COLUMNISTAS

La vida personal de los presidentes

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Con “La colifata”. Cristina recibió a los miembros de la radio del Borda: una ironía ante lo que se filtró sobre las dudas de EE.UU. por su salud mental.

Una reflexión repetida sobre los cables de WikiLeaks puso énfasis en la “superficialidad” de los temas sobre los que los Estados Unidos hicieron foco. Se los tildó de “chismes” y “frívolos” pero, ¿la vida privada de los presidentes no es parte del análisis político?

El rechazo que todavía se tiene a incluir la esfera privada de los políticos como parte de la política se justifica en la ética, cuando simplemente se trata de un resabio de lo moral y el concepto de intimidad o pudor que, como se sabe, cambia con las épocas. Es la vieja idea de que el rey no tiene cuerpo porque su cuerpo es el cuerpo del Estado. O sea, su cuerpo real no tiene lugar en la representación y su cuerpo simbólico ocupa todo. Pero los mandatarios tienen cuerpo y lo que sucede en él afecta sus decisiones políticas. Hitler, por ejemplo, padecía una insuficiencia de azúcar en su sangre y cuando pasaba cierto tiempo sin ingerir algo dulce, su irritabilidad aumentaba en proporción directa a sus decisiones más agresivas.

Cuando los Estados Unidos preguntaban si los problemas del colon irritable de Néstor Kirchner lo obligaban a no permanecer mucho tiempo en un lugar donde no tuviera un baño cerca, no estaban siendo chismosos sino haciendo una pregunta lógica.

La revista Noticias primero y, a partir de su reaparición en 2005, el diario PERFIL, fueron los medios que más se interesaron en las consecuencias políticas que podría tener la operación gastrointestinal que se le realizó de urgencia en Santa Cruz en 2004. Nunca descartamos la hipótesis de que la lógica de 16K, que eran ocho años de Néstor y ocho de Cristina, no tenía por qué ser cuatro de uno y luego cuatro del otro. Podrían haber sido ocho de Néstor, ocho de Cristina y ocho más de Néstor, o tantas variantes como se quisiera.

La hipótesis de los medios de Editorial Perfil siempre fue que la salud de Kirchner podría estar dañada y que necesitaba un descanso antes de volver a ser presidente, y por eso Cristina 2007. Su muerte al tercer año del mandato de su esposa lo confirma y mínimamente permite conjeturar que si con la tarea de ser presidente en las sombras su cuerpo dijo basta en 2010, si además hubiese tenido todas las responsabilidades protocolares del cargo, quizás habría fallecido antes. Es comprensible que los partidarios de Kirchner se enojen con los medios que resaltan los puntos débiles de sus líderes y quieran “matar al cartero”, pero lo real siempre se resiste a lo simbólico y vuelve tantas veces como sea necesario hasta romper las barreras que le imponga aquello que pretenda esconderlo.

Aunque en otra dimensión, la misma preocupación despiertan la vida emocional de la Presidenta y sus consecuencias sobre la política del país. Primero, nuevamente, fue la revista Noticias la que publicó en noviembre de 2006 que uno de los mayores especialistas en bipolaridad atendía a Cristina Kirchner y la medicaba con el antidepresivo Zentius. Fue otro de los temas por los que la diplomacia norteamericana se interesó, y lo reflejaron los cables de WikiLeaks. El psiquiatra –cuyo nombre se omitió a su pedido, por eso Noticias publicó un reportaje con su foto con el rostro pixelado, pero todos los especialistas identifican de quién se trata– explicó que es una bipolaridad leve y que en nada la inhabilita para el ejercicio de la presidencia.

El sábado pasado, desde esta columna, se especuló con la posibilidad de que Cristina Kirchner pudiese considerar no presentar su reelección en 2011. Todos los análisis hacen foco en las encuestas y pronostican que sí se presentará si mantiene una altísima popularidad pasados los idus de marzo: los Kirchner siempre perdieron alrededor de diez puntos de aprobación al comienzo del otoño, cuando los problemas materiales de los ciudadanos emergen con más fuerza. Pero no se analiza la posibilidad de que, aunque pueda ganar, podría no querer volver a ser presidenta. El mismo tabú de siempre.