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Defensor de los Lectores

Los bolsillos de Fidel

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DATOS. No basta con una fuente para dar algo por cierto. | Cedoc Perfil
Buena parte de los medios argentinos, en línea con sus similares de otros puntos del mundo, replicó casi como en calcos una información de hace al menos diez años como si hubiese sido generada en estos días, tras la muerte de Fidel Castro. Casi todos los diarios y portales de este país dieron por cierto que el fallecido jefe de la Revolución cubana tenía una fortuna de 900 millones de dólares, con posesiones tan extravagantes como una fábrica de quesos y una isla, por mencionar sólo dos. La fuente, en todos los casos, es una sola: la revista norteamericana especializada en economía Forbes, reforzada sin precisiones con un libro publicado por el cubano Juan Reinaldo Sánchez, quien fuera custodio de Castro y se exiliara años atrás (falleció en 2015).

Una de las patas sobre las que se asienta el buen periodismo exige de quienes lo ejercen un rigor que debe acercarse a la perfección. No basta con dar por cierto algo que publicó otro medio –o muchos– para legitimar un artículo propio: es obligación de quienes ejercemos este oficio avanzar con otros datos, cotejar y comparar los ya publicados y confirmar la veracidad de la información. Forbes debió reconocer, mediante uno de sus voceros, que lo publicado en varias oportunidades sobre la supuesta fortuna de Fidel no respondió al cumplimiento de mínimos protocolos de investigación sino a estimaciones propias, interpretativas.

Evan Hessel, periodista de la revista norteamericana que participó en el artículo, aceptó en una entrevista de Radio Martí, medio de cubanos exiliados en Miami: “Tratar de determinar o estimar el valor de lo que tuvo Fidel Castro es difícil. Lo que intentamos hacer es utilizar un cuerpo de investigación académica describiendo las diversas empresas estatales de Cuba y tratamos de saber qué tipo de efectivo, qué tipo de ganancias pudo extraer de estos negocios”. Es decir: no hay datos concretos pero sí la suposición de que ellos son ciertos. El vocero de Forbes fue más concreto: confesó que su cálculo es “más arte que ciencia”. Es interesante observar cómo la revista norteamericana (cuyas estimaciones fueron cuestionadas no pocas veces, en algunos casos con juicios de por medio) abordó el tema de la supuesta fortuna de Castro a lo largo de los últimos años. En 2003 afirmaba que era de 110 millones, cifra que trepó dos años más tarde a 550 millones para desembocar, con su informe de mayo de 2006, en los 900 millones de los que hablan los medios en estos días. ¿Cómo llegó Forbes a estas cifras? Pues estimando –sin aportar dato alguno que lo corroborara– que un porcentaje del valor de empresas cubanas estatales iba a parar a ignotas cuentas de Fidel, sin precisiones sobre su ubicación. Como es sabido, las grandes compañías cubanas son de gestión estatal, como las citadas en el artículo (Palacio de las Convenciones, el conglomerado de negocios al por menor llamado Cimex y las ventas de vacunas y productos farmacéuticos de Medicuba, por ejemplo), por lo que no distribuyen dividendos sino que aportan todas sus ganancias a las arcas del Estado. Hace algunos años, también Forbes informó que Castro había vendido la mayor productora de ron en la isla, Havana Club, a la firma francesa Pernod Ricard. En verdad, se trató de una asociación al 50% entre la compañía gala y la destiladora isleña: ésta se encarga de la producción, y aquélla, de la distribución mundial. La revista norteamericana nunca desmintió lo publicado.

Muchas veces desde este espacio he señalado que resulta seductor para muchos editores el poder contar con títulos que atrapen, aun a sabiendas de que pueden resultar engañosos o errados. PERFIL publicó ayer lo que otros medios argentinos ya habían difundido. Lamentablemente, el lector no avisado pudo interpretar que la información era nueva y confiable, en particular por un párrafo de la nota publicada en la página 60 bajo el título “Estiman en US$ 900 millones la fortuna de Fidel Castro”. Dice allí que luego de la muerte del líder cubano “comenzó a hablarse” de ello. En verdad, como se señala más arriba, desde hace ya 13 años la revista se está ocupando periódicamente del tema, al incluir a Castro en un ranking de los jefes de Estado más ricos del mundo (figuran en él reinas, reyes, dictadores, políticos, presidentes, primeros ministros).

¿Debió PERFIL ignorar, no publicar lo que otros medios ya habían informado? De ninguna manera: es misión de este diario el dar a sus lectores toda la información disponible sobre cualquier tema de interés público, como lo hace habitualmente. Sin embargo, existen límites vinculados con el grado de confiabilidad que tienen las fuentes. Ahí está el quid de la cuestión.