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Muy baja inversión extranjera directa

<p>Los países emergentes tienen tres grandes fuentes de financiamiento externo: la inversión externa directa (IED), la venta de bonos y los flujos provenientes de bancos. La cuarta alternativa, pero que sigue de lejos, es la venta de acciones.</p>

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Los países emergentes tienen tres grandes fuentes de financiamiento externo: la inversión externa directa (IED), la venta de bonos y los flujos provenientes de bancos. La cuarta alternativa, pero que sigue de lejos, es la venta de acciones.

La totalidad de esos financiamientos tuvo un pico en 2007. Retrocedió en 2008 a los niveles de 2006 y en 2009, crisis financiera de por medio, cayó a niveles de 2003. El retroceso estaría centrado en los fondos para la adquisición de bonos y en el flujo de los bancos, no en la IED que, si bien se reducirá, es menos dependiente de vaivenes financieros internacionales y más cercana a las oportunidades de inversión y al “clima de negocios”.

Nuestro país no es receptor de fondos provenientes de la venta de bonos (excepto hasta hace un año a Chávez) ni del flujo de fondos bancarios, pues sacamos los “pies del plato internacional” en 2002, y siete años después no arreglamos el desbarajuste. Lo profundizamos, pues agregamos la distorsión de la cláusula de ajuste de los bonos públicos por parte de la manipulación del IPC que realiza el INDEC, lo cual fue justificado días atrás por el ministro del Interior en un programa televisivo.

Por lo tanto lo único que nos queda por analizar es el flujo de la IED, que a diferencia del capital financiero que es más volátil y especulativo, la inversión directa es más estable, a la vez que al ser realizada, incorpora el avance tecnológico que se trae desde el exterior. Este es el único recurso externo que el país está en condiciones de recibir.

El mes pasado en Tucumán, la Presidenta aseguró que “la Argentina durante el año 2008 figuró entre los cinco países con mayor crecimiento en la inversión extranjera directa con US$ 7.979 millones, que es un 23% más de la IED del año 2007. Figuramos junto con Sudáfrica, India, Malasia y Perú entre los cinco países emergentes que más crecimiento experimentaron en materia de IED”.

Es cierto. La IED creció un 23%, pero la Presidenta se olvidó de decir que es respecto de una base baja, como también que la IED es un 23% inferior a la del año 2000. Asimismo, Perú no aumentó la IED, al contrario, se contrajo un 24% entre 2008 y 2007. Una forma interesante de utilizar las estadísticas.

Las estadísticas. Según los datos de la CEPAL dados a conocer la semana pasada, la IED alcanzó para América latina más México la suma de US$ 111.813 millones, un 12% superior a la del 2007. Argentina recibió el 7,1% de ella, y entre los primeros cuatro receptores (Brasil, México, Chile y Colombia) se llevaron el 85%, siendo Brasil el líder con más del 40 por ciento.

Si de variaciones porcentuales se habla, creció mucho más la IED en Ecuador (405%), Venezuela (166%) y Bolivia (40%) que en la Argentina.

Para evitar todos los problemas puntuales; esto es, ver un año respecto del anterior, tomemos un período más extenso, por ejemplo el período 2003 a 2008 con los datos proporcionados por la CEPAL. Además pongamos los montos recibidos en términos del Producto Bruto Interno (PIB) ajustado por el Poder de Paridad de Compra (PPP) que publica el FMI, a efectos de normalizar las estadísticas.

Entre 2003 y 2008, la IED en LATAM más México ascendió a la friolera de US$ 4.442.600 millones. Casi el 84% se concentró en los cuatro países que lideraron el ranking de 2008, y en ese mismo orden. Brasil también fue el mayor receptor, con el 32% del total de la IED.

Pero esa comparación presenta el problema de “magnitudes”. Brasil tiene un PIB 3,4 veces mayor al de Argentina en el 2008, por lo tanto existen más posibilidades de inversión y, seguramente, recibirá mayores montos de IED que nuestro país. Lo mismo acontece con México, cuyo PIB es 2,7 veces más grande. Pero ése no es el caso de Chile cuyo PIB es el 42% del de Argentina, o el de Colombia, que representa el 69% del PIB nuestro. Entonces la pregunta es distinta: ¿por qué países más “pequeños” que el nuestro reciben más capitales que nosotros?

Gráfico adjunto muestra la IED para el período 2003 a 2008 en porcentaje del PIB. Nuestro país ocupa el octavo lugar dentro de los once analizados. Durante ese período, hemos recibido el equivalente al 1,09% del PIB de IED, mientras Chile nos ha cuadruplicado y Uruguay casi triplicado y acá no hay problemas de “magnitudes”, pues todos los países han sido normalizados por su riqueza.

Argentina supera en IED en porcentaje del PIB sólo a Ecuador, Venezuela y Paraguay, lo cual no muestra una muy buena performance en recepción de capitales. No superamos a Bolivia, pero ello se debe a la importante ayuda externa que recibe en forma directa desde hace muchos años, pues si esto no sucediera también estaría por debajo de Argentina.

Qué hacemos mal. Argentina no es un país de recepción de IED, dado que está recibiendo menos inversión que hace una década. Esto surge con claridad cuando se compara con países de menor riqueza, o PIB, como en caso de Uruguay y Colombia. Es cierto que en el caso de Uruguay se puede ver influenciado por la inversión en la planta de pasta de celulosa, que nuevamente se verá afectado por la segunda planta en construcción.

En perspectiva histórica, la inversión extranjera ha generado motivos para la controversia ideológica, pero nuestras propias contradicciones no pueden ser la razón que explican por qué nuestro país no ha sido receptor de los flujos internacionales de IED. Algo más debe de acontecer, más allá del concepto “combatiendo al capital” de la marcha peronista.

Conclusión. Me temo que nuestro país, con el cambio sistemático de reglas normativas, adoptó un camino para desalentar la inversión privada en general y especialmente la extranjera. Pero, si lo que falta es capital para iniciar un proceso de desarrollo, ¿por qué ahuyentarlo? ¿Será porque creímos que con expropiaciones, como las de los fondos de las AFJP de octubre del 2208, conseguiríamos lo mismo? ¿Confiscar ahorros como en 1982, 1989 y 2002 nos permiten conseguir nuestro propio capital sin recurrir al resto del mundo?

Las confiscaciones no son el camino para obtener capital que permita acercárselo al trabajo para que tenga una mayor productividad y logre mayores salarios en términos de bienes, y prueba de ello es que gobiernos de Chile y Brasil, orientados hacia la centroizquierda, adoptan estratégicas de seducción a la IED insertándose, o “poniendo los pies dentro del plato” de la comunidad financiera internacional. Tan mal no les ha ido. Recuerdo cuando en 2003, nuestras autoridades pronosticaban lo mal que le iría al Brasil de hacer un ajuste para mantener su condición de elegible, que nosotros perdimos en 2002. Siete años después, la situación es la inversa.

Si seguimos “combatiendo al capital”, sea de origen externo o interno, lo único que lograremos es disponer menor cantidad del mismo y, por lo tanto, deberemos remunerarlo más. Cuanto más se lleve de retribución el capital, menos quedará para remunerar el trabajo (salarios), lo que nos irá convirtiendo año tras año en un país más pobre. Es lamentable.

*Economista.