COLUMNISTAS
Los jugadores y Mohamed

Los auténticos dueños de la gloria

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El fútbol tiene razones que la razón no entiende. Explicar por qué Independiente y no, por ejemplo, Estudiantes o Vélez (marcados como los mejores equipos argentinos), ganó la Copa Sudamericana a partir de una cuestión sesuda o un pensamiento elaborado, explicado pacientemente, sería imposible. Porque Independiente fue un justo campeón, y Estudiantes y Vélez quedaron eliminados hace un buen rato.

Independiente llegó a la final después de ganarles a cuatro equipos de importantes campañas en sus torneos locales y, en el caso de Liga Deportiva Universitaria de Quito, de una trayectoria reciente en el continente que merece ser respetada. Curiosamente, el único equipo de mala campaña en su torneo de fronteras adentro fue quien lo enfrentó en la final: el aguerrido Goiás de Brasil, al que el Rojo derrotó por penales en la ya histórica noche del miércoles y que se fue al descenso en su país. El aguerrido equipo de camiseta verde sólo ganó 8 partidos de 38. Su técnico, Artur Neto, tomó el equipo hace un mes, cuando estaba prácticamente descendido. En medio de esa desazón y de la pérdida de categoría, Goiás avanzó en la Copa haciéndose fuerte como visitante. Salvo con Peñarol en el Centenario, no perdió fuera del estadio Serra Dourada y ganó en lugares dificilísimos como el Olímpico de Porto Alegre (venció a Gremio 2-0) y el Parque Antarctica (2-1 a Palmeiras).
También esto pasó al revés con Independiente. En Brasil, Goiás metió dos goles y no le dio el piné para abultar la diferencia y terminar la historia como local. En Avellaneda, en cambio, hizo un gran planteo del medio para adelante, pero se defendió mal y quedó demostrado –una vez más– que, en este juego, si no se defiende bien, se pierde.

Lo de Independiente es digno de elogio. Los hinchas de Boca y River intentaron minimizarlo, pero sólo es eso: cosa de hinchas. El título tiene una importancia capital en la vida de Independiente. En estas columnas explicamos la cuestión anímica que el Turco Mohamed fortaleció para sacar a este equipo del fango. Primero, intentó armar un equipo más o menos estable. Lo logró. Le dio prioridad a la Copa y apuntó a ella. Eligió a Hilario Navarro en lugar de Gabbarini. Fue una decisión que podrá discutirse, pero en eso radica el trabajo de entrenador: en tomar decisiones. El Turco armó una línea de tres con dos pibes de menos de 20 años (Galeano y Julián Velázquez) y un veterano de 36 (Eduardo Tuzzio). Liberó a Mareque de su peor pesadilla –marcar– y lo sumó a la línea de volantes. A veces Mareque fue volante izquierdo y, a veces, una suerte de “tercer cinco”. A diferencia de Daniel Garnero, su antecesor, Mohamed contó con Battión sano. Esperó a que se curara y lo puso sin dudarlo. Y Battión volvió a ser el que conocimos en Argentinos y Banfield. Y, al igual que equipos inolvidables del club, tuvo un “cinco” importante, de peso. La memoria es selectiva y siempre los primeros recuerdos son para Pepé, el Pato, el Chivo o el Bocha. Pregúntenles a ellos por Miguel Angel Raimondo o Rubén Galván. O más acá en el tiempo, recuerden a Claudio Marangoni. Battión resultó fundamental para este equipo con el ‘abc’ del volante central: levantar la cabeza y pasarle la pelota a otro que tenga el mismo color de camiseta. En el partido final, tuvo temperamento y cabeza fría para ordenar a un equipo que nunca pudo tomar las riendas del partido.
Otro gran acierto de Mohamed fue ubicar a Hernán Fredes de segundo volante central. El pibe debe haber sido el jugador más resistido de la historia reciente del Rojo. Los DT que vinieron lo ponían de volante derecho o izquierdo y jamás rindió. Fredes es un futbolista de buen manejo y un temperamento a prueba de balas, pero sin recorrido. No tiene la dinámica que tiene –por caso– Nico Cabrera, otro de los “recuperados” por Mohamed. Es claro para jugar, ordenado a la hora de la presión y, con el espacio amplio que siempre brinda el medio del campo, pudo darse el lujo de meter un golazo contra Defensor Sporting y de asegurar el pase a la final contra Liga.

Toda esta mejora general, obviamente, redundó en un mejor rendimiento de los delanteros. Mohamed probó con Patricio Rodríguez y, como es costumbre, el pibe alterna arranques de crack con elecciones de última jugada propias de un jugador sin talento. Pero es muy joven y todavía tiene tiempo. Ya se nombró a Battión y Cabrera entre los recuperados. No sería completa esta nómina si no incluyéramos a Facundo Parra. El miércoles, en medio de la euforia, un hincha me decía a los gritos: “¡¡¡Garnero ponía a Pacheco!!!”. Fue injusto con Dani. Garnero nunca tuvo a Parra en las condiciones que lo tuvo Mohamed. Parra llegó sin pretemporada y tardó en ponerse bien. Cuando lo hizo, Garnero ya no estaba. En el ciclo Garnero, Battión se lesionó dos veces. Lo de Cabrera es distinto. Nunca jugó bien al comienzo y Garnero lo sacó. Este es un mérito exclusivo de Mohamed. Parra fue fundamental por sus goles pero, también, por el desahogo que le permitió a Silvera jugar mucho mejor, sin ser un llanero solitario contra dos y hasta tres rivales.

Toda esta explicación arroja como conclusión que, pese a las carencias y a una conducción dirigencial deficiente, Independiente se llevó algo que merecía. Encontró al Parra de Chacarita, al Battión de Banfield, al Cabrera de Vélez, al Tuzzio de San Lorenzo, al Hilario de Racing y San Lorenzo, al Silvera que la gente ama. Y tuvo el tino de llevar despacito a Matheu, de confiar plenamente en dos chicos muy jóvenes para defender, de apostar por jugadores de las inferiores resistidos hasta poco tiempo (Fredes, Pato Rodríguez, Godoy) y de jugarse en una final con un futbolista como Gracián, a quien la gente no logra adoptar. Mareque jugó más libre y hasta convirtió un gol decisivo en el inmenso estadio de Liga de Quito.
Ahora es el tiempo de festejos y de que los que conducen al club estén a la altura del equipo. Sólo así esta alegría infinita de tantos y tantos pibes hinchas de Independiente que pudieron ver en vivo y sentir en carne propia lo que las generaciones anteriores le contaron tantas y tantas veces, no será nada más que una maravillosa noche. El presidente Julio Comparada deberá ponerse los pantalones largos y mantener a Independiente en este sitio, que es el que la historia dice que debe tener.
Este será su mayor desafío.
Los jugadores y el técnico ya cumplieron con creces. Son propietarios exclusivos de esta gloria.