las señales que operan son estatales en su mayoría; también las hay de empresarios que emiten en forma experimental, sin que se sepa qué evaluación hizo el Estado de dicho experimento. Con estos concursos podrán adecuarse a la ley empresas que emiten sin licencia, como los dueños de C5N (Cristóbal López), CN23 (Szpolski-Garfunkel) o 360TV (Electroingeniería), de modo tal que cuando asuma el próximo gobierno sus papeles estén, en este aspecto, ordenados.
Habrá diez nuevos canales en el Area Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) que disputarán la crema de la torta publicitaria con las emisoras actuales. Por ello algunas de éstas son críticas con la inesperada competencia. Pero no todos los nuevos canales serán lucrativos ya que, en cumplimiento de la ley audiovisual, el concurso reserva espacios para organizaciones sin fines de lucro (cuyos pliegos tienen precios diferenciados) y la Afsca asignó también frecuencias para la Iglesia Católica, para las universidades públicas del AMBA y para el canal de la Ciudad de Buenos Aires.
La grilla de la TDT es fruto de la negociación para ordenar el uso de la banda UHF principalmente por la telefonía móvil y servicios codificados. Los futuros canales digitales compartirán una misma frecuencia entre licenciatarios que poseen infraestructura de transmisión y emisores cuya señal será transmitida por el administrador del ancho de banda asignado. Este esquema de cohabitación de distintos operadores en un mismo canal digital es razonable, dada la escasez de espectro, pero es inédito y puede ser conflictivo. Además, los nuevos canales digitales tendrán que ser incluidos por los cableoperadores en su grilla y, en el caso de emisoras provinciales y de universidades nacionales, también por DirecTV, lo que asegura otras controversias.
Si los concursos para nuevos canales de TDT se sustancian en los plazos previstos, el próximo gobierno tendrá a su cargo la gestión de un mapa comunicacional con numerosos operadores nuevos, con intereses cruzados y con usos sociales signados por la “desprogramación” que son disruptivos de los medios tradicionales.

*Especialista en medios. En Twitter: @aracalacana.