COLUMNISTAS

Lo que enseña Europa del nuevo estado de bienestar

En un mundo bipolar, Emmanuel Macron habilitó una mirada distinta sobre el rol del Estado.

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Frente a un conjunto de situaciones problemáticas enfocadas en torno a las crisis económicas, el nacionalismo regional, el Brexit, el statu quo y la resignación como respuesta, el presidente francés, Emmanuel Macron, propuso recientemente, en una carta publicada en diversos diarios, un llamamiento al renacimiento europeo, en torno a tres ejes: libertad, protección y progreso. Su plan consta de diez iniciativas, en el marco de las próximas elecciones del Parlamento europeo.

“Nuestra libertad primera es la libertad democrática” consigna Macron como premisa inicial, y advierte de las injerencias extranjeras a través de ciberataques en internet y manipulaciones en los procesos electorales de cada nación del continente. Bajo la consigna “La frontera es la libertad en seguridad”, demanda revisar el espacio Schengen, fijando una política migratoria conjunta, y acciones de defensa integradas con la OTAN. “Nuestras fronteras también deben garantizar una competencia leal”, enfatiza para refundar la política comercial, haciendo hincapié en normas ambientales, la protección de datos o el “pago justo” de impuestos. El equilibrio fiscal y la equidad contributiva deben ser considerados conjuntamente en una región que presenta divergencias tributarias en situación dispar en su relación entre los mismos miembros del bloque entre sí y en su relación con otros mercados internacionales.

El plan presentado por el presidente francés integra los conceptos de libertad individual y seguridad interna, y la problemática de la situación económica que vulnera y corroe los sustentos de la vida social y política de las naciones europeas que componen la Unión. Con la premisa de recuperar el espíritu de progreso, asevera que “Europa no es una potencia de segunda clase”, ofreciendo un proyecto de convergencia en lugar de competencia. Establece que cada trabajador debe tener igual remuneración por igual tarea en toda la Unión, encuadrado en un salario mínimo europeo conjunto. Para crear empleo, apuesta por la innovación tecnológica y la supervisión del sector digital transnacional.

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Para finalizar su propuesta económica, dirige expresamente su mirada hacia Africa, con inversiones y crecimiento de potencialidades intrínsecas de un mercado futuro no desarrollado. Este enfoque debemos considerarlo en el contexto geopolítico francés, que considera al continente africano como parte de su interrelación socioeconómica  vinculante.

Frente a los diversos problemas que sufren las distintas economías por la pérdida del ingreso nacional, la caída del empleo, el atraso tecnológico y la brecha significativa entre los distintos sectores de la sociedad, se oyen voces de funcionarios, políticos e intelectuales que proclaman la no regulación y el libre mercado, en aras de una mayor eficiencia y ajuste fiscal sin tener en cuenta los perjuicios y el daño sistémico que sufrirán los pueblos de cada región.

Otras voces, en cambio, exigen un Estado omnipresente, que dirija y regule, no solo la producción, el comercio y las finanzas, sino también todas las actividades sociales, políticas y culturales, sin tener en cuenta el respeto por la persona humana, y la complejidad y la diversidad de cada individuo.

La propuesta de Macron la podemos enmarcar dentro del estado de bienestar, donde la intervención del Estado en la economía y la sociedad se traduce en una mayor redistribución de la riqueza, en prestaciones para los sectores de mayor vulnerabilidad social y marginalidad, y en subvenciones a la educación y a la salud, a la vivienda y a toda actividad económica en vías de desarrollo. La inclusión financiera, la desigualdad social, el desequilibrio económico y la exclusión de los marginados e indigentes son necesidades y demandas que debe satisfacer la acción del Estado, inherentes a los fundamentos de su propia concepción.

En un mundo bipolar, de consignas y visiones antagónicas como únicas e incuestionables soluciones al drama de la pobreza y las crisis económicas, debemos resaltar toda aquella propuesta que permita mejorar las condiciones socioeconómicas y de salud de los pueblos, valorando a las personas en su integridad.