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Libros diseñados

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¿Qué puedo decir yo sobre los premios literarios? Podría decir que si fuera escritor no me presentaría, y que si fuese editor no organizaría uno (como no soy ninguna de las dos cosas, quedo excluido de ambas tentaciones). De hecho, cada vez que en la entrega de algún premio, escucho “El veredicto del jurado es…” inmediatamente pienso: ¡Culpable! Mucho menos, por lo tanto, puedo opinar sobre un premio de diseño gráfico, siendo que trabajo con una PC 286, con cuarenta de disco duro, dos de RAM, y un Windows 3.1 que nunca me deja en banda. Pero soy periodista de investigación, es decir, me gano el sueldo escribiendo de lo que no conozco y hablando de lo que no sé, así que me lanzo al ruedo y listo: diseño gráfico, allá voy. Quiero decir, voy a comentar los resultados de un concurso de diseño, el I Premio Latinoamericano al Diseño Editorial, que estableció la Fundación El Libro, la misma institución que organiza la Feria del Libro de Buenos Aires, en cuyo transcurso se entregará oficialmente el galardón. Se trata en verdad, como quedó claro, no de un concurso de diseño gráfico, sino puntualmente de diseño de libros, un premio que, de manera bienvenida, pone en valor ese aspecto de la industria editorial. Hubo muchos rubros, y en la mayoría (seis de diez) las menciones fueron para diseños de la editorial brasileña Cosac & Naify, en especial los dos ganadores, O arco e a lira y Filos do barro, de Octavio Paz, diseñados por Paulo André Chagas y Nathalia Cury. Aquí debo decir algo inaudito, algo que va en contra mis principios, pero que toca a un principio ético anterior, que es el jamás mentir: el jurado no se equivocó. Porque si hay una editorial que me gusta su diseño gráfico es precisamente Cosac & Naify. El sello debutó en 1997, en San Pablo, centrado en las artes plásticas, y con los años se volvió una de las más interesantes editoriales brasileñas generalistas (su catálogo está a la altura de sus diseños). Cada libro de Cosac & Naify tiene algo de único, algo que hace del diseño una pieza original a escala industrial. No es el momento de contar aquí mis intimidades, pero tengo un solo amigo escritor –creo que a esta altura tengo un solo amigo tout court– que precisamente publica en Cosac & Naify, y que debido al tiempo largísimo en que tardó en aparecer su libro, durante un momento pensó que la editorial se había echado atrás, hasta que le informaron que ese es el tiempo habitual que se toman para trabajar sobre el diseño. El catálogo que llevaron a la Feria de Frankfurt 2013 (con Brasil como país invitado de honor), y que recordaba por su formato a nuestra vieja y genial Wipe, es ya una pieza de colección. Fuera de eso, Almadía, de México, fue bien tratada en la categoría poesía, y entre nuestros compatriotas, Juan Pablo Cambariere fue reconocido con una mención honoraria en la categoría “Tapa/Cubierta”, pero extrañamente por el diseño que hizo para Planeta de la colección Manuel Puig, y no por sus diseños para la editorial La Bestia Equilátera, incomparablemente mejores y más sutiles. Algunos diseños de las editoriales Katz y Bajo la Luna, o del estudio Trineo, hubieran estado a la altura de recibir un premio, pero ni siquiera sé si se presentaron. Como un cigarrillo a un condenado, un premio no se le niega a nadie. Pero por una vez, un premio no es puro humo.