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mirada K

Lo que le falta al oficialismo

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Como advertimos desde estas columnas en su momento, el intento ritualizado de reconstruir la potencia del complejo agromediático surgido tras el conflicto abierto por la Resolución 125 ha fracasado definitivamente.

Las alternativas de este fracaso son múltiples y van, desde las transformaciones en las condiciones económicas del sector agropecuario, empujadas por un contexto de precios locales e internacionales favorables, hasta la ruptura inocultable de su unidad de representación sectorial y la opacidad creciente de los medios hegemónicos, que, además, han perdido eficacia en la formación de opinión pública, tal como analizamos en PERFIL, tras el que denominamos “quiebre de la espiral del silencio” que se había contraído en torno a las opiniones positivas sobre la gestión de Cristina.

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Con este fracaso, la oposición política mayoritaria, normalmente editorializada por los medios –la excepción más notable es Ricardo Alfonsín, que nunca se sumó a esta comparsa–, gira ya sin centro, con, para colmo, uno de sus principales representantes –el de mayor potencial nacional para captar parte del electorado potencialmente oficialista en segmentos pobres– atrapado en medio de un proceso judicial y con final político incierto en la Ciudad de Buenos Aires.

En esta perspectiva, el bestial discurso de Hugo Biolcati en la Sociedad Rural de Palermo/Bogotá no logró su objetivo de marcar agenda opositora, que mayoritariamente tomó distancia de la magistral pieza oratoria y, además de una provocación, mostró hasta qué punto la soledad y la decadencia impactan a estos sujetos, algunos políticamente muy activos y eficaces hace dos años y hoy transmutados en simples energúmenos

En sentido opuesto, para todos los analistas de opinión –algunos insospechados de oficialismo– ya es inocultable la recuperación del Frente Para la Victoria respecto a su piso del 28 de Junio de 2009, donde, manteniendo su condición de minoría en las peores condiciones políticas y económicas, alcanzara los 30 puntos nacionales.

Sin embargo, la amplia franja de opinión pública aún adversa, y el terreno de disputa por recuperarla en parte que debe transitar necesariamente el oficialismo de cara a 2011, no es representada por Biolcati y sus bestiales amigos, y el oficialismo haría mal, muy mal, en confundir esta perspectiva y talibanizarse, proceso de empobrecimiento y encierro en sí mismo, cuya consigna emblemática es desplegada por algunos (pocos) oficialistas tardíos: “La oposición es toda de derecha” sentencian sin sonrojarse, practicando la fe de los conversos.

Por suerte, no es la opinión dominante en el Frente Para la Victoria, o no lo es en sectores muy dinámicos del mismo. Recientemente, por caso, escuché al joven Juan Cabandié desplegar el concepto de construcción de “adherentes”.

Ciudadanos de baja intensidad en su adhesión a este u otro gobierno, encasillados por los sondeos de opinión en la categoría insípida de “independientes”, de antioficialismo como rutina discursiva de base, muy afectos a desplegar críticas que hay que asumir y analizar en aspectos controversiales de la gestión –que los hay y muchos–, dominados además por la apatía general, en la mayoría de los casos.

Segmentos de clase media plena o baja, normalmente sin mayor interés en la política, a los que sin embargo el oficialismo debe poder llegar con su propuesta. Se trata de compatriotas que, guste o no, se sienten extraños a los fundamentalismos ideológicos de cualquier signo, pero, si son interpelados con respeto y sin pedagogía barata, advierten finalmente el impacto positivo de muchos aspectos de la gestión de gobierno en su vida cotidiana.

Gestión que, reiteramos un vez más, es lo único específico que dispone el oficialismo y sólo él, para ofrecer a la evaluación comunitaria respecto de la oposición que discursea a veces mejor, a veces peor , pero sólo habla.

La meta cada día más al alcance de continuar en el año 2011 con el proyecto que encarna hoy Cristina y en su momento iniciara Néstor Kirchner en mayo del año 2003, requiere hoy muchos menos discursos, en especial abjura de los más pretenciosamente ideologizados, porque la gestión gubernamental frente a la opinión pública independiente puede ser exhibida con ventajas evidentes respecto a las que en su momento realizaron los eventuales opositores del FPV,

Pero, y fundamentalmente, los voceros mediáticos del oficialismo deben modular el pico porque, como advirtiera en su momento el compañero Peter Gabriel: “La gente se cansa de que le prediquen”.


*Director de Consultora Equis; asesora al Gobierno.