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Metástasis de goce

Lo que indigna de las revelaciones judiciales generadas por la investigación del Cuadernogate es el exceso, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo, al igual que aquel que no solo realiza una falta sino que se regodea de cometerla y la exhibe obscenamente.

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Arriba; Roggio, Wagner, Cristina Kirchner y De Vido, riendo en 2008 en la Casa Rosada. Abajo; BETNAZA y ROCCA, con Cristina Kirchner y De Vido, en 2008 en la misma posición. | Cedoc Perfil

“El mundo es profundo,/ y más profundo de lo que el día ha pensado./ Profundo en su dolor,/ el placer es más profundo aún que el sufrimiento,/ el dolor dice: ¡Pasa!/ mas todo placer quiere eternidad.”

(Así habló Zaratustra, Friedrich Nietzsche)

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La gente no se sorprende de que los proveedores del Estado hayan pagado coimas a los políticos: lo descontaba. Tampoco le sorprende que los proveedores del Estado se cartelicen para subir los precios y ganar más: si hasta se cartelizan ahora para arrepentirse y se cartelizaron tanto cuando tenían que pagar coimas como cuando no las tuvieron que pagar. Lo que indigna a la gente de las revelaciones judiciales generadas por la investigación del Cuadernogate es el exceso, tanto en lo cuantitativo como en lo cualitativo, al igual que aquel que no solo realiza una falta sino que se regodea de cometerla y la exhibe obscenamente.

Calcaterra tuvo la dignidad de exculpar a su ejecutivo, mientras Rocca pasó a Betnaza la responsabilidad 

La “patria contratista” nació mucho antes del kirchnerismo: se consolida a fines de los años 70, coincidiendo en Brasil con el mismo fenómeno, allí llamado empreiteiras, mientras ambos países eran administrados por dictaduras militares que realizaban grandes obras de infraestructura, por ejemplo Itaipú en Brasil y Yacyretá o autopistas en Argentina. Coincidencia no casual porque en aquel mundo se había generado un enorme excedente de dólares en los países productores de petróleo –los petrodólares–, como resultado del aumento de los precios y la creación de la OPEP, el club de los productores de petróleo, especialmente promovido por los países árabes, y los intermediarios financieros buscaban dónde “colocar” esos dólares a cambio de interés. Los gobiernos militares sudamericanos fueron parte de sus principales clientes. Solo en la última dictadura, la deuda externa argentina se multiplicó por cuatro en menos de ocho años.

Odebrecht se convirtió en una gran constructora con la obra pública de la dictadura brasileña, a finales de los años 60, lo mismo sucedió en paralelo con Socma, de Franco Macri, durante el gobierno de facto del general Onganía y continuó después con la última dictadura militar, una historia cronológicamente similar a la de Techint como proveedor del Estado, que se funda en los 60 y en los 70 consigue importantes contratos con el gobierno militar. Pero así como la historia empresarial de los Rocca es incomparablemente más exitosa que la de los Macri, y hay que reconocerle a Techint su gran desarrollo en el área industrial, que nada tiene que ver con la obra pública, hay un punto donde los papeles se invirtieron, porque Angelo Calcaterra Macri tuvo la dignidad de asumir la responsabilidad de los pagos en negro que hizo su directivo Javier Sánchez Caballero al kirchnerismo, mientras que Paolo Rocca desliga la responsabilidad de los pagos en negro al kirchnerismo en su ejecutivo Luis Betnaza. Ofende a la razón creer que Betnaza tomó las decisiones sin conocimiento de su superior y que el juez Bonadio crea que no precisa pasar al escalón siguiente.

Vale ver los cinco minutos del reportaje de Bernardo Neustadt a Franco y Mauricio Macri a fines de 1989 sobre la patria contratista: ver aquí

Así como en el caso de algunos empresarios el pecado agravante es la hipocresía, en el caso del kirchnerismo lo obsceno no es solo la coima sino la exhibición soez y pornográfica de aquello que la sociedad –aunque equivocada– toleraba mientras se lo disimulaba, pero ahora siente que además se le falta el respeto cuando revolean bolsos o se los llevan a la casa particular del presidente o su residencia oficial. El decoro de realizar determinadas acciones de manera reservada también aplica a lo ilegal. Ofende si alguien, además de robar un coche, es una Ferrari, y encima la conduce a contramano por una avenida a 200 kilómetros por hora.

Hay perversión en exhibir la transgresión a la ley. En el lenguaje cotidiano se goza a la víctima y en el lenguaje psicoanalítico el goce del transgresor es su propia pulsión de muerte, esa locura del kirchnerismo que lo llevó a lo que termina siendo cuando se le dieron todas las condiciones para haber quedado en la historia como los hacedores de un ciclo de franca recuperación de la Argentina.

Y hay una violencia simbólica hacia el resto de la sociedad al no disculparse ni realizar alguna autocrítica, tanto el kirchnerismo no involucrado como el peronismo que le es más afín. Se equivocan: una cosa es la transgresión simbólica del descamisado en las fuentes de Plaza de Mayo, o actitudes provocadoras que escandalizaban a los gorilas o conservadores de antaño, que podían tener algún erotismo revolucionario, y otra es esta pornografía decadente que irrita a casi todos.

Los proveedores del Estado, con o sin coima, siempre se cartelizaron. Hasta se cartelizan para arrepentirse

El poeta Arseni Tarkovski sostenía que “el alma peca sin cuerpo como un cuerpo sin ropas”, al igual que Néstor Kirchner, autor intelectual de esta trama que él comenzó materialmente pero continuó en espíritu mucho después de su muerte. El es el responsable de una metástasis de goce porque diseminó sus propias células anómalas al resto del gobierno y a parte del círculo rojo, en un desenfreno de puro goce, pura locura y pura pulsión de muerte.

Hitchcock sostenía que una historia era tan interesante como su villano principal, y en el Cuadernogate hay uno sobresaliente.