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ECONOMISTA DE LA SEMANA

Más que un rebote, un ciclo expansivo

Se inicia un año clave para el Gobierno en el que deberá afrontar su primer test electoral como oficialismo.

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motor. Energia eólica, una clave de la inversión. | cedoc

Se inicia un año clave para el Gobierno en el que deberá afrontar su primer test electoral como oficialismo. Si bien aún cuenta con el beneficio de una oposición atomizada, Cambiemos tiene el desafío de consolidar su espacio para ganar gobernabilidad. Para ello es condición necesaria que las “dolorosas” correcciones realizadas en 2016 empiecen a dar sus frutos. Contará con las bondades de haber vencido la restricción externa, con acceso más barato al financiamiento, con la inflación bajando y con un notable éxito en el blanqueo de capitales. Si bien el camino no está libre de riesgo, mantengo una visión constructiva para el año con una importante recuperación impulsada por el despegue de la inversión.

Recapitulemos. En el primer semestre de 2016 la economía padeció el cambio de régimen que derivó en una fuerte aceleración de la inflación, suba de tasas de interés y de ajuste en el consumo privado y en el nivel de actividad en general, pero en la segunda mitad del año las cosas fueron muy diferentes. Habiendo comenzado un fuerte proceso de desinflación y con las bondades de la apertura financiera, la caída en la actividad encontró un piso en el tercer trimestre y ya en los últimos tres meses del 2016 mostró claros signos de recuperación, registrando un alza de más de 1%. Sin dudas, fueron resultados que oxigenaron al primer año de gestión de Cambiemos aunque no fueron suficientes para evitar una contracción de más de 2% en el PBI.

Ahora bien, ¿podemos pensar en el inicio de un nuevo ciclo de crecimiento y no sólo esperar recuperar lo perdido? Creo que sí y por eso mantengo mi visión de un escenario de fuerte crecimiento para este año, lo cual le daría la fortaleza necesaria al gobierno de Macri para mejorar su base electoral y avanzar con la agenda de reformas. En la agenda figura la necesidad de reducir los desequilibrios macroeconómicos no sólo para evitar los riesgos de una crisis (palabra recurrente si las hay en la historia económica nacional) sino para sentar las bases para un shock de inversiones, clave para terminar con una historia de volatilidad en el crecimiento económico.

¿Por qué será más que un rebote? Mi mirada más optimista que el “consenso de la profesión” en cuanto a la magnitud del crecimiento para este año (5% vs. 3%), se sustenta en un fuerte despegue de la inversión que tendría un alza de entre el 15% y 20% i.a. Esta dinámica se explica por la recuperación de la construcción, tanto pública como privada, así como por el componente maquinaria y equipo que seguirá traccionando con fuerza dada la baja en las tasas de interés, el mayor financiamiento externo y las oportunidades que se generan con los fondos post blanqueo de capitales. Tras varios años de desinversión, la Argentina puede lograr un nuevo ciclo expansivo de la inversión liderado por los sectores ligados a los servicios, la energía, la infraestructura y el agro. Está claro que el salto en la inversión no les llegará a todas las ramas y habrá un nuevo mapa de ganadores y perdedores a los cuales el Gobierno tendrá que atender.

El despegue de la inversión es la clave para que el empleo, que tuvo un fuerte ajuste en los primeros 6 meses del año pasado, confirme la recuperación iniciada en julio pasado. Más empleo y salarios que le ganarán a la inflación permitiendo así una mejora en la masa salarial que traccione una recuperación del consumo privado.

Finalmente, habría que mencionar el mejor desempeño que tendrán las exportaciones. Ya en 2016 de la mano de las ventas del agro pudieron lograron un tibio repunte, quebrando la tendencia a la baja iniciada en 2011. Para 2017 va a continuar la mejora con el agro como motor, aunque también con más exportaciones del sector minero y de la industria gracias al repunte de Brasil.

Las perspectivas son buenas, pero también existen riesgos. En el corto plazo la incertidumbre viene por el lado de un contexto internacional volátil e incierto por las medidas que pueda adoptar Trump, al tiempo que seguimos con atención la evolución de los cultivos luego de las fuertes lluvias de enero que provocaron inundación en una de las principales zonas productivas del país, lo cual podría afectar negativamente las perspectivas de la cosecha actual.

Tras un largo 2016, el cambio de régimen comenzará a dar sus frutos en 2017. El cambio es tan posible como necesario para iniciar un ciclo de crecimiento con una macro sana, que permita reafirmar una estrategia de crecimiento de largo plazo.


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