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Massa anda diciendo

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Ahora que anda medio de capa caída, merced a una sucesión de errores políticos y la baja en las encuestas, Sergio Massa redobla sus dotes de prestidigitador. Hay que reconocerle el esfuerzo y la iniciativa para explotar ese don en el que se mezclan realidad y ficción en proporciones difíciles de medir.

En los últimos días, Massa ha hecho y dice que ha hecho no pocas cosas. Algunas se conocen, varias no tanto y otras se alumbran por primera vez.
Aunque oficialmente lo desmintieron, fue desde el massismo que se hizo trascender el largo encuentro que su líder tuvo con Héctor Magnetto, el hombre fuerte del Grupo Clarín, tal como contó este diario. Massa asegura que allí recibió el apoyo del CEO y que desde entonces el multimedio dejó de criticarlo, en desmedro de Macri.

Desde allí se planta para sostener que no tiene problemas para financiar su campaña. Según él, Clarín se sumaría a la locomotora de aportantes que ya lideran un banquero, un petrolero y otro dueño de medios. Varios de ellos lo relativizan. “Vos viste cómo es Sergio”, relató un protagonista.

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En teoría, no hay crisis de fondos, sino de organización recaudatoria. Al respecto, un gran aporte –en materia administrativa, se entiende– fue el de Francisco De Narváez, convertido por esa gracia y por la de los sondeos provinciales en el favorito de Massa para gobernador bonaerense.
El jefe del Frente Renovador volvió a conseguir ser iluminado esta semana en el escenario. Siendo un diputado sin proyectos ni piezas discursivas clave, se hizo un lugar en el Senado. Llevó decenas de cajas con “millones” de firmas contra el arribo de Roberto Carlés a la Corte Suprema. Y ante la decisión kirchnerista de no tratar el pliego, por falta de los votos necesarios en la Cámara alta, capitalizó ese frenazo sin tener un solo representante en ese cuerpo y lideró la conferencia de prensa de los senadores opositores.

Con ese mismo estilo picaresco se está moviendo en diferentes PASO locales. Trató de mostrarse ganador en Salta con el apretado triunfo de su candidato en la capital provincial, por encima del de Macri, obviando la estrepitosa caída de la fórmula que respaldó a la gobernación, Romero-Olmedo, a manos de Urtubey.

Algo parecido está haciendo con Mendoza, donde tratará de subirse al eventual triunfo del radical Cornejo, y disimulará la segura derrota en Santa Fe, donde puede ubicarse cuarto.

En la Ciudad de Buenos Aires trató de poner en práctica no pocos pases mágicos. Prometió un candidato sorpresa y terminó poniendo al economista Guillermo Nielsen, que tiene tantas chances de ser jefe de Gobierno como de que este escriba se haga de Huracán. Sin postulante competitivo, Massa intenta instalar ahora que juega para que gane Gabriela Michetti y así lastimar a su aliado en otros distritos, Macri, pero que compite con él para concentrar el voto anti K en una segunda vuelta nacional.

La última del tigrense es susurrar que se reunió con Carlos Zannini, el secretario Legal y Técnico de Cristina que también es su delegado electoral, entre otras misiones. Según Massa, Zannini fue a Tigre a pedirle que participe en una gran PASO nacional peronista, para no darle chance a Macri de llegar a la Rosada. El diputado, que conoce bien a Zannini desde su paso por la Jefatura de Gabinete de CFK, lo escuchó y planteó dos condiciones: que esa interna exceda al Frente para la Victoria (donde asegura que no regresará) y que se anticipe la elección bonaerense, donde está su fuerte electoral. Dos fuentes oficiales desmintieron ese diálogo y Scioli ya divulgó el decreto que hace coincidir el voto provincial con el nacional.