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La "otra" guerra al terrorismo

Los niños de Guantánamo

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“Mi nombre es Omar Khadr y soy prisionero de Guantánamo. Fui capturado por el ejército de Estados Unidos en Afganistán cuando tenía 15 años. Recibí dos disparos en la espalda, maltratos y fuertes golpizas. Estuve inconsciente por una semana. Cuando desperté supe lo que era el infierno.”
Los niños de Guantánamo, Michelle Shippard


“¿Se declara usted culpable?”, preguntó el juez militar estadounidense Patrick Parrish en Guantánamo, la base militar que Estados Unidos tiene en Cuba. “Sí”, respondió Omar Khadr, mientras sostenía su cabeza entre las manos, a punto de quebrarse en llanto. El joven, que había sido capturado en Afganistán en 2002, fue condenado en octubre del año pasado luego de ser acusado de cometer crímenes de guerra, asesinato, complot, apoyo al terrorismo y espionaje internacional. Parece mucho, sobre todo para un menor de edad: Khadr es el prisionero más joven de Guantánamo y fue acusado de cometer esos delitos cuanto tenía tan sólo 15 años.

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Khadr nació en Toronto, Canadá, pero vivió toda su corta vida en Afganistán, adonde fue llevado por sus padres egipcios cuando todavía era un bebé. Fue capturado en Kabul en los inicios de la Operación Libertad Duradera que lanzó George W. Bush tras los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. El ejército estadounidense lo acusó de ser un “combatiente enemigo” y, luego de su detención como prisionero de guerra en Bagran, en el sur de Afganistán, fue llevado a Guantánamo.

Fue capturado tras, supuestamente, haber arrojado una granada que provocó la muerte de un soldado estadounidense. Pero en febrero de 2008 el Pentágono liberó, accidentalmente, documentos reservados que revelan que, a pesar de que Khadr estuvo en el tiroteo, no hay evidencia de que haya sido quien lanzó la granada. En A usted no le gusta la verdad – Cuatro días en Guantánamo, un documental basado en la historia de Kadhr, se muestra un video donde se revela la violencia a la que fue expuesto el joven durante los interrogatorios que le hizo el ejército norteamericano.

Con la condena de Kadhr, Estados Unidos se convirtió en la primera nación desde la Segunda Guerra Mundial en procesar a un niño por presuntos crímenes de guerra. Los abogados del joven aceptaron la pena porque consideraban que un acuerdo con la fiscalía era la única manera en que Khadr podría salir de la Bahía de Guantánamo. Pero el gobierno canadiense no reclamó la extradición, a pesar de que Amnistía Internacional y el Colegio de Abogados de Canadá reclamaron por su libertad. Según la Relatoría Especial de la ONU en Derechos Humanos, el proceso en un tribunal militar representó una “vergüenza para Estados Unidos”.

Ullah Naqib es paquistaní y a los 14 años fue secuestrado de su aldea en Khan, Afganistán, por un grupo de talibanes. Fue trasladado a un campamento que luego sería allanado por las fuerzas de Estados Unidos en 2002. El ejército norteamericano desconfiaba de Naqib y fue llevado a Guantánamo: los militares creían que podría tener control sobre “la resistencia talibán”.
A los 17 años, Abdullah Razaq formaba parte de un grupo que, según la CIA, era la base fundamental de “los guardaspaldas de Osama bin Laden”. En diciembre de 2001, fue capturado en Afganistán y trasladado a un centro penitenciario en Peshawar. Más tarde, también sería llevado a Guantánamo.
Kadhr, Naqib y Razaq son tres de los 22 “niños de Guantánamo” que terminaron en la base militar de Estados Unidos. Nuevos detalles de sus duras e increíbles historias se conocieron esta semana, tras la apertura de un centenar de archivos secretos que fueron difundidos por WikiLeaks.

Unicef, la principal organización internacional que vela por los derechos de los niños, advirtió a Estados Unidos sobre las violaciones a los convenios internacionales que podrían cometerse en Guantánamo al incumplir los Principios y Directrices sobre los Niños Asociados a Fuerzas Armadas o Grupos Armados. Las organizaciones de derechos humanos que reclaman por la liberación de los menores sostienen que pudieron haber sido reclutados por Al Qaeda o alguna otra red terrorista cuando tenían menos de 10 años.

Durante la administración Bush, un periodista le preguntó al entonces secretario de Estado, Donald Rumsfeld, si no le avergonzaba enviar a prisión a menores de edad. “Este estribillo constante de ‘los niños de Guantánamo’, como si se tratara de un centenar de pobres niños, ya me tiene cansado –respondió el siempre atento Rumsfeld–. Es importante que entendamos algo: allí no hay niños, hay asesinos. Y son enemigos de los Estados Unidos.”