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OTRO RENGLON DEL RELATO

Nacionalización del comercio exterior

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En el primer encuentro anual del espacio kirchnerista Carta Abierta se postuló con énfasis la idea de la “nacionalización del comercio exterior”. Es prudente considerar dicha iniciativa por un par de motivos: primero porque surge de las palabras de Ricardo Forster, quien fue candidato del Frente para la Victoria a diputado nacional, por lo que de un modo u otro encarna la voz del Gobierno, y por otra parte, porque esta idea no es original ni tampoco fue demasiado exitosa.

La nacionalización del comercio exterior en forma genérica y total es una medida que se implementó en países de economía planificada, la mayoría de ellos vinculados al eje de la ex Unión Soviética. En estos países, el Estado no sólo controlaba el comercio sino además la producción, es decir, el Estado era productor y exportador. Perestroika mediante, Rusia y el resto de las ex repúblicas socialistas fueron saliendo del caos económico, social y político en que dicho sistema los sumergió.

Hay otro grupo de países (muchos de ellos latinoamericanos) que produjeron en algunos casos la nacionalización de cierto sector del comercio exterior. Por ejemplo en la Argentina, el primer gobierno del general Juan Perón, en el marco de un plan económico amplio denominado Plan Quinquenal, nacionalizó el comercio exterior de granos y lo puso en manos de un organismo que llamó Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI). En este caso, el organismo y los productores negociaban un precio fijo para los granos al margen del precio internacional y sus fluctuaciones. El IAPI lo adquiría a dicho valor y se encargaba de venderlo al exterior, utilizando la ganancia para obra pública.

Ahora bien, es menester señalar algunas diferencias con las propuestas kirchneristas, su contexto y su momento histórico. Como primera medida, el primer gobierno peronista solamente nacionalizó el comercio exterior de granos, no sugirió una generalidad al estilo soviético, y fue una medida tomada dentro del especial marco económico y político de la posguerra.

Por otra parte, la idea se motorizó al momento de iniciarse la primera presidencia de Perón, en el marco de un plan económico general. No se trató de un “manotazo de ahogado” de un gobierno que acumula diez años de fracasos continuados en el manejo de la economía, ni de una medida desesperada para frenar una inflación galopante o la disparada del precio de moneda extranjera.

Asimismo, es necesario resaltar que el primer Plan Quinquenal fue relativamente exitoso en tal sentido y la industria nacional creció por su impulso. Realmente se redistribuyó, se generó trabajo genuino, crédito interno, etc. El kirchnerismo ya ha tenido la oportunidad de hacer tal cosa. De hecho, obligó a los productores a “asociarse” con el Estado en cerca de un 50% de las ganancias de sus exportaciones mediante el sistema de retenciones sobre un producto que, a lo largo de estos diez años, alcanzó precios internacionales siderales, lo que significó un crecimiento promedio de más de 100% en diez años.

Sin embargo, a diferencia del primer peronismo, el kirchnerismo no redistribuyó nada. Los que más tienen ahora tienen más que hace diez años, y los que menos tienen viven de planes sociales. Al contrario de generar trabajo genuino, se estableció un sistema prebendario basado en asistencialismo para controlar al trabajador y canjear esos planes por favores políticos. El desarrollo de la infraestructura de comunicaciones, transporte, tendido eléctrico, red cloacal y demás es nulo, sin novedades y sin mantenimiento en estos diez años. Las escuelas y los hospitales han sido provincializados, por lo cual el gobierno nacional solamente aporta cuando quiere y como quiere a gobernadores e intendentes amigos.
Entonces, y siendo así, ¿por qué alguien podría creer que, de nacionalizar el comercio exterior, las ganancias adicionales obtenidas no serían utilizadas de la misma aberrante manera en que se usó hasta ahora el producido de las retenciones?

Recetas anticuadas y vencidas para suplantar imaginación ausente y un plan económico integral inexistente, para que no se note que se perdieron completitos los diez años de mayor crecimiento de toda nuestra historia, y con ellos, una oportunidad más de nuestro pueblo de crecer y desarrollarse en paz.

* Legislador de la Ciudad de Buenos Aires (PRO).