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alternativas no calmadoras

Más allá del relato, rumbo al ajuste

Con los aumentos de tarifas que se pusieron en marcha, el Gobierno intentará lograr que las paritarias incrementen los salarios nominalmente debajo de la tasa de inflación.

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Va quedando claro, que el “nuevo-viejo” equipo económico no piensa instrumentar cambios de fondo en la política económica. O, en todo caso, su intención se concentra en poder suavizar el “ajuste”, tan temido y vapuleado desde el relato.
La prioridad se ha puesto en sostener las reservas del Banco Central en el corto plazo, con diversas variantes de endeudamiento y aportes (letras atadas a la devaluación del dólar oficial, préstamos e inversiones captadas por YPF), profundización de restricciones a las transacciones en dólares (aumento del precio del dólar turista, limitaciones a las compras con tarjetas) y reducción de importaciones (metas para la industria automotriz y electrónica).
Para el equipo económicoel problema de la caída de reservas del BCRA, está “encapsulado” en el mercado de dólares y no tiene relación con desequilibrios macroeconómicos. Por su parte, el problema inflacionario (que no existe según los datos oficiales pero que hay que combatir), fue encarado, como en el pasado, con un acuerdo de precios para un conjunto limitado de productos, con revisión trimestral. En este caso, la “variación de precios” es consecuencia de aumentos “descontrolados” por los empresarios, que ahora, voluntariamente, y después de un tiempo prudencial para que acomoden sus precios están dispuestos a fijarlos por un tiempo.
A la falta de dólares, entonces, restricciones, aportes y endeudamiento. A la inflación, acuerdo parcial de precios.


Por otro lado, no existen problemas fiscales, dado que el déficit fiscal que presentan las cuentas de la Nación se compensa con los “superávits cuasifiscales” del BCRA y del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses.
Tampoco existen problemas estructurales en materia de energía, inversión en infraestructura y transporte dado que todo es producto de un exceso de demanda coyuntural. El resto, son “exageraciones” mediáticas.
Mientras tanto, y como si fuera también un “problema separado”, el BCRA intenta acelerar la devaluación nominal del peso por encima de la inflación y ajustar muy levemente la tasa de interés, mientras promete (vaya a saber para qué) “emitir un poco menos” el próximo año. Es decir promete tener menos “superávit cuasifiscal”, contradiciendo los discursos matutinos del Jefe de Gabinete.
A la vez, la Anses, para tratar de mantener la brecha entre el valor del dólar oficial y el blue en torno al 50%, está reduciendo su tenencia de títulos dolarizados y recibe a cambio pesos, que deposita a tasas negativas. Es decir, también reduce el “superávit cuasifiscal”, del Fondo de Garantía de Sustentabilidad contradiciendo el discurso del Jefe de Gabinete.

Llama la atención esta peculiar interpretación del funcionamiento de la economía, de compartimientos estancos y resulta paradójico que la supuesta “unificación del mando” en la figura del Ministro de Economía, no se traduzca en una visión integral e interrelacionada de la política económica.
Pero yendo a la realidad, perdida el ancla del tipo de cambio nominal (cuya devaluación se acelera) y de las tarifas públicas, que empiezan a moverse. Y sin metas de inflación explícitas, debido a una política monetaria a merced del gasto público, el “ajuste” de la economía sólo puede venir por el lado del salario real o de la actividad económica.

En otras palabras, habiendo renunciado a un cambio integral de la política fiscal, monetaria y cambiaria, consistentes entre sí, la única alternativa “calmadora” de la macroeconomía, es que la aceleración de la devaluación nominal y el cambio de precios relativos que se intenta a favor de los precios de algunos servicios públicos y bienes sean “aceptados” por los sindicalistas, que tendrán que negociar y sus afiliados aceptar un ajuste de salarios nominales por debajo de la inflación esperada. O, alternativamente, que la falta de acuerdo salarial o de la disciplina de precios prolongue el estancamiento o lleve a una mayor caída de la actividad.
En síntesis, un dificultoso intento de ajuste “heterodoxo” basado en la caída del salario real y el control de algunos precios que, si fracasa, derivará en una mayor caída de la actividad económica.
De cualquier manera, la “culpa” será de los otros