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Como señal de lo que nos espera en este año electoral, importante tanto para la gobernabilidad de Cambiemos como para la redefinición del peronismo, apenas 2017 dio sus primeros pasos se alumbraron un par de encuestas cuanto menos llamativas.

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Agitado. El año electoral ya arrancó movido, sondeos mediante. | captura de pantalla

Como señal de lo que nos espera en este año electoral, importante tanto para la gobernabilidad de Cambiemos como para la redefinición del peronismo, apenas 2017 dio sus primeros pasos se alumbraron un par de encuestas cuanto menos llamativas. O no tanto.

Aquí y en el mundo los estudios de opinión pública no vienen pasando precisamente por su pico de credibilidad en relación con los fenómenos sociales que analizan. Los triunfos de Trump en EE.UU., del Brexit en el Reino Unido o del No a los acuerdos con las FARC en Colombia no fueron anticipados por la inmensa mayoría de los sondeos.

Algo parecido sucedió en la Argentina con las últimas elecciones presidenciales, como antes había pasado en otros comicios, donde muchos llegaron a la conclusión de que Scioli iba a llegar a la Casa Rosada en primera vuelta. Ahí está ahora, en chupines y sin saber bien qué hacer con su vida política y los problemas judiciales que empiezan a picarle cerca.

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Aunque siempre insistimos desde PERFIL en que una encuesta no es un horóscopo y refleja apenas un instante de una película más sinuosa y compleja, como es un proceso electoral, este diario no ha podido evitar algunas patinadas en la publicación de sondeos. Al revés de otros, lo que hicimos fue que los responsables de esos estudios explicaran a los lectores en qué pudieron haber fallado. Los errores pudieron ser metodológicos, no por problemas de transparencia.

Por eso, más allá del impacto de un porcentaje o de quién gana/pierde, tratamos de dar un espacio preferencial a distintos referentes del análisis de opinión pública. De Manuel Mora y Araujo a Artemio López, pasando por Luis Costa y Jaime Duran Barba, por citar algunos de nuestros columnistas. Justamente Duran Barba, asesor de Macri, motoriza constantemente los focus groups desde los que el Gobierno intenta tomar la temperatura social. Ese instrumento es su principal arma para combatir al “círculo rojo”, como el oficialismo ha caracterizado al sector de medios de comunicación y empresariales que intentan marcarle el paso al poder político.

Contra esta filosofía “duranbarbeana”, el diario favorito de los accionistas del macrismo difundió en su edición más vendida de la semana una curiosa encuesta de Poliarquía entre los llamados “líderes de opinión”, ampliamente favorable al Gobierno. La Nación le dedicó a dicho estudio el principal título de su tapa. El resto de la semana no halló ni un milímetro cuadrado en ese espacio para avisar de la gran investigación que en sus páginas interiores involucró al jefe de Inteligencia del Estado y amigo personal de Macri en el presunto cobro de coimas de una empresa brasileña.

También en estos días se divulgó otro trabajo de relevamiento de opinión pública, centrado en la crucial provincia de Buenos Aires. En este caso, fueron muy malas noticias para el Gobierno: para las elecciones legislativas de octubre, Massa marcha primero, Cristina segunda y Cambiemos cómodo tercero en el distrito que gobierna la dirigente con mejor imagen del país. El estudio fue publicado por Clarín y realizado por Management & Fit, que habitualmente da a conocer sus encuestas en ese diario y sus repetidoras.

En el Gobierno no se mostraron preocupados por dichos números. Y señalaron una coincidencia curiosa: el factótum de Management & Fit es Guillermo Seita. Formado en Guardia de Hierro, un ámbito de cuadros peronistas ortodoxos de los 70 y 80, arribó a lo alto del poder de la mano de Cavallo durante el menemismo de los 90. Llegó incluso a ser secretario de Medios de Menem y uno de los estrategas de su periplo reeleccionista. Trabajó después para Schiaretti, Reutemann, De Narváez, De la Sota y, en la campaña 2015, para Scioli. Hace pocas semanas, Seita se incorporó a la mesa chica electoral de Massa. Justo el que está primero según su encuestadora. Total normalidad.