COLUMNISTAS
PRUDENCIAS

Liberen a Tilikum

Por los comentarios que escuché en los medios y entre conocidos, la orca que mató a la entrenadora en SeaWorld esta semana parece haberse ganado la simpatía de la opinión pública.

|

Por los comentarios que escuché en los medios y entre conocidos, la orca que mató a la entrenadora en SeaWorld esta semana parece haberse ganado la simpatía de la opinión pública. Queda una sensación de que de algún modo se hizo justicia. Como si la enorme Tilikum se hubiera cobrado, con esa muerte, años de encierro y esclavitud de generaciones de cetáceos. Ahora leo que hay un proyecto de las sociedades protectoras de animales para otorgarles un abogado a los mamíferos que viven en cautiverio. Cada delfín, cada chimpancé tendrán su abogado defensor que lo ayudará a recuperar su libertad. Pero esta orca la va a tener difícil porque ya tenía antecedentes. Había matado a un entrenador en el año ’91 en un acuario de Canadá, y –tal como hace la Iglesia con los curas abusadores cuando se limita a cambiarlos de parroquia– a esta orca simplemente la cambiaron de acuario para renovarle las víctimas. En un documental vi una filmación de cinco orcas en libertad que, para sacar a una foca de un témpano, se alineaban aleta con aleta y pasaban todas juntas por debajo provocando una ola que derribaba a la foca. En el video lo hacen primero una vez para enseñarles a las crías, sueltan a la foca y lo vuelven a hacer, esta vez sí para comérsela. Yo no me metería en un estanque con animales tan bien organizados para matar. Esta insistencia humana por domesticar a las bestias es puro narcisismo. Humanizamos al animal, obligamos al oso a caminar en dos patas, hacemos andar al mono en bicicleta, le enseñamos a saludar al delfín con su aletita. Nos causa gracia y ternura esa aproximación a lo humano. Pero nos confundimos, atribuyéndoles emociones humanas que los animales no tienen. Mejor admirarlos desde una distancia prudente.