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Macri (Larreta): dime quién te votó y te diré quién eres

<strong>Por Gustavo González |</strong> Polémica: por qué para entender tanto al líder del PRO como a Scioli es mejor no dejarse llevar por lo que dicen que son sino por las estructuras socioeconómicas que los apoyan.

¿Si a Macri lo vota la misma alianza que antes votaba al peronismo, Macri es peronista?
| DYN.

Hay distintas formas de definir a las ideologías. La más común es a través de sus representaciones políticas, los partidos. Tienen asignadas un nombre que define a un relato, un raconto de usos y costumbres, anécdotas más o menos ciertas, una sucesión de líderes que representan una historia generalmente heroica, un nombre y una simbología que la identifica (escudo, bandera, himno, colores). Unión Cívica Radical, Partido Justicialista, Socialista, Demócrata Progresista, Comunista, son los más tradicionales, aunque algunos tengan poca existencia real.

Estudiar y debatir a partir de las representaciones políticas es el método que suele elegir no sólo el ciudadano común sino la mayoría de los intelectuales, periodistas y politólogos. Ese análisis entiende, por ejemplo, que si alguien es dirigente del justicialismo, entonces es peronista. Y si alguien vota a ese dirigente en una elección, también es peronista o al menos alguien que en ese momento se muestra cercano al peronismo. El riesgo de este tipo de análisis es que le atribuye a las personas que encarnan las representaciones ideológicas una trascendencia excesiva en comparación con el peso real que los individuos suelen tener en los procesos históricos.

Siguiendo esa lógica Menem, Kirchner, Cristina, Scioli, Zannini, Massa son todos peronistas. Los amantes de este tipo de análisis son conscientes (supongo que lo son) de la limitación de este enfoque para comprender corrientes ideológicas y estructuras socioeconómicas. Deben saber (supongo que deben saber) que decir que son peronistas de por sí sólo no alcanza para definir demasiado. Por eso deben recurrir a agregados y correcciones permanentes para hacerse entender. Por ejemplo, “este era peronista, pero después se hizo liberal”, o “aquel es peronista, pero más de izquierda”, o “ese es un peronista que viene del lópezreguismo”.

Los problemas de esta forma de estudiar la política siguen, porque después hay que empezar a explicar qué significa derecha e izquierda (con las subestadios de centroderecha/centroizquierda, o ultraderecha/ultraizquierda, o tantos más).

Es que hacer foco en los sujetos como representaciones ideológicas suele tener el inconveniente de que todo se torna demasiado subjetivo. Lo que es izquierda para uno, puede no serlo para otro. Lo que una sociedad entiende por derecha, no es lo mismo que lo que entiende otra. Cuando estos analistas se quejan de lo difícil que es explicarle el peronismo a un extranjero, es porque también para los argentinos es difícil entendernos (aunque al principio pueda parecer más fácil) cuando hablamos desde conceptos tan subjetivos.

A la mayoría le puede resultar claro, pero a mí no me dice demasiado cuando escucho que alguien es peronista, radical, socialista, de izquierda, de derecha. Me obliga a preguntar y repreguntar para entender mejor de qué me están hablando. Y, en general, terminó comprendiendo algo cuando me entero dónde vive, cuánto gana, qué consume, o si es empleado, empresario, comerciante o profesional, o en qué lugar se ubica del circuito productivo.

Hay otra forma de abordar los debates ideológicos que me parece más precisa, científica y permanente: hacer menos hincapié en las representaciones y más en los representados, menos en los dirigentes y más en las estructuras socioeconómicas que le dan existencia, menos en los partidos y más en las alianzas sociales que los votan.

Creo como Marx que es la estructura la que condiciona y genera la superestructura, y es entendiendo cómo funciona la estructura social y productiva de un país, lo que permite comprender mejor por qué votamos como votamos y cómo se construyen las representaciones formales de cada país en cada época (presidentes, partidos, religiones, justicia, hábitos).

Todo esto a cuento de que Macri (Larreta) acaba de ganar en la Ciudad de Buenos Aires. Qué es Macri, qué significa en términos ideológicos que sea el líder del PRO. ¿Es antiperonista? ¿Será peronista o un neomenemista, quizás? ¿Es de derechas o será el único verdaderamente de izquierdas, como dijo su consultor estrella, Durán Barba?

Estas preguntas son las mismas que se hacen y se seguirán haciendo, y son muy parecidas a las que se formulan para explicar también a Scioli o a Massa.

Yo creo que pueden dar color a un debate, pero no sirven para mucho más. Las respuestas que de ellas se obtengan van a ser siempre débiles porque parten del déficit de origen de intentar explicar las ideologías a través de las personas y sus representaciones (la superestructura).

En cambio, si se hiciera foco en los representados y sus relaciones socioeconómicas (la estructura) se podrían encontrar respuestas más exactas. Por ejemplo, en lo que a la Ciudad de Buenos Aires se refiere, este domingo hubo una alianza entre sectores humildes y sectores altos (para usar categorías rápidas) que volvió a votar al macrismo. Es una estructura social similar a la que en otras épocas solía apoyar a representaciones denominadas peronismo o menemismo o kirchnerismo, salvando las diferencias, en general vinculadas con la mayor o menor participación que en esta alianza tienen los sectores de clase media, profesionales, intelectuales, comerciantes.

Entonces, ¿si a Macri lo vota la misma alianza que antes votaba al peronismo, Macri es peronista? Desde esta lógica no es tan importante eso, sino entender por qué esos sectores lo eligen, por qué un obrero puede coincidir en su voto con un empresario, qué conveniencia busca esa alianza en esta elección, por qué cree que se va a beneficiar al votar lo que votó, y por qué hoy en la ciudad de Buenos Aires la mayoría de esa alianza dejó de votar al escudo peronista y ahora elige globos amarillos.

Y lo más interesante: ¿se extenderá esa alianza al resto del país en las próximas elecciones presidenciales? ¿O a nivel nacional esa alianza estructural dará respaldo a Scioli? ¿Y cómo se alinearán las otras alianzas socioeconómicas, la de los sectores medios o agroganaderos, o exportadores o importadores, o los sectores productivos o financieros, o los trabajadores rurales o industriales?

Desde este punto de vista, ni siquiera importa cómo se define cada presidenciable, si se dice kirchnerista, antikirchnerista, progresista, macrista, optimista, eficientista o lo que sea.

En todo caso, si quisiéramos conocerlos mejor, habría que preguntarles: dime quién te votó y te diré quién eres.

Porque los políticos están convencidos de que ellos hacen la historia (y los periodistas les creemos). Pero es la historia la que los hace a ellos.