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PANORAMA / RAZONES DEL GAS

Lo único que le queda

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VACA MUERTA. Reforma laboral con Pereyra. Apoyo a Rocca. Cuotas a la Iguacel. | cedoc perfil

Los invito a leer esta triste historia.
Mauricio Macri se encamina a terminar el mandato con más inflación y con índices de pobreza más altos que en el final del kirchnerismo, al que únicamente podrá enrostrarle que no medía nada y chamuyaba. Además, llegará sin poder cumplir aquello de que la Argentina interrumpiría su designio de crecer un año y retroceder el otro, o en todo caso sí lo cumplirá, pero al revés: 2018 y 2019 serán dos años seguidos de retracción del PBI. Todo, con una enorme bola de deuda externa que encima ni siquiera llega a garantizar el sueño del desarrollismo PRO en obra pública, sujeto a cuánto se conmueva Christine Lagarde, que arribará a diciembre de 2019 como copilota de la economía y la campaña electoral.
Ningún resumen del fiasco puede ser mejor que el del último viernes: el Gobierno que venía para recuperar el crédito hipotecario con nuestra versión de la Unidad de Fomento chilena de la mano de un costo de vida que iba a bajar fácil, termina colgándose de la ley de alquileres que nació de la lucha de los inquilinos y teniendo que poner tope al impacto en las hipotecas UVA.
Con esa imagen que devuelve el espejo tres años después de haber empezado el gimnasio boqueando que ibas a tener los abdominales de Cristiano Ronaldo, el jefe de Estado busca aferrarse a lo que lo conecta con la expectativa que había en el arranque de su gestión o allá con el mejor momento del gradualismo en 2017. Eran los días en los que el ministro de Hacienda hacía gifs en Twitter todos los días. El Gobierno hablaba de “reformas”, “competitividad”, “baja de costos” y “exportaciones”, y no repetía como ahora todo el tiempo “subestimamos”, “ajuste”, “tormenta” o “piloto”.
¿Qué lleva a Macri mental y anímicamente a ese lugar? Vaca Muerta, el yacimiento no convencional de petróleo y gas al que le atribuye, tal vez con razón, poder erradicar en algún momento la escasez de dólares en la Argentina, un maná que generará decenas de miles de millones de dólares por año. Vaca Muerta lo saca del quilombo del Conurbano, lo pone a hablar de inversión y producción, de hoteles y comercios que abren, en una provincia que suma recursos fiscales y no lo manguea tanto. Ganas de mudar la Capital no a Viedma, a Añelo, ¿no? Vaca Muerta lo lleva a lo que creía que venía a hacer y ahora solo vive en el archivo del canal de la Casa Rosada en YouTube.
Por eso, ya que viene muy cortito el video de los logros económicos de su gestión, Macri parece dispuesto a todo para tener al menos unos segundos con imágenes del gobierno “que puso a andar Vaca Muerta” y así, supone, empezó a resolver la histórica restricción externa. Si tiene que meter reforma laboral de la mano del Moyano patagónico, Guillermo Pereyra, la hace. Todo sea por Vaca Muerta. Si tiene que bancar con foto, medalla y beso a empresarios encuadernados como Paolo Rocca porque le alimentan el sueño en Neuquén, los banca. Si tiene que hacernos garpar diferencias retroactivas a empresas para garantizarles precio y contrato, lo hace, ya sea con Ahora 24 en las facturas o con pagos directos desde el Estado como finalmente se hará el año que viene.
Sin embargo, este bálsamo del que seguro habla con sus armonizadores espirituales, también está en riesgo. Lo contó ayer Nicolás Gandini en este diario: hay US$ 3.800 millones de inversiones para Vaca Muerta pendientes de que el Ministerio de Hacienda les confirme si tendrán o no un subsidio por US$ 1.200 millones. Si fuera por Dujovne, tendrían la mitad o menos. Macri aún no le baja el pulgar por más que milita el ajuste. Siente que es lo único que le queda.