COLUMNISTAS
que piensa el campo

Lo que tiene que entender el Gobierno

Estos acuerdos firmados el martes pasado deben ser “el principio” para que se empiece con los cambios estructurales que el campo necesita.

default
default | Cedoc

Estos acuerdos firmados el martes pasado deben ser “el principio” para que se empiece con los cambios estructurales que el campo necesita.

¿Qué hizo el Gobierno hasta ahora? Con la excusa de defender la mesa de todos los argentinos, aumentó la presión impositiva al campo: de cada $ 100 que le ingresan al productor, $ 50 se lo lleva el Estado. Cuando la soja estaba a 350 US$/t –hace dos años–, tenía el 20% de retenciones; cuando pasó a valer 400 US$/t, nos pusieron el 24% de retenciones; cuando llegó a los 450 US$/t, las aumentaron a 27,5%, terminando en el 35% cuando llegó a los 500 US$/t ¿Pueden seguir con el 35% cuando hoy el valor es de 330 US$/t? Distorsionaron todos los mercados de la materia prima agropecuaria, interviniendo en forma negativa. Crearon los “registros de exportaciones” –los increíbles ROE rojo, ROE verde, ROEL– con cierres y aperturas de exportaciones –sumando una cuota de incertidumbre en la comercialización, lo que sirvió para que los compradores no compitieran y pagaran menos–, realizaron “aprietes” telefónicos y fraguaron los índices.

Se refugiaron en la falsa hipótesis de que “si el novillo en pie está barato, estará barata la carne en el mostrador; o si la leche a salida del tambo está barata, van a estar baratos los quesos en la góndola” cuando en definitiva incentivaron la baja del precio al productor e hicieron las famosas listas de precios máximos –luego usadas en el INDEC– sin importarles cuánto le cobraban al consumidor.

¿Qué produjo esta política de mayor presión impositiva y de intervención en los mercados para desalentar los valores de la materia prima? Que de 16 millones de toneladas de trigo pasáramos a 8,2 millones de toneladas, que de 22 millones de toneladas de maíz produzcamos menos de 14 millones de toneladas, que mantengamos la misma producción de carne pero a fuerza de faenar 2 millones de cabezas más anuales –de las cuales el 90% son hembras, futuras madres–, que de 15 mil tambos que teníamos en 2002 pasáramos a menos de 10 mil.

Si a esto le sumamos que el consumidor pasó a pagar en dos años el 100% más el kilogramo de carne, el de pan, el litro de leche, mientras al productor le bajó el 30% el valor de su producción, ¿tuvo buenos resultados esta política agropecuaria?

Hay que hacer cambios estructurales profundos, no podemos seguir con estos mecanismos que nos llevaron a producir menos. Hay que terminar con este fundamentalismo ideológico de que “si a alguien le va bien es porque a otro le va mal”. Si producimos más –porque le va bien al productor–, le va a ir bien al país porque quedan más saldos exportables, a la agroindustria por tener más materia prima para dar valor agregado, a la industria de agroinsumos, a miles de personas que volverán a tener trabajo y a “nuestros queridos pueblos del interior”, que hoy se están desangrando con esta política. El Gobierno tiene que asumir que debe hacer cambios; si la presencia de la Presidenta fue para demostrar la voluntad de hacerlo, si la no presencia de ciertos “actores” –que sólo destruyen a la hora de tomar definiciones– es una señal, bienvenido sea. Pero como decimos en el campo, “las cosas se demuestran andando”.

Es destacable que por lo menos se sinceraron sobre que las retenciones son exclusivamente un sistema de recaudación y no, como quisieron hacer creer a la población hace un año, que era para defender los bolsillos de los consumidores. De ahí nuestro más fuerte rechazo a esta probable “estatización de la comercialización de grano”, ya que nuestra visión es que se puede transformar en una “kichnerización”, donde lo único que se pretenda –ante la forma en que entiende el poder– es convertirlo en un ente recaudador.

Ya nos ha pasado con el Consejo de la Magistratura, con la ONCCA, con las jubilaciones, reformas que con la excusa de un objetivo noble se transforman en herramientas de poder.

Quiero terminar con una frase que dijo la Presidenta ante el Congreso: “Hay algunos sectores de la economía que se pueden dar el lujo de no vender”.

Pregunto: ¿qué gobierno se puede dar el lujo de que pudiendo producir alimentos no lo hace? No nos olvidemos de que todo país debe cumplir con la obligación moral, social y humanitaria de producirlos, sobre todo nuestro país, que tiene ventajas comparativas para hacerlo. ¿Qué gobierno se puede dar el lujo de que pudiendo exportar más no lo hace? Esta acción beneficia a todo el país ya que es dinero que pone un extranjero para que estemos mejor.

Sólo en trigo dejamos de producir 8 millones de toneladas –8 mil millones de kilogramos– que son 100% saldo exportable y que hubiesen servido, aparte de habernos permitido una entrada de US$ 1.700 millones para el país, alimentar –a 200 g por día– a 110 millones de personas ¿Qué le podemos decir al mundo? ¿Que este gobierno se dio “el lujo” de no permitir producirlo tan sólo por un tema ideológico?


*Vicepresidente de CRA.