Lo importante es marchar y manifestarse. Mostrar el descontento en la calle. Ese parece ser el axioma que permite entender lo que terminó siendo una marcha multipropósito. Arrancó como una movida de los movimientos sociales, esos grupos que nacieron como piqueteros y se terminaron institucionalizando para representar a los sectores sin representación. Pero la Marcha Federal terminó nucleando reclamos que al verse todos juntos terminan siendo inconducentes. Los movimientos sociales arrancaron pidiendo cinco proyectos de ley que, como publicó PERFIL la semana pasada, tendrían un costo fiscal de $ 65 mil millones. Pero terminaron levantando también la bandera contra el veto de Macri a la ley antitarifazos. Una ley que tenía un impacto de unos $ 100 mil millones. Se deberían poner de acuerdo, porque los que más se están viendo afectados por los tarifazos no son precisamente los sectores más pobres, sino las clases medias y medias bajas. En épocas de déficit y ajuste fiscal, todos piden fondos. También hubo espacio para criticar el pacto con el FMI, que busca darle un respaldo a las cuentas ante cualquier corrida cambiaria. Los representados por los movimientos sociales lejos están de pensar su economía en dólares, pero son los más afectados por el impacto inflacionario que tiene la escalada del billete verde. Los desempleados o trabajadores informales, que necesitan de un ingreso diario para vivir, también terminaron impulsando un paro general que los dejaría inactivos todo un día. Reclamarlo todo, para que no cambie nada. Esa parece ser la lógica de la marcha multipropósito.
